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Vivian Polanía Franco, una jueza versátil

A la togada de Cúcuta no le tiembla la mano para enviar a los criminales a la cárcel.

Vivian Polanía Franco lleva 14 años moviéndose por la Rama Judicial. Ella es abogada, especialista en Derecho Constitucional, candidata a magíster en Derecho con Énfasis en Derechos Humanos y, actualmente, es la jueza Primera Penal Municipal con funciones de control de garantías ambulante de Cúcuta.

Quienes la ven por primera vez, no creen que sea jueza, pues su forma de ser, así como de vestir y los 35 tatuajes que tiene por todo su cuerpo, ocultan esa mujer de mano dura en los estrados judiciales. 

Pero quienes ya la conocen saben que cuando viste la toga negra y tiene el martillo de madera en su mano, es implacable al aplicar la justicia. Por eso, tanto fiscales como capturados cuando están ante ella, saben que las decisiones que toma son ajustadas a las leyes y no le da miedo mandar a peligrosos criminales o delincuentes a la cárcel. 

Desde los 18 años de edad, cuando ya estudiaba derecho, comenzó a dar sus primeros pinitos en la Rama Judicial en los centros de resocialización de menores de edad en Bogotá y su consultorio jurídico lo llevó a cabo en la Cárcel Modelo también de esta ciudad, especialmente, en los patios de paramilitares y de delitos sexuales.

Una vez se graduó, entró a trabajar en la sala penal del Tribunal Superior de Bogotá, donde estuvo cuatro meses. Después pasó como oficial mayor en el Juzgado 24 Penal Municipal con funciones de control de garantías en la capital del país, en ese cargo estuvo dos años, y luego fue promovida a la secretaría de ese despacho judicial.

También fue auxiliar de varios magistrados en Bogotá, donde asegura que aprendió muchísimo de todos ellos. Pero cuando su vida profesional iba ascendiendo, a su papá le diagnosticaron cáncer, por lo que tuvo que renunciar a todo, para dedicarle tiempo a él.

“Él requería de mucho más tiempo de mi parte, porque iniciaba el tratamiento y le dio muy duro, pero desafortunadamente no resistió el primer ciclo y falleció”, contó con la voz entrecortada y las lágrimas recorriendo sus mejillas.

Luego de este lamentable episodio, Vivian regresó a la Rama Judicial, pero esta vez en la sala disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura de Bogotá, siendo abogada asesora.

“Toda esa experiencia me ha ayudado a saber que los jueces y fiscales no somos seres supremos, sino al contrario, también nos equivocamos, por eso aprendí a ser una persona con mucha ética”, señaló. 

Cúcuta, su nuevo destino

Después de varios meses de trabajar en ese despacho, la llamaron y le dijeron que en Cúcuta había una vacante para jueza de conocimiento, ella quedó sorprendida por el ofrecimiento, pero la decisión de viajar la debía tomar de inmediato, pues le daban cuatro días para llegar a la capital de Norte de Santander.

Sin pensarlo dos veces y sin conocer nada de Cúcuta, aceptó. “Pensé: esta oportunidad no se me volverá a presentar, a pesar de ser tan joven, entonces dije que sí, cogí mis maletas y los dos gatos que tenía y me vine. Hoy me encuentro muy amañada”.

La jueza lleva cuatro años en la capital nortesantandereana y sostiene que a pesar de ser una ciudad muy compleja, se ha amañado. “Llegué a un despacho súper organizado y con un equipo increíble. Estuve dos años en el circuito de conocimiento como encargada de un juzgado y fue un tiempo excelente”.

Pero lo que ella nunca se esperó fue que su llegada a la Rama Judicial en la capital de Norte de Santander iba a incomodar a algunos, y no es precisamente por su cargo como jueza, sino por su particular forma de ser. Verla caminar con prendas de vestir deportivas o algo sexis por los pasillos del Palacio de Justicia, no le agrada a muchos funcionarios.

“Lo que pasa es que hay muchas mujeres que piensan que yo ando buscando quitarles los novios o esposos, pero no, quiero dejar muy en claro que si me visto como me visto es porque me gusta y como nadie me mantiene, compró lo que a mí me gusta. No es como dicen que yo soy bendecida y afortunada, solo vivo de mi sueldo”, manifestó.

