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Habitantes de calle buscan reintegrarse, hay 2.400 en Cúcuta

Existe una Política Pública Social que busca garantizar, promocionar, proteger y restablecer los derechos de esta población.

Históricamente, la percepción que se ha tenido sobre los habitantes de la calle ha sido negativa, pues las condiciones en las que habitan no encajan en la “normalidad” con la que vive el resto de la sociedad. 

René Díaz Granados, director del Departamento Administrativo de Bienestar Social de Cúcuta señaló que, hasta la fecha, en la ciudad hay aproximadamente 2.400 habitantes de la calle, los cuales permanecen en distintas partes, especialmente en la zona del Canal Bogotá, alrededores de El Malecón y la Terminal de Transportes, en los parques Lineal, Antonia Santos y Mercedes Ábrego, así como también debajo de algunos puentes. 

Su apariencia física, falta de higiene, estados alterados de conciencia o actitudes amenazantes, tienden a ocasionar miedo o aprensión, y su interacción con el resto de las personas en el espacio público es principalmente de carácter funcional, mediada por actividades como pedir dinero de buena o mala manera, solicitar alimentos, o, en ocasiones, buscar materiales con fines de reciclaje. 

“Hay una población flotante muy grande por los migrantes, porque, aunque algunos intentan devolverse a su país, otros se quedan pegados al consumo acá. Vienen de Venezuela porque aquí tienen la sustancia y tienen como pedir dinero”, dijo Díaz Granados. 

El funcionario mencionó que este no es solo un problema de Cúcuta, sino de todo el país, resaltando que, en la ciudad la situación se agudiza porque al ser una zona de frontera, la cantidad de droga que se produce es mayor, sobre todo la heroína y el basuco, que no solo son las más fuertes y perjudiciales, sino que se consiguen a precios muy bajos.  

“Entonces esto genera mucha más adicción, donde la intemperie les ayuda a sobrevivir, no hace mucho frío, tienen el río cerca a la avenida Los Libertadores y pues el consumo puede sostenerse”, agregó el director.

Con respecto a la percepción de inseguridad que generan los habitantes de la calle y teniendo en cuenta las denuncias que han presentado algunas personas por el aumento de esta población en la ciudad, Díaz Granados manifestó que desde el Departamento Administrativo de Bienestar Social se les brindan oportunidades de rehabilitación para que logren reintegrarse a la sociedad, pero lamentablemente sacarlos del mundo de la droga sin que ellos tengan la voluntad es muy difícil.

Centro de Atención Integral

En el año 2019 fue inaugurado el Centro de Atención Integral para Habitantes de Calle en Cúcuta, creado con el objetivo de dignificar a este sector de la población: brindarles un techo, alimentación, ropa, servicios médicos, ayuda psicosocial, además de ofrecerles estudio para que terminen la básica primaria y secundaria, pueden hacer cursos de panadería, primeros auxilios o manualidades y contar con actividades lúdicas y deportivas que ofrece el Instituto Municipal para la Recreación y el Deporte (IMRD). 

“A las personas que están en la calle les ofrecemos alimentación y les damos estadía a los que realmente desean salir del problema, que desean cambiar su rumbo. Nadie está obligado, todo es voluntario. Se les da la oportunidad de vivir tranquilos, de hacer un proceso de rehabilitación, pero no podemos obligar a nadie, porque no es nuestra función”, añadió el director de Bienestar Social. 

Durante el año 2020 fueron censados 512 habitantes de calle, los cuales se beneficiaron con los servicios que ofrecen desde el “Centro de Oportunidades”; donde muchos retomaron contacto con sus familias, encontraron trabajo y además contaron con el restablecimiento de sus derechos básicos, según la Ley 1641 del 12 de julio del 2013. 

René Díaz Granados informó que, gracias a la pandemia han logrado atender 24/7 a más de 600 personas, brindándoles todos los cuidados bajo los protocolos de bioseguridad. 

“Se han contaminado más de 60 personas, pero han estado aislados y se han recuperado sin complicaciones y sin tener que ir al hospital. La Secretaría de Salud viene todos los días y hace chequeos médicos”, agregó el funcionario. 

De acuerdo con el Plan Nacional de Vacunación contra la COVID-19 en Colombia, los habitantes de la calle serán priorizados en el inicio de la fase 2 (etapa 4), donde también están incluidos cuidadores institucionales, población en ocupaciones y situaciones de alto riesgo y población en riesgo de brotes como policías, militares, Inpec, entre otros. 

