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Cúcuta
Patrullas de felicidad para los niños
Prestan seguridad en pueblos alejados de Cúcuta.
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La opinión
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Domingo, 10 de Junio de 2018

Jorge Armando Flórez y Leonardo Guzmán tienen tres cosas en común: son patrulleros de Policía, prestan seguridad en pueblos alejados de Cúcuta y son felices haciendo felices a los niños.

Sus historias están ligadas una a otra por el servicio que prestan, pero también por la causa que las motivan: los niños. Mientras Flórez les construye parques para que jueguen, Guzmán les enseña a pintar su propia realidad.

La hija de Flórez, María Fernanda, fue su inspiración para comenzar a hacer realidad el sueño de todo niño. Ir al parque a jugar.

El viernes pasado cumplió 11 años de patrullero y ese mismo día entregó el cuarto parque que ha construido con el apoyo de sus compañeros de estación en el municipio de Cácota. 

Oriundo de Sincelejo, Sucre, Flórez relata que cuando regresaba a su casa después de 15 días de servicio en Cácota, lo primero que le pide su pequeña María Fernanda es que la lleve al parque.

Esta petición le queda sonando en su mente cada vez que regresa a las veredas donde presta el servicio en el grupo de infancia y adolescencia.  “Me di cuenta que no había espacios para que los niños campesinos se divirtieran al igual que lo hace mi hija en Cúcuta. Por eso, con mis compañeros de estación nos pusimos manos a la obra para hacer realidad el sueño de muchos niños del campo”.

Flórez cuenta que lo primero que hicieron fue diseñar el parque. Acordamos que debía llevar columpios, ‘sube y baja’, telaraña, puente y pasamanos. Con esto se pusieron manos a la obra a conseguir los materiales, que entre otros, eran madera, tornillos, llantas viejas, cadenas, pintura, cemento y arena.

El primer parque lo hicieron en la vereda Upac, el segundo en Alto de La Virgen y el tercero en Chinavega, este último entregado a la comunidad el viernes pasado en presencia del comandante de la policía, coronel George Quintero, y del alcalde de Cácota, Manuel Isidro Cañas.

La idea, en lo que queda del año, es hacer otros tres parques en veredas apartadas de la cabecera municipal, donde los niños no cuentan con escenarios para su recreación, dice Flórez.

Dice que lo hace feliz ver a los niños felices, pero también a la comunidad integrada con la Policía.

‘El arte nos acercó a la gente’

Guzmán, por su parte, no ahorra esfuerzos ni tiempo para transmitirles a los niños campesinos del corregimiento de Otaré, Ocaña, sus conocimientos en las artes plásticas.

Es cucuteño. Primero empezó en Tibú, luego fue enviado a Hacarí y de allí pasó a Otare. Aunque no ha estudiado artes plásticas, si tiene destreza con los pinceles, las acuarelas y los lápices, y ello lo aprovechó para ponerlo al servicio de los niños. “Me puse a la tarea de enseñarles a pintar con lápiz. También empezamos a hacer un mural dedicado a los niños”.

El arte logró lo que ninguna otra cosa había conseguido la policía en esta convulsionada zona del Catatumbo: acercamiento con la comunidad.

Guzmán dice que los niños vienen a Otare todos los días de 3 a 5 de la tarde a aprender a dibujar, aunque a veces no tengamos materiales, nosotros y ellos nos las ingeniamos para pintar. al comienzo eramos 13, hoy ya somos 25 los que andamos en esta fascinante entretenimiento.

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