La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Cúcuta
La 'estatua viviente' tiene un hombre como su alma
Esta es la historia sobre un venezolano de 48 años que anhela día a día conseguir 20 mil pesos para su techo y alimentación.
Image
La opinión
La Opinión
Domingo, 3 de Marzo de 2019

La estatua blanca inicia su día a las 9 a.m. en un pequeño cuarto de un edificio del centro de Cúcuta. Alista su túnica compuesta de un gorro, guantes, bata y falda. Guarda su maquillaje en una tula y carga un banco y una caja convertida en una alcancía forrada con fotografías de él, junto a sus admiradores. 

Camina seis cuadras hasta llegar a la esquina de la avenida quinta con calle 11, allí, a un costado del edificio de la Alcaldía, se viste y se maquilla con una combinación entre base blanca y vaselina, y unta labial sobre su boca. Solo tarda 20 minutos en completar el alistamiento. 

Henry Vera pasa la calle, se ubica en esa esquina del parque Santander, pone su banca junto a la Alcancía y a las 9:40 a.m. empieza la función hasta las 12 del día, cuando se detiene a almorzar. 

(El blanco de zinc y la vaselina dan inicio al día de Henry Vera como estatua humana.)

Retoma a las 3 p.m. y culmina a las 6:30 p.m. Este caraqueño, de 48 años, anhela día a día, conseguir 20 mil pesos que le sirven para pagar la habitación y alimentarse. 

Bajo el inclemente sol de Cúcuta, Vera trabaja de domingo a domingo, en las mañanas en el parque principal y en la tarde, en la plaza de Los Fundadores. Lleva 20 años en el estatuismo. Fue actor de obras infantiles en Venezuela y mimo. Descubrió su pasión por el estatuismo cuando terminaba el tercer semestre de artes escénicas en la Universidad Central de Venezuela al ver una imagen de internet que lo enamoró. Dejó todo, salió a la calle y se graduó en ella, según él.

Su comienzo no fue fácil. Tuvo miedo de fracasar y el pánico escénico se apoderaba de él cada vez que se paraba sobre el banco. Con el tiempo pudo solidificarse y convertirse en un profesional de este arte. 

Esa pasión lo ha llevado a viajar por Brasil, Perú, Chile, Ecuador, Colombia, toda Venezuela y Francia. 

En uno de sus recorridos por Ecuador sintió el menosprecio hacia su arte. Lo corrían de todas las plazas, la gente lo miraba mal y vivió el desespero de no poder ejercer labores artísticas.

Así como ha tenido experiencias malas, también ha vivido otras curiosas y pintorescas. En Caracas, una mujer se le acercó y le dijo que le impusiera sus manos en la cabeza pues lo veía como una estatua milagrosa que traería de nuevo a su esposo con ella, tan solo bastaron un par de días para que la mujer regresara le agradeciera por el milagro. Otra vez, un perro lo orinó en plena función.

Se creería que Vera tuviera problemas en la columna, pero él dice que su estado físico está perfecto.

Vera termina su jornada contando monedas y algunos billetes que depositan los que valoran su trabajo, con la esperanza de poder sumar la meta diaria y enviarle algo de dinero a su hija menor que vive en Venezuela.

Gustavo Contreras | Practicante de periodismo

Temas del Día