Por eso, una vez terminó el encargo, Vivian Polanía decidió salir tres meses a vacaciones, mientras que lograba quedar como jueza Primera Penal Municipal con funciones de control de garantías ambulante de Cúcuta.

La jueza de Cúcuta amante del CrossFit En ese tiempo de descanso fue que ella conoció el CrossFit y decidió dedicarse a eso, hoy ya lleva más de un año practicando ese deporte, dedicándole casi seis horas diarias.

Un cambio total

Pero si como jueza Vivian ya había despertado amores y odios, por su forma de ser cuando está en las audiencias concentradas, no se imaginaba lo que tendría que comenzar a vivir ahora que se había convertido en una ‘chica CrossFit’.

Ella se declara enemiga de las operaciones porque considera que se pone en riesgo la vida, “aunque respeto a todas las personas que deciden operarse, pero lo mío esta en este deporte, con el que he logrado sacar piernas, brazos, abdomen y hasta cola”.

Por eso cuando ella regresó al Palacio de Justicia de Cúcuta, luego de esas vacaciones, quienes la conocían quedaron sorprendidos al ver su cambio físico. Además, comenzó a provocar revuelo cuando se hizo famosa por medio de Instagram, donde tiene más de 50.000 seguidores.

Y es que Vivian pone a temblar a sus seguidores cada vez que publica fotos muy llamativas o cuando muestra cómo son sus rutinas diarias de ejercicios, los cuales hace en un pequeño rincón de su apartamento, donde vive con tres gatos.

“Yo no soy la única persona que tiene un perfil de Instagram donde muestro mis resultados por el CrossFit, si ven otras mujeres, hacen lo mismo, precisamente cuando uno logra algo por medio de este deporte es bonito mostrarlo por todo el esfuerzo que se hace”, sostuvo.

Ella manifestó que solo tiene perfil en Instagram, “no me gustan las otras redes sociales, por eso no tengo ni Facebook o Twitter, precisamente porque la delincuencia aprovecha esos sitios para hacer de las suyas, asustando a las personas”.

También explica que, “uno no se toma fotos por tomárselas o para que la gente les den ‘like’, sino que cuando se obtiene un gran número de seguidores, las empresas y los diseñadores empiezan a buscarte para dar descuentos o para pagar por promocionarlos”.

Precisamente, a raíz de esas fotos, muchos de sus detractores se encargaron de denunciar su primer perfil en Instagram y esta red social la bloqueó, sin embargo, ella no se dejó apabullar y volvió a abrir otra cuenta, donde hoy se muestra feliz y diferente a esa “dama de hierro” de los estrados judiciales.

La gente no sabe el daño que hacen solo por los chismes. Yo, en la cuenta pasada que me bloquearon, ya estaba siendo patrocinada por dos marcas de ropa en Estados Unidos, por ejemplo, por cada prenda que mostraba y era comprada por alguna persona, a mí me daban el 30% de la venta o me enviaban ropa gratis. Eso no es negocio ilícito, por el contrario es una forma de trabajar bien, sin hacerle daño a nadie. Hay otras personas que usan Instagram para vender fotos desnudas, pero yo no hago eso”.

Agregó: “cuando conocí este deporte, me enamoré del CrossFit. Y en Instagram lo que hago es mostrar eso, pero cuando la gente comenzó a verme mi Instagram, explotó y gané muchísimos seguidores. Solo quiero decirles que yo no estoy buscando marido, mi personalidad es descomplicada y siempre me visto así”.

Para ella es claro que su mundo en Instagram no involucra su condición de jueza. “Yo puedo hablar con la gente que quiera. Lo que si le dejo claro es que si me vienen a preguntar por algún proceso, no le voy a decir nada, porque soy absolutamente cerrada con mis procesos”.

A pesar de los comentarios que hacen de ella en la Rama Judicial, la jueza Vivian Polanía afirma que seguirá normalmente con su vida y que en Instagram continuará enamorando a más de uno, “porque así soy yo”, para que le sigan proponiendo hasta matrimonio, como ya lo han hecho.

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Sábado, 5 de Septiembre de 2020
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