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Jóvenes que hacen la diferencia en Banco de Arena

Ellos alegran los días de los desplazados que llegaron a este corregimiento.

En los últimos días, el corregimiento Banco de Arena, en la zona rural de Cúcuta, volvió a ser noticia por la llegada, hasta su escuela, de 414 desplazados provenientes de las veredas Vigilancia, Totumito y Nueva Victoria, tras la masacre de 8 personas.

Las imágenes que se transmitieron en los noticieros y que ocuparon las páginas de algunos diarios del país, daban cuenta del primer gran desplazamiento masivo registrado en Cúcuta durante el 2020 y en plena pandemia por culpa del coronavirus.

Eso fue lo que se vio. Lo que no trascendió fue el grupo de jóvenes que, entre los desplazados, trataba de organizarles el espacio que se volvería su hogar y animaba a los niños para hacerles menos traumática una situación que desde ya les marcó la vida y jamás podrán borrar de sus recuerdos.

Esos jóvenes, veinte en total, son liderados por Maryuri Dayana Garzón Quintero, de 16 años, coordinadora en Banco de Arena de la Red Nacional de Jóvenes Rurales de Colombia, y que en este sector de la zona rural de Cúcuta cuenta con el apoyo del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la Organización de los Estados Americanos (MAPP-OEA) y la Comisión de la Verdad.

“Desde que recuerdo, siempre he escuchado malos comentarios sobre Banco de Arena. Cargamos un estigma del que difícilmente podemos liberarnos. La gente asocia esta región con guerrilla, paramilitares, coca y violencia. Cambiar esa imagen, es uno de los retos que tenemos en la Red de Jóvenes”, manifestó Maryuri.

Esta joven, que sueña con estudiar ingeniería ambiental en la Universidad Nacional de Medellín, ha logrado contagiar con su entusiasmo a otros jóvenes que como ella están en edad escolar o, una vez terminaron sus estudios, continúan en Banco de Arena a la espera de que la vida les brinde una oportunidad.

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“Los jóvenes de este corregimiento tienen muy pocas opciones para desarrollarse en la vida. Los que terminan el colegio, casi nunca van a la universidad. Aquí, o se dedican a cultivar arroz, se ponen a contrabandear gasolina o terminan engrosando las filas del algún grupo armado”, contó Maryuri.

 Los niños son los que más han disfrutado de las actividades que los jóvenes les han preparado para tratar de hacerles más llevadera la difícil situación que están atravesando.

Esa realidad, a la que parecieran estar condenados, es la que busca revertir la Red de Jóvenes con un trabajo que se divide en cinco frentes: comunicaciones estratégicas; cultura y deportes; emprendimiento; medio ambiente y formación integral.

Jorge Ulpiano Acosta Arenas, de 21 años, también integra la Red y es el encargado de coordinar el área de emprendimiento. “Hemos estado trabajando un tema de artesanías y con los recursos que se han generado fue que pudimos atender a los desplazados el domingo 19 de julio. De nuestros propios recursos logramos brindarles comida ese día y durante la semana les hemos hecho diferentes actividades para hacerles un poco más llevadera la difícil situación que están viviendo”, agregó este joven que vivía en Cúcuta y desde hace un par de años se trasladó con su familia hacia este corregimiento.

Además de la olla comunitaria que financiaron el día de la llegada de los desplazados, los jóvenes le han hecho colada a los niños, han jugado con ellos todas las tardes, les prepararon una piscina enjabonada, hicieron una noche de cine familiar e invitaron a las familias a una bailoterapia que, contra todo pronóstico, estuvo bastante concurrida.

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Yeferson Camilo, de 17 años, y hermano de Jorge Ulpiano, no pudo terminar sus estudios de bachillerato. Sin embargo, ha encontrado en la Red de Jóvenes una oportunidad para hacer algo productivo con su vida, mientras define su futuro.

“Aunque no soy de Banco de Arena, me duele el estigma que sobre este lugar se ha creado. Por eso, es importante que la gente sepa que aquí hay un grupo de jóvenes que trabaja de manera desinteresada por revertir esas ideas que tienen sobre nosotros y por aportar, de alguna manera, a que las personas que aquí viven o han llegado desplazadas, como es el caso de las que están en la escuela, sientan un poco de paz en medio de tantas tragedias”, aseguró Yeferson.

Estos jóvenes, que sueñan con convertir a Banco de Arena en un territorio de paz, piden a las autoridades y a las organizaciones sociales y de cooperación internacional, que vuelquen sus ojos sobre estas iniciativas que, en territorios como este, son las únicas que logran arrebatarles los niños a la guerra.

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Domingo, 26 de Julio de 2020
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