El jueves y viernes santos en la ciudad se registraron una que otra novedad, la mayoría de los participantes vivieron estos días a su acomodo dentro de las tradiciones y costumbres, y según las circunstancias que los rodearon. O sea que fue una Semana Santa normalita.
Algunos vendedores ambulantes hicieron su agosto, especialmente los que ofrecieron pasteles, aguapanelas y otras clases de refrescos, más no los que vendían otras mercancías; para estos, su Semana Santa fue un viacrucis financiero.
Dentro de las pocas novedades podemos resaltar, por ejemplo, la ausencia de monseñor Víctor Manuel Ochoa, obispo de Cúcuta, en la procesión del viacrucis diocesano; la lluviecita cansona molestó a más de uno cuando se iniciaba a las ocho de la mañana.
Otro evento para anotar fue el día sin carro, que despejó el ambiente para caminar con más soltura a lo largo y ancho de calles y avenidas. Y para agregar, el nuevo sitio de peregrinación en el cerro Jesús Nazareno en el barrio Antonia Santos.
César Obando | La Opinión