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Una fiesta de 15 años inolvidable en medio de la pobreza

La abuela de Dariluz Pino, quien también ha sido su madre, ahorró durante dos años para el agasajo en la humilde casa de tablas.

La carretera que conduce hacia Puerto Santander fue adornada por la alegría y elegancia de Dariluz Pino, quien caminaba sonriente por la vía, exhibiendo su vestido color dorado, con una corona en su cabeza, tras salir de la misa en la que le agradeció a Dios por cumplir sus 15 años.

El sonido de las bocinas de los carros que circulaban por la vereda Puerto Nuevo no la dejaban pasar inadverida. La emoción y la importancia de la fiesta de quince años que vivía no las perdió en ningún momento.

Su destino no era un lujoso club ni un salón de eventos adornado donde bailaría Tiempo de Vals, la canción insignia de los quince años. Era su humilde casa, de tablas y piso de arena.

Mientras ella continuaba su recorrido sobre el asfalto, en la vivienda, ubicada sobre la orilla de la carretera, al menos veinte sillas plásticas rodeaban la mesa con globos y el número 15, en honor a la agazajada.

Sin embargo, en la mesa no había torta. 

“Yo sé que no es una fiesta como la de otros quince años, pero sé también del esfuerzo que mi mamá (abuela) hizo porque este fuera un día muy feliz”, dijo Pino, mientras agarraba uno de los pocos pasapalos que terminaban de preparar sus primas en la cocina.

Dos años de esfuerzo

(Lidubina Durán, la abuela de Dariluz Pino, ahorró durante dos años para poderle celebrar esa importante fecha.)

Detrás de la alegría que reflejaba Daryluz Pino, celebrando en medio de la pobreza sus 15 años, estuvo la valentía, el amor y la dedicación de su abuela, Lidubina Durán, de 70 años, quien tomó las riendas de su nieta desde los tres meses de nacida.

Vestida de blanco, como la transparencia que le ha permitido sacar adelante a su nieta, Durán confesó que aunque la fiesta no tiene la elegancia y el derroche de cualquier celebración de unos 15 años, sí le tomó al menos dos años conseguir el dinero para no dejar pasar por alto esa importante fecha.

“No sabe los sufrimientos que he tenido. Ahorré sola durante dos años. Ella (Dariluz) no ha crecido junto a sus papás. La tuve desde los tres meses y ahí voy adelante”, contó Durán.

La abuela aseguró que tuvo que criar algunos cerdos y vender galones de gasolina para conseguir $300.000 que le costó un novillo que posteriormente vendió en $1’350.000, cifra que invirtió en la celebración.

“Le alquilé el vestido y compré lo necesario para preparar un arroz mixto y hacer unos pasapalos con gaseosa. Eso sí, no hay nada de licor”, agregó Durán.

Un accidente

Mientras Dariluz caminaba sonriente por su casa, acompañada de primos y vecinos, un recuerdo hizo que se rompiera la tranquilidad que vivía y que su rostro se llenara de lágrimas.

“El único que me face falta es mi primo, que no pudo estar hoy acá conmigo”, dijo la quinceañera, mientras agachaba la mirada para dejar caer sus lágrimas.

Su ser querido sufrió un accidente de tránsito que lo mantuvo hospitalizado mientras recibía atención médica.

El consuelo de su abuela terminó con un abrazo que le devolvió los ánimos para continuar celebrando su fiesta.

Los sueños

(Dariluz Pino celebró su 15 años en medio de una casa de tabla, techo de zinc y piso de arena. El amor de su familia complementó su fiesta.)

Vivir entre tablas, techo de zinc y arena, no ha sido impedimento para que Dariluz Pino construya su proyecto de vida y tenga las ilusiones intactas para salir en busca de cumplir sus objetivos.

“Quiero estudiar odontología y devolverle a mi mamá (abuela)  todo lo que me ha dado en la vida”, dijo Pino.

Actualmente cursa octavo grado y espera que pasen pronto los tres años que le hacen falta para graduarse como bachiller y empezar a escalar en busca de sus propósitos.

Pino es oridunda de Valledupar (Cesar), pero desde los tres meses de nacida se quedó a vivir con su abuela en esta zona rural de Cúcuta, rodeada del campo.

No tiene recuerdos con sus papás, por lo que valora la presencia y el amor que le da su abuela, o su mamá, como ella misma la llama.

El amor de familia juega un papel importante en la vida de Dariluz, quien no se cansa de resaltar la unión y la felicidad familiar que la embargan.

Las lágrimas no quedaron en un segundo plano. La tristeza y la emoción se mezclaron para llevar a la quinceañera a un estado de emoción que le permitió vivir un día inolvidable.

“Esto quedará guardado para siempre en mi corazón. Todas las personas podemos ser felices en el entorno que nos dé la vida. Seguiré dedicada a retribuirle a mi mamá (Lidubina Durán) todo lo que ha hecho por mí”, dijo la cumpleañera.

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Andrés Julián González
Andrés Julián González Pardo
Sábado, 28 de Septiembre de 2019
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