Cuando le tocaba comenzar a jugar con un balón de fútbol, a Juan Carlos* la vida le puso en la boca un cigarrillo de marihuana. Era parte de la realidad del hogar: su hermano era consumidor y eso era lo que Juan Carlos veía a diario.

A los 8 años, en Torcoroma (su barrio) le dieron por primera vez a probar la yerba. Luego de la marihuana probó cualquier droga que le dieran. A pesar de su corta edad —está en séptimo grado y tiene 14 años—, dice tener las herramientas para decir no, si le vuelven a sugerir drogarse.

Es consciente de que durante cuatro años no llevó una vida normal de niño. El rechazo de sus propios amigos le marcó. 

“Yo antes era consumidor, y no sabía el daño que ocasionaba la droga en mí. Me creía el más grande, el más fuerte del mundo, y el más malo”, relata. “Era un ‘pelaíto’, como lo sigo siendo. Mis amigos me sacaban el cuerpo y eso me dolía. Estaba confundido, no sabía todo lo que podía causar la droga en mi cuerpo”.

En su barrio, según explica, la droga es parte del día a día. Los ‘jibaros’ se aprovechan de la inocencia y la ignorancia de los niños para ofrecerles la carnada y muchos la toman.

Su madre le ayudó con el proceso de recuperación. Y hoy forma parte de las filas de los más de 400 estudiantes en Cúcuta que fueron formados en el programa escolarizado de prevención de drogas de la Policía Metropolitana. 

“Con la capacitación aprendí bien cómo afecta la droga mi cuerpo, mi cerebro, mis pulmones, toda mi vida”, explica. “Ahora sé cómo ayudar a otros a decir que no, y que no consuman. No quiero que mis compañeros caigan, como yo, en las drogas...”

Él es uno de los estudiantes de sexto y séptimo grados de los colegios Pablo Correa León y Carlos Pérez Escalante, que fueron formados durante casi dos meses sobre las consecuencias que traen para su integridad física desde la marihuana hasta el basuco.

Así lo explicó Luis Arthur Guerrero, patrullero del área de educación y prevención de la Policía.

“Ahora sé qué protocolos debo seguir si encuentro algún compañeros consumiendo...”, señala. “Lo primero es saber su identidad y notificarle a su profesor, y sí no se hace nada explicar al coordinador, y luego al rector”. 

La certeza de que este problema puede cambiar a los niños la manifestó Wendy Tovar, 14, quien señaló que de grande desea ser Policía y trabajar en la prevención del consumo de drogas, porque ahora conoce todo el daño que causan.

Según el policía Guerrero, a los niños “se les explicó cómo actuar en el caso de una ‘olla’ clandestina, porque sabemos que ellos viven en sitios muy vulnerables. Sí encontramos a un estudiante de un grado con droga dentro de sus genitales, por ejemplo, le suministramos protección. Pero para nosotros es de admirar que se nos acercan alumnos diciendo que estaban en el vicio, pero no querían estar más en eso. Allí actuamos”.

El programa será llevado a otras escuelas y a las universidades.

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El rector, Julio César Delgado, pidió a los padres apoyo en esta campaña, y que sean garantes de sus hijos. Pidió enseñarles con el ejemplo, porque “si no salimos como los mejores científicos, que salgamos como los mejores ciudadanos”, dijo.

*Nombre ficticio