Política Pública Social

El Ministerio de Salud y Protección Social creó la Política Pública Social para Habitante de la Calle (PPSHC) con el fin de garantizar, promocionar, proteger y restablecer los derechos de estas personas, así como de brindar atención integral e inclusión social. 

La PPSHC recalca que el Estado no puede censurar la opción de vida en la calle, sino que, al contrario, “debe desarrollar políticas por medio de las cuales propicie la garantía de derechos de esta población y generar ambientes de convivencia con los demás ciudadanos”. 

La Corte Constitucional ha determinado que los habitantes de la calle son seres humanos que al igual que los demás ciudadanos no deben ser discriminados, pues gozan de la plena titularidad de todos sus derechos reconocidos en la Constitución. 

Así mismo, aclara que el Estado debe garantizarles todos los servicios públicos, destacando que “la mendicidad ejercida de manera autónoma y personal, sin intermediarios, es permitida”, por lo que no se pueden trasladar e internar a los habitantes de la calle en contra de su voluntad. 

“Tienen derechos claros. Hay que cambiar esa perspectiva de que sean personas a las que se llamen gamines, pordioseros o indigentes. Son seres humanos que tienen derecho al cambio”, expresó Díaz Granados. 

Desde la administración municipal tienen como objetivo crear un centro de rehabilitación en coordinación con la Secretaría de Salud, para ayudar a mitigar mucho más el problema. 

Asimismo, está proyectado trabajar en la producción de calzado, no solo para que aprendan un oficio, sino para que encuentren oportunidades laborales, se mantengan lejos de la tentación de volver al mundo de las drogas y logren reincorporarse a la sociedad de  una manera más efectiva. 

Una luz de esperanza

Actualmente en el lugar hay más de 40 personas, de las cuales, algunas llevan más de 5 meses sin consumir ningún tipo de sustancia sicoactiva. 

Este es el caso de Edison Santos, quien estuvo en las calles por más de 7 años consumiendo heroína, pero gracias a un amigo que le contó sobre el Centro de Atención Integral tomó la decisión de cambiar su vida y hoy cumple 5 meses limpio de drogas en su cuerpo. 

“Estuve lejos de mi mamá, perdí a mi familia. Ha sido un cambio muy grande para mi vida y digo que yo no vuelvo a atrás nunca, de aquí no salgo sino para adelante”, dijo Santos. 

Estar en la cárcel ha sido lo peor que ha vivido, pero entre todo lo malo, fue la situación que le enseñó a valorar a su familia, el tener un techo y una cama donde dormir. 

“Yo le diría a la sociedad que no deberían discriminar a los habitantes de la calle, porque ellos no han vivido lo que uno pasa. Les diría que tuvieran más comprensión y que nos dieran la oportunidad para que las personas puedan dejar la droga”, agregó. 

Por otra parte, Jorge Iván Mejía llegó allí hace 3 meses, pues estaba cansado de las humillaciones, de estar comiendo en las canecas, de dormir en las calles y aguantar frío y calor. 

 “Por motivos de una decepción amorosa caí más en la droga, aunque yo siempre he consumido desde los 12 años. Me dejé atrapar más del basuco, porque pensé que con la droga iba a llenar el vacío que tenía, pero antes me acabé de destruir más y toqué más y más fondo”, detalló Mejía. 

Jorge Iván indicó que, por el hecho de ser habitantes de la calle, no es justo que los menosprecien ni los humillen, pues no todos son violentos, y quienes lo son, se debe a su misma condición de drogadicción, un factor que muchos no comprenden. 

Luz Ana Rangel, solo lleva 20 días en el Centro de Atención Integral, pero es consciente de que necesita cambiar. Tiene 38 años, de los cuales 20 los vivió en la calle del Bronx en Bogotá. 

“Aunque ahorita llevo 20 días no más, ya he subido 6 kilos. No me da ansiedad porque yo soy muy juiciosa, hago aseo, troto, todo eso lo aprendí en la cárcel. Yo misma me distraigo. Tengo 38 años con más de 30 puñaladas en mi cuerpo”, dijo Rangel. 

Los tres agradecen la oportunidad brindada, pues desde que ingresaron allí nada les ha hecho falta. Han aprendido a valorar a sus familias y en medio de su proceso, los lazos de amistad se han fortalecido.  En pandemia han recibido kits de bioseguridad y regularmente les hacen la prueba COVID-19. 

El Canal Bogotá ha sido desde hace muchos años el principal refugio para los habitantes de calle en Cúcuta. / Luis Alfredo Estévez/ La Opinión
Miércoles, 3 de Febrero de 2021
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