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Cúcuta
Voluntarios no se detienen en tiempos del coronavirus
Más de 15 personas cumplen con esta labor entregando ayudas en Cúcuta y su área metropolitana.
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Lunes, 11 de Mayo de 2020

Sin importar la difícil situación que atraviesa el país debido al coronavirus y teniendo en cuenta que cada día arriesgan su vida y la de sus familias al salir a prestar su labor como voluntarios en la entrega de ayudas humanitarias, ellos se mantienen en la lucha. 

La Fundación Horizonte de Juventud (Funhojuv) es una oenegé ubicada en Villa del Rosario, que desde hace más de 16 años viene trabajando en articulación con más de 50 voluntarios en pro de ayudar a los más vulnerables. 

Actualmente, solo 15 personas están directamente comprometidas con prestar su voluntariado en medio de la cuarentena, esto con el fin de evitar el contagio y la propagación del virus, pero sin dejar de trabajar en conjunto con otras entidades para cooperar en las entregas de alimentos a quienes más lo necesitan. 

“Nuestra labor como voluntarios es de compromiso y vocación. Tenemos la sed de servicio, de colaborar y ayudar a la comunidad, y aunque en medio de esta crisis todos hemos tenido algún tipo de temor, esto se puede persuadir si usamos todas las medidas de protección”, dijo Yvan Colina, coordinador operativo y logístico de la Funhojuv. 

Jony Cifuentes, Director General y Fundador de la Fundación Horizonte de Juventud, manifestó que, aunque en un principio su misión principal era trabajar por los jóvenes, hoy en día la organización tiene tres campos de acción: disminución de la pobreza, búsqueda de Dios y preservación del medio ambiente. 

“Buscamos soluciones para las personas en condición de pobreza, también todo lo que tiene que ver con la persona en su búsqueda de Dios, de la paz, la felicidad, etc., y el cuidado del ambiente, todo esto ayudando a los más vulnerables como los refugiados, migrantes y víctimas de la violencia”, dijo Cifuentes. 

Viviana Angarita, una de las voluntarias de la fundación, indicó que decidió unirse a esta labor porque le nace ayudar a las personas, no solo en los momentos buenos sino también en los más difíciles, tomando como ejemplo la situación actual. 

“Mi vocación es apoyar en momentos de crisis, que no se sientan solos, que se sientan apoyados de alguna u otra forma. No solo alegramos la vida de otros, también alegramos las nuestras porque hacemos lo que nos gusta y ayudamos a los que más lo necesitan”, mencionó Angarita. 

La joven añadió que, gracias a la tecnología, prestar el voluntariado en medio de la crisis por la pandemia ha sido más práctico y fácil, ya que a través de las redes sociales también generan una movilización social de manera voluntaria. 

“Nos ha servido mucho la era digital porque hemos orientado a la comunidad y les indicamos sobre los cuidados que hay que tener. Nunca he sentido temor porque voy con Dios, lo hago por vocación y de corazón”. 

A través de videos, imágenes y textos, los voluntarios utilizan las redes como Facebook y WhatsApp para orientar a las personas en todo lo relacionado con la prevención de la enfermedad. 

Los voluntarios indicaron que, aunque hay mucha necesidad de alimentos, también hay una escasez de atención psicológica, puesto que en medio del cambio tan radical que la vida ha dado, aún hay personas que no han asimilado la situación y sufren problemas emocionales. 

El psicólogo Carlos Pérez dijo que en situaciones tan críticas y tensionantes como las que está viviendo el país, contar con el apoyo y acompañamiento de otros es fundamental, resaltando que los voluntarios dedican su tiempo y esfuerzo en ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. 

“El voluntariado llega a donde el Estado no puede y es allí donde se genera el impacto. Se convierten en la voz de quienes han sido silenciados. Tienen capacidades de liderazgo siempre pensando en el bien común, el cambio y ayudar, siempre ayudar a pesar de las situaciones”, afirmó Pérez. 

Migrantes como voluntarios 

Damaris Parra es una migrante venezolana que desde hace un mes decidió convertirse en voluntaria de la organización, ya que para ella ayudar al prójimo es un orgullo, pues hace lo que más le gusta. 

