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Cúcuta
Vecinos piden recuperar antigua escuela de El Salado para actividades comunales
Hasta hace dos décadas este espacio funcionó como lugar de enseñanza, hoy solo tres salones y los baños quedan en pie.
Viernes, 10 de Julio de 2015

Manchas, una perra criolla, es la guardiana de las ruinas de la antigua escuela N° 44 de El Salado, que funcionó hasta hace dos décadas en la antigua estación del ferrocarril.

Su dueño,  José Marcelino Camargo, la instaló en uno de los abandonados salones, donde sus hijos y nietos aprendieron a leer y escribir. El animal se pasea por  el recinto en medio de hojas secas y basuras.

Vivo en un apartamento pequeño y no tenía donde meter a la perra por lo que la metí en el salón para que tuviera un techo, y ayudara a espantar a los vándalos”, explica Camargo.

Mientras le lleva una taza de agua y comida a Manchas recuerda cómo él y sus vecinos jugaban en el explanado terreno que quedó de la estación del ferrocarril.

“Yo estudié hace 52 años en esta escuela,  y aunque ya no queda nada de ella, tengo intacto en mi memoria cada uno de los salones”, dice emocionado.

Camargo también recuerda  haber esperado el ferrocarril en la estación, unos dos años antes de utilizar su sede como salón de clase.

Cuando la estación se cerró, en el recinto se habilitó la escuela del barrio.

Lo que quedó

Hoy, solo tres salones y los baños quedan en pie. Este bloque fue el último que se construyó antes de que la escuela se trasladara unas cuadras más abajo y se convirtiera en el Colegio Municipal Eustorgio Colmenares Baptista.

Con el traslado de la sede los salones quedaron vacíos y los ladrones empezaron ha hacer de las suyas. Pintaron grafitis en paredes y tableros, quitaron puertas y sanitarios y empezaron a utilizar las aulas como guarida.

Los vecinos se quedaron con las ganas de poder utilizar las aulas para actividades comunales. La basura, los malos olores, las grietas, y unos visitantes indeseados se apoderaron de este espacio.

Briceida Camargo vive en la parte trasera de la escuela.

Pese a que en su niñez se sintió privilegiada por vivir al lado de su escuela  porque no tenía que caminar mucho para ir a clase, ahora no piensa lo mismo.

En la temporada de lluvias del 2011 uno de los muros que separa su casa de la escuela se cayó, dejando el patio de su casa al descubierto, por lo que optó por ponerle candado al salón que tiene por vecino para evitar que los vándalos se metieran a su casa.

El año pasado la Gobernación mandó a explanar el terreno y podar la maleza. Esto sirvió para darle mayor visibilidad a la estructura abandonada y corrió por un tiempo a los amigos de lo ajeno.

Sin embargo, la comunidad pidió la recuperación de este espacio, para evitar que siga siendo utilizado como guarida de viciosos y ladrones.

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