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Niños, víctimas del sistema de salud en Cúcuta

Están en dramáticas condiciones esperando traslado a hospitales con condiciones para atenderlos.

El primero de octubre, María Paula Palencia cumple cinco meses de haber nacido, y aunque debería ser una fecha de regocijo para su padres, será un día más en la rutina de visitas a la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Erasmo Meoz donde la niña está recluída, desde que nació.

Son cinco meses en los que Leidy Carreño, la mamá de María Paula, comparte un par de horas con la bebé sin poder abrazarla plenamente, “porque ella vive pegada a un tubo para que pueda respirar”.

La pequeña tiene un pulmón colapsado con flema, se cansa de respirar y a pesar de que su madre ha interpuesto tutelas, hay incidentes de desacato, y peleó por su hija en el Instituto Departamental de Salud, la secretaría de Salud municipal, y la Defensoría del Pueblo, no tiene respuesta.

La urgencia de la pequeña es ser trasladada a un hospital de cuarto nivel, y ser valorada por un neumólogo, lo cual no ha ocurrido desde su nacimiento.

El caso de la niña ha empeorado, no solo porque sus posibilidades de vida eran reducidas al nacer con solo 27 semanas de gestación, sino porque podría perder la vista.

“Los ojitos no se terminaron de desarrollar y aunque ya la operaron, perdió el ojo derecho”, relató la madre. “Falta el izquierdo, pero se necesita la valoración de un retinólogo, que tampoco se ha podido”.

Así pasan sus días, entre gastos de transporte y decenas de fotocopias para quejarse en una y otra entidad, sin resultados.

“Es muy injusto que cuando llamo a Cafesalud, me cuelgan”, dijo. “Ya he hecho de todo, y necesito el traslado urgente a un hospital de cuarto nivel”.

En similares circunstancias está Laury, madre de Caled Patiño, quien desde que nació no ha tenido un crecimiento tranquilo. 

Cuando el niño nació estuvo 14 horas con ella, pero los médicos estimaron que su nivel de glicemia era bajo, razón por la cual fue trasladado a cuidados intensivos, pero no fue el mismo.

“Yo le cambié el pañal y él movía su cuerpo, las manos y brazos, normalmente”, contó la madre. “Cuando me lo entregaron supe que convulsionó, tenía una infección en los pulmones, y resultó con problemas de movilidad porque quedó rígido”.

Lo peor estaba por venir, pues el miércoles de la semana anterior el pequeño fue fracturado por una terapeuta de una entidad de rehabilitación de Cúcuta.

La fractura fue arriba de la rodilla, luego de que la terapeuta forzara al niño en un movimiento.

Ahora espera que le respondan por la salud de su hijo, porque el niño quedaría cojo y mientras surten efecto las demandas debe lidiar con el retraso del pequeño, sin que nadie, ni siquiera la persona que ocasionó la fractura le dé respuesta, aunque hoy le darían los soportes para iniciar el proceso. 

Sin mejoría

Nicolás Salazar, veedor de salud de Cúcuta, declaró que la situación empeora y no tiene posibilidades de mejorar, salvo que se den los recursos necesarios.

“Ya no sabemos qué hacer porque ni la Defensoría ni la Personería sirven para nada”, aseveró.

Sin embargo, algunos casos han tenido tímidas soluciones, como ocurrió con Yessica Castro, quien tiene a su hija paralizada, con fiebre desde hace un mes, y a la espera de un traslado a un hospital de cuarto nivel.

Ella logró, con tutelas y llamadas a la Superintendencia, que se hicieran varios exámenes, pero ahora teme los resultados que, si demuestran que la niña tiene un hongo, el medicamento intravenoso no llega desde hace dos semanas a la ciudad y sin el traslado que debe hacer Cafesalud, tampoco habrá mejoría.

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Lunes, 26 de Septiembre de 2016
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