La gente del barrio Rosal del Norte es amable, trabajadora dedicada a cuidar sus casas de presuntos consumidores de droga que últimamente rondan el sector para robarse los objetos de valor de los porches o hasta treparse techos y paredes para hacer de las suyas.
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¿Cómo ocurre eso?
La Opinión evidenció en una visita a ese sector de la Comuna 7 como un grupo de jóvenes, que fumaban marihuana en la gradería de una cancha y un parque saludable, le gritaban groserías a un adulto mayor, quien les pedía que se fueran y no le dieran ‘mala fama’ al barrio.
Prácticamente a la comunidad le tocó pedir el favor para que se fueran de ese espacio deportivo, ubicado en la calle 2A con 3 y avenida 11.
“Como tal ‘ollas’ no hay en la zona, pero a la cancha si llegarían algunos vendedores de droga a distribuir. Pensamos que donde tienen la marihuana, ‘perico’ y demás, sería en otros sectores”, indicó un vecino.
Carmen Cruz, presidenta comunal de El Rosal, indicó que hace dos años les quitaron el Comando de Atención Inmediata (CAI) que había en el parque y ese espacio quedó a merced de los consumidores.
La capilla y la escuela
La capilla Nuestra Señora de Nazaret, ubicada en la misma dirección del parque y al lado de la Escuela El Rosal, sede los Santos Apóstoles, son parte importante de la historia.
La capilla es el templo hasta donde la comunidad acude cada domingo para agradecerle a Dios por todos los favores concedidos; el sueño de muchos es remodelarla.
Actualmente el templo lo administra la Diócesis de Cúcuta, que se encarga de los gastos y también de una posible remodelación. “El obispo nos dijo que eso se demora, por los gastos que incluye tumbar y reformar algunos espacios”, dijo Cruz.
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La escuela se construyó gracias a la gestión de Nelly Palacios, una mujer ‘de hierro’ que siempre buscó que la comunidad de Rosal del Norte tuviera un espacio educativo, por lo gestionó ante las autoridades encargadas su construcción.
Ese sueño se cumplió hace 35 años, cuando la Alcaldía de Cúcuta inició la obra y los estudiantes de primaria de Rosal del Norte dejaron de caminar hasta otros barrios para ir a clases.
Lamentablemente los jóvenes que cursan bachillerato les toca desplazarse hasta colegios de otros barrios, especialmente del sector Las Américas, para estudiar y cumplir sus sueños de tener un mejor futuro.
Ni cámaras ni alarmas
La junta comunal le ha pedido en varias oportunidades a las entidades encargadas alarmas comunitarias o cámaras de seguridad vigiladas por la Policía Metropolitana,pero solo han recibido evasivas. La gente cree que con esos elementos electrónicos la seguridad de la zona mejoraría, mientras tanto viven con temor hacia los delincuentes.
Un barrio con historia
Rosal del Norte fue hasta 1978 parte del barrio Chapinero. En ese entonces era una zona desértica de la ciudadela Juan Atalaya a la que varias familias de bajos recursos llegaron con la ilusión de tener un terreno propio.
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Las personas invadieron los lotes y construyeron pequeñas viviendas de tablas con techos de zinc, donde las familias vivían sin alcantarillado, electricidad o alguna otra ‘comodidad’ aceptable para que pudieran residir allí dignamente.
Los vecinos de Chapinero les colaboraron pasando la electricidad con cables y vendiéndoles el agua potable, que transportaban en pimpinas hasta cada vivienda.
En ese mismo año la Alcaldía de Cúcuta les otorgó la personería jurídica, convirtiéndose en un barrio más de la capital nortesantandereana.
“Las familias nos organizamos para tener nuestros propios espacios, luego llegó la pavimentación que hasta el momento ha sido exitosa porque la mayoría de las vías están en buen estado”, comentó la lideresa comunal.
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