La historia de Pedro Miguel (*) puede ser la de Eduardo, Álvaro, Elida, Elizabeth o la mía. Todos somos pacientes terminales de la Nueva EPS.
Pedro Miguel, parece ser profesor de literatura. Se expresa bien y tiene facilidad para conversar con la gente.
El pasado 19 de febrero lo operaron por un cáncer en la vejiga. A las 24 horas lo enviaron con la sonda para la casa, por peligro a una bacteria.
A los cinco días, una enfermera, con pinta de guardiana de la SS alemana le retiró la sonda, en Uronorte y a pesar que le pidió el favor que no lo hiciera llorar delante de su hija, ella no tuvo consideración y se la extrajo de una. “Fue como ir del cielo al infierno en milésimas de segundo”, confesó.
Pedro Miguel no lloró porque le dio vergüenza con su hija y porque recordó que la dignidad, lo último que le queda a un ser humano, no se puede perder por una persona que le falta calidad humana. Dos meses después, aún tiene maltrato en la uretra.
Ese día, a la Nueva EPS le llegaron las órdenes para la entrega de las quimioterapias y dos semanas después la entidad reportó que no fueron autorizadas. El Martes Santo, el paciente entuteló.
El 28 de marzo, el Juzgado Tercero de Ejecucuón de Penas y Medidas de Seguridad de Cúcuta le ordenó a la Nueva EPS suministrarle a Pedro Miguel la Mitomicina C que requiere.
Pese a ello, la entidad prestadora de salud, se ha negado a entregarle el medicamento.
Los códigos de Evangelina
Evangelina (*), de 67 años, demandó a la Nueva EPS por negligencia. Desde hace cuatro meses espera por unos códigos que necesita que le autoricen para una operación de la columna que pide el especialista que la debe intervenir.
El dolor es insoportable. El coordinador médico no permite que hablen con él. Ha ido 15 veces a Los Caobos y ha permanecido durante tres horas en la fila de espera y nada. Solo le pide la Nueva EPS que le resuelvan la situación y no la torturen más porque el dolor en la columna es desesperante.
Elcida (*) es madre de ocho hijos; hace un par de años le detectaron una masa de 1 milímetro en un seno izquierdo gracias a un programa de televisión contó su hija Caridad; al mes había crecido a un centímetro y progresivamente su tamaño aumento.
Sus hijos, al ver que la Nueva EPS hacía muy poco por su progenitora hicieron un préstamo y la mandaron operar y a continuación a proceder con el tratamiento.
“Si no hubiéramos hecho eso, mi madre se habría muerto”, contó Caridad, una de sus hijas que estudia a distancia en la universidad.
Jugando con fuego
Eduardo (*), tiene más de 25 años de estar cotizando y un problema en la próstata: y está a la espera de una resonancia magnética.
En 2015 fue intervenido quirúrgicamente pero este año los inconvenientes de salud en el mismo sitio han florecido. En su historial figura que tiene un hermano con el mismo antecedente, algo que genera preocupación.
Eduardo es un hombre alegre al igual que su esposa, pero ella es el nervio que no permite que él mire tan folclóricamente la vida y lo empuja y lo acompaña para que luche por su vida.
El 8 de febrero un examen de antígeno prostático le salió muy alto, lo que es una advertencia, aunque no la última palabra.
Al año tiene un control médico con el urólogo; si quiere otra debe pagarla de forma particular. Usted solo tiene derecho a ser revisado, una vez al año.
A la fecha no le han devuelto lo dineros que invirtió o gastó en su salud. Decimos que gastó porque no ha visto los resultados de haber querido colaborar con la eps por su salud.
En su angustia a enviado cartas a la Dirección General de la Nueva EPS, la Superintendencia de Salud y el Ministerio de salud.
Mientras tanto el tiempo pasa y el peor fantasma que se puede tener, el de la intranquilidad, lo acosa a diario.
*La Opinipon | Nombres cambiados por seguridad