“Fui voluntaria en Venezuela en una casa de alimentación donde ayudamos a niños, jóvenes y personas de la tercera edad. Para mí es una dicha ser voluntaria, es como ver mis sueños realizarse, pero uno de mis mayores temores es que debido a lo que estamos viviendo, no pueda seguir ayudando a la comunidad”, sostuvo Parra. 

Los voluntarios invitan a la comunidad en general para que continúe acatando todas las medidas de prevención y de esa manera evite la propagación de la enfermedad al momento de entregar las ayudas. 

De las tribunas a los barrios 

Dejaron las diferencias a un lado, y en medio de la crisis económica que atraviesa la ciudad, la Banda del Indio decidió desplegar sus banderas y entonar sus cánticos recorriendo los barrios más vulnerables de su amado Cúcuta. 

La pasión rojinegra traspasó las tribunas, y su amor por el balón, la hinchada y el equipo, se transformó en la necesidad de ayudar a los más necesitados, entre ellos a los habitantes de calle, a los cuales han repartido más de 250 comidas. 

“Muchas personas siempre nos han visto como los malos o delincuentes solo porque llevamos tatuajes y defendemos lo nuestro, pero se les olvida que somos seres humanos capaces de ayudar, porque todos somos una familia en la hinchada”, dijo uno de los integrantes de la Banda del Indio que prefirió no ser identificado. 

A través de sus propias gestiones y en articulación con algunas organizaciones, los hinchas han recolectado alimentos por toda la ciudad, haciendo posible que más de 100 familias puedan tener algo en su nevera o despensa para pasar la cuarentena. 

“Sabemos que afuera de las casas hay una enfermedad rondando, pero no pensamos en eso. Ser voluntario es algo que nace en cada uno, no es una obligación y nosotros tratamos siempre de cuidarnos al salir, porque si las personas no se contagian de la enfermedad, el hambre sí se propaga rápido”, afirmó el hincha. 

Portando siempre su camiseta, guantes y tapabocas, se han convertido en los voluntarios rojinegros que, sin esperar nada a cambio, se enfocan en brindar ayudas solidarias a niños, adultos y personas de la tercera edad. 

Entre semana recorren distintos barrios y comunas de Cúcuta y su Área Metropolitana llevando mercados y refrigerios. Su misión es llegar a los lugares más remotos y olvidados, que por una u otra razón no han sido beneficiados con las ayudas del Estado. 

Una entrega que transforma 

Diego González, líder y miembro de la iglesia Centro Cristiano de Villa del Rosario, sostuvo que su labor como voluntario no está relacionada con gestiones de entidades públicas, sino con la colaboración de algunos miembros de la congregación que solo buscan brindar una mano amiga para ayudar a quienes más lo necesitan en medio de esta difícil situación. 

“Algunas familias ya las conocemos, otras las vamos mirando en el sector y no tenemos ningún criterio para ayudar, porque desde que podamos, solo basta con que la familia lo necesite y nosotros lo hacemos”, dijo González. 

El líder cristiano señaló que su objetivo no es evidenciar a través de fotografías y videos sus obras, pues esta es una tarea que se hace con respeto y responsabilidad, a fin de no exponer públicamente a las personas que reciben las ayudas. 

“Consideramos que no está bien que esas familias sean tenidas vistas con lástima por el resto de la población, y lo que venimos haciendo es proyectarnos para bendecir otras 24 familias en el barrio Galán de Villa del Rosario, todo esto con la gestión de los miembros de la iglesia que nos quieran colaborar”. 

Más allá de ofrecer un mercado para los más vulnerables, su misión es llevar una sonrisa y una palabra de aliento que motive a los más necesitados en alimentar su alma y espíritu. La mayoría de las familias beneficiadas no se dan por enteradas que recibirán esta ayuda, por lo que cada entrega es una sorpresa que alegra los corazones de cada niño, padre o abuelo que la recibe. 

*Deicy Sifontes | Practicante de Periodismo

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