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Cúcuta
Esta es la gramalotera más veterana
Se llama Ofelia Jaimes y tiene 104 años.
Martes, 20 de Septiembre de 2016

Volver a casa después de la catástrofe es la gran esperanza de Ofelia Jaimes de Acosta, una lúcida mujer de 104 años que nació, creció y vivió los mejores años de su vida en aquella tierra perdida pero no olvidada, llamada Gramalote.

Al mencionar su pueblo se llena de nostalgia, sus ojos se aguan  y recuerda el clima, la gente y sus lugares preferidos, que guarda como tesoros en su memoria.

El recuerdo más antiguo la lleva a su niñez: en medio de la pobreza tuvo que dejar sus estudios para ayudar a criar a sus hermanos. Su infancia transcurrió entre las labores del hogar y el trabajo tradicional del campo: recoger café y cargar leña, pues era la única mujer y la hermana mayor.

En los pocos años que estudió, conoció a su amor, Leónidas, el compañero de escuela, el vecino, el conocido de toda la vida, con quien se casó a los 27 años y tuvo ocho hijos. Hace quince años Leónidas murió, pero no solo él ha muerto, en estos 104 años. También han partido padres, hermanos, amigos, tías y finalmente hijos, quienes, según Jaimes, por infortunio permanecieron menos tiempo en este mundo.

De su vida en Gramalote, Jaimes rescata la tranquilidad de las veredas y la bondad de sus pobladores, en tiempos en que las enfermedades eran curadas con bebedizos, los partos eran atendidos por parteras y los cumpleaños no se celebraban, pues de eso no se hablaba.

La mujer que hoy en día es la más veterana de Gramalote, nunca supo qué edad tenía. Cuando se casó tampoco pudo calcular su edad, porque en el pueblo todos se conocían y el sacerdote no necesitó partida de bautizo para celebrar el matrimonio. El 20 de septiembre de 1956, Ofelia Jaimes de Acosta obtuvo su cédula de ciudadanía y supo que tenía 44 años.

Solo ella es testigo de lo bien que se pasa cuando los años no son un factor determinante, pues  vivió su vida sin afanes  y sin estrés. Su edad nunca le dijo cuál era el siguiente paso, y reclama que ahora todos llevan los días contados.  

Después de haberse casado y tener hijos, a la casa de Ofelia llegó un radio, para continuar sus clases. Sin embargo, en la visita mensual, no se vieron adelantos en sus estudios y con tristeza tuvo que dejar ir el primer electrodoméstico que llegó a su hogar, pasaron muchos años para poder ver de nuevo un radio y otros más para que su esposo llevara un pequeño televisor que solo se prendía en las noches.

Frente a sus ojos, Jaimes vio como a través de los años la tecnología llenaba la vida del hombre, y trae a su mente con una carcajada la primera vez que vio un helicóptero.

“Para un medio día del mes de abril todos almorzaban, cuando un estruendo se escuchó en la vereda de Boyacá, Luis Aquiles, el hijo mayor, corría, gritaba, lloraba, pedía auxilio y alarmó a todos, durante los pocos minutos que voló la zona, luego todos supimos de qué se trataba”, relató.

Varias décadas después de aquel episodio y cuando completó sus 104 años , siente que todos los invitados le regalaron la buena voluntad y el cariño venir a verla, y afirma que Dios con su poder es la clave para vivir tantos años.

Ahora vive tranquila en el barrio Los Motilones y solo espera que Dios la lleve cuando sea la hora de entregar la guardia, pero no sin antes volver a su pueblo pues la esperanza es lo último que se pierde.


Natalia Parada | Practicante de periodismo

 

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