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‘Le quieren dar bala a Pernía’

Actor y activista decidió luchar contra el miedo.

Confiar en el otro, formar equipo, vencer el miedo, son los lemas de Gregorio Pernía, el cucuteño que además de actor es activista político y uno de los mayores contradictores públicos del manejo administrativo y social que se le da a Cúcuta.

Tal vez por perder el miedo empiezan a rodearlo los temores de quienes le dicen: “Gregorio, por favor, no lo haga”.

“Voy bajando a Cúcuta y me llama un amigo, que es amigo de otro amigo y ese amigo es amigo de un paramilitar y...” hace sonar un audio que afirma: “Ahí escuché a un paraco que le quiere dar bala a Pernía, para que se maneje en Cúcuta con mucha cautela”.

“¿Por qué razón?”, cuestiona Pernía. “Porque hice la denuncia de William Villamizar, porque hablo de Ramiro Suárez Corzo, y hasta una niña me dice, con la tragedia en la cara: no vaya a Cúcuta, y como que lo quieren arrinconar a uno”.

“Me sudan las manos, a veces siento vacío en el estómago, pero me echo para atrás o sigo con esto”, asegura. “Aunque no aspire a una corporación pública, pero espero que llegue a las próximas elecciones gente nueva, o si no voy y lo denuncio en el parque Santander”.

Para Pernía, en la región, la salvación política y social tiene una sola fórmula: “sacar a Ramiro Suárez Corzo”.

“Cuando uno dice que nada se mueve en Cúcuta sin la palabra de Ramiro es muy jodido, y cuando uno encuentra que arrodilla a la clase política y sabe qué precio tiene es grave”, agrega. 

Trabajar con pasión

Para Pernía, el ideal de ciudad y de región, así como de desarrollo se da con una transformación definitiva, “con sangre nueva que tenga pasión por cambiar la ciudad, quitarle el poder a Ramiro Suárez, pero no para doblegar porque sí a la clase dirigente, sino para ser conscientes”.

Por eso, califica como desgarradora la situación actual de la frontera, con el constante desprendimiento familiar y la dificultad de atención porque “no hay plata, salud, educación para los colombianos, la solución para los venezolanos es escasa”.

Debido a esto, enfatizó en que el nuevo presidente debe asumir esta realidad, realizar los compromisos, propiciar la diplomacia con el presidente Nicolás Maduro, a pesar de las diferencias ideológicas, y evitar que las inversiones para la región pierdan altos porcentajes que se quedan “en los que ejecutan”.

“Este es un tema de conciencia, de pensar más allá, de compatibilidad, de servirle al otro, de ser un equipo”, dice, con la esperanza de que la honestidad y condiciones en el posacuerdo se perciban no solo en el Catatumbo sino en todo el país, aunque calcula que el efecto del proceso de paz se podría percibir en diez años.

Afirma además que los procesos de paz y los diálogos que favorezcan esa condición deben darse con todos los actores armados y no armados.

“En la JEP debieron haber llamado a todo el mundo”, dice. “Si lo firman con el ELN, toca hacerlo, y con los paramilitares, con las bacrim, hasta con los corruptos, para pedir que se confiesen porque todo mundo tiene derecho a cambiar”.

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Jueves, 22 de Febrero de 2018
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