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Colectivo promueve la lectura