Cada kilómetro de ciclorruta con sus adecuaciones urbanísticas tendría un costo estimado de $250 millones.
Cúcuta no está muy bien parada en el índice de calidad ambiental nacional, pues en una escala de 1 a 100, tiene 6,5 puntos, quedando en un nivel muy bajo de calidad, mientras que su vecino, Bucaramanga, tiene 35, 9 puntos y Medellín, 55, 5.
Así se dio a conocer en la mesa técnica ‘Apuesta para la territorialidad asociativa, espacio público y movilidad: supermanzanas y ciclorrutas’ realizada en el Hotel Holiday Inn.
El índice se mide por superficie de área verde por habitante la cual debe estar en 1,14 metros, y el espacio público efectivo por habitante que debe ser de 1,05 metros cuadrados, proporciones que no son atendidas en la ciudad.
Por esta razón, el español Antoni Vives, consultor de ciudades y gobierno, expuso un plan de regeneración de Cúcuta basado en el concepto de supermanzanas, y su experiencia en un proyecto de este tipo en Barcelona.
Vives explicó que la ciudad requiere un nuevo modelo organizativo, que además de las ciclorrutas integre sistemas digitales (wifi) y promueva el urbanismo y la movilidad sostenible.
“Con las supermanzanas queremos transformar los barrios en centros activadores de talento, emprendimiento y generación de empleo, potenciando la identidad local”, explicó.
Esta iniciativa busca, entre otras cosas, incrementar en un 40 por ciento los andenes y el espacio público existentes en la ciudad.