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María del Pilar, la lideresa de los Balcones de la Esperanza

Busca mejorar las condiciones de vida de su comunidad.

Las fundaciones y colectivos se han convertido en un gran aliado para las comunidades pobres. Sin embargo, en Los Patios, en el asentamiento humano Balcones de La Esperanza, el optimismo brilla de la mano de una mujer, María del Pilar Rodríguez, de 48 años, quien sin pertenecer a ninguna organización se propuso devolver la fe a esta popular comunidad.


Ella llegó en el 2.009 al asentamiento, acosada por un techo para sus cuatro hijos,  el cual logró construir poco a poco y con mucho esfuerzo.


A partir de ese momento, Pilar comenzó a darse cuenta de las necesidades que surgían en su barrio, tratándose de un asentamiento urbano, donde difícilmente se recibe apoyo de la institucionalidad.


 Con el pasar del tiempo empezó a gestionar ante la empresa de servicio público Agua de Los Patios la instalación de pilas públicas para llevar el agua a los hogares del barrio.


Así mismo, ella solicitó a Centrales Eléctricas de Norte de Santander (CENS) un transformador público para continuar con la dignificación y la mejora de la calidad de vida en su comunidad.
 “Este proceso no ha sido fácil, a veces las personas lo juzgan a uno y piensan que se busca algún tipo de beneficio económico” afirmó.


Para muchas personas parecía sospechoso que Pilar estuviera tan interesada en el mejoramiento de las condiciones de vida de ella misma y de sus vecinos. Incluso, en ocasiones la acusaron de querer ganar dinero a costa de ellos, razón por la cual terminaba muy perjudicada emocionalmente, pero nunca dejó de insistirle a sus vecinos que lo que hacía era para el bien de todos. 


“Me motivó el hecho de que en mi infancia me toco duro. Si yo hubiese tenido a alguien que estuviera apoyándome hubiese tenido una vida diferente”, añadió Rodríguez. 


Actualmente, el asentamiento humano Balcones de la Esperanza no está debidamente legalizado, pero cuenta con el servicio de acueducto y energía, y la formalización del barrio está en proceso, pues ya se han adelantado reuniones y se tienen establecidos los planos.  


“Espero que prontamente se pueda dar la legalización, porque así podremos obtener más atención por parte del gobierno”, aseguró Pilar.

Otros proyectos 


Rodríguez también se interesó en buscar apoyo con diferentes organizaciones, con el fin de que los niños y jóvenes ocuparan su tiempo en otras actividades, para que no se vieran involucrados en las problemáticas de inseguridad que afectan su sector. 


Ha encontrado ayuda con diferentes colectivos y entidades como Joenpaz, Ángeles Unidos y la ONG Comité Internacional de Rescate (IRC.)


Con ellos se han desarrollado minibibliotecas, proyectos sobre valores para los niños, se trabaja en la creación de un libro sobre la integración de niños venezolanos en la comunidad, enseñando cómo relacionarse asertivamente con ellos, pues en el sector hay muchas familias venezolanas y retornadas. 


También han adelantado talleres de liderazgo en niños y actividades sobre el reconocimiento de capacidades para ser líderes, dedicado a los padres de familia.  Rodríguez sueña con crear su propia fundación que desde ya denomina “Mis niños prestados” para continuar formándolos con amor y paciencia, porque para ella lo más importante es cuidar de los pequeños.

“Es necesario hacer por los demás lo que uno quisiera que hicieran por uno”, precisó. 

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Martes, 5 de Enero de 2021
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