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Cúcuta
Esta es la chiva de don Fermín
Este hombre lleva 30 años uniendo al Carmen de Tonchalá con Belén.
Jueves, 4 de Febrero de 2016

No tiene carrocería de lujo, sus llantas están desgastadas, carece de vidrios y aire acondicionado, y no anda a más de 20 kilómetros por hora. Aún así, la chiva de Fermín Soto es el carro más conocido en El Carmen de Tonchalá y el barrio Belén.

Durante por lo menos dos generaciones, este viejo bus soviético marca UAZ, modelo 1982, ha llevado y traído a miles de personas del sector, ante la ausencia del servicio de transporte público.

Al día, el destartalado, pero agradecido camión, se pega cuatro viajes por las empedradas y destapadas calles de Las Delicias, la vereda Los Mangos y El Carmen de Tonchalá.

En este tramo, que no supera los 10 kilómetros, tarda media hora en llegar, porque debe disminuir la velocidad para hacerle el quite a los huecos y las piedras que tapizan la carretera.

Los constantes brincos que pega el carro hacen que los pasajeros bailen en sus sillas todo el tiempo sin necesidad de música. Soto le retiró el radio al carro, porque se le desbarató entre brinco y brinco.

Soto transporta pasajeros, mercados y encomiendas. Cuando sus clientes necesitan enviar una carga mayor, su hermano Guillermo les hace el viaje en un camión  30 años más viejo.

A las 10 a.m., Fermín Soto se alista para su segundo viaje desde Belén hacia El Carmen de Tonchalá. Solo lleva cuatro pasajeros, pero espera recoger un par más en el camino, para justificar el viaje.

Salió de la vereda Los Mangos, y este viaje le representa los primeros 8 mil pesos del día a bordo de su vieja chiva.

El primer viaje es a las 6 a.m., el segundo, a las 10 a.m.; el tercero, a las 4 p.m., y el último a las 5:45 p.m. Y así, de domingo a domingo, mes tras mes, año tras año. Sus paraderos son conocidos: la cancha de El Carmen de Tonchalá y el parqueadero de Belén.

Soto dice que le apostó al negocio del transporte 30 años atrás, cuando sus vecinos, e incluso su misma familia, sufrían para salir del corregimiento hacia la ciudad.

“La gente gastaba más de una hora en salir a pie, y muy pocos tenían transporte. Se presentó la oportunidad de comprar un viejo carro que pertenecía a una empresa de transporte público y ahí nació la chiva”, explica en medio de risas.

Como no le cabían más de ocho pasajeros Soto le adaptó una nueva carrocería y le acomodó cuatro puestos más. A veces arranca con el cupo lleno y otras tantas unas figuras de la Virgen del Carmen y el divino niño son su únicos pasajeros.

Cuando le preguntan porqué no ha cambiado su carro, contesta con alegría, que su vieja chiva le ha salido bastante agradecida, pide poco y le ayuda mucho.

Los daños más comunes son partidas de muelles y tijeras, que lo atribuye a las pésimas condiciones de la carretera.

Las vías deterioradas son el tema de conversación de sus pasajeros. Cada vez que el carro salta al pasar por encima de una piedra, sale a relucir el abandono estatal para este corregimiento.

A causa del abandono estatal tuvo que utilizar una vía alterna por 15 años para continuar con su recorrido luego de que un puente por el que solía pasar se desplomara.

“El puente se cayó, y como pasaban los días y no tenía dolientes, me tocó pedirle permiso al dueño de una finca vecina para abrir  un camino alterno”, recordó el conductor.

Durante 15 años utilizó este desvío. Solo hasta el año pasado arreglaron el pequeño puente.

“Somos la cuna de la fundadora Juana Rangel de Cuéllar y ni siquiera tenemos vías dignas”, dice una de las pasajeras al tiempo que pide la parada.

Un  par de kilómetros más arriba, el ajetreo cesa. Una placa huella de 1.100 metros le da estabilidad y un respiro a la vieja chiva para su entrada triunfal al corregimiento.

*La Opinión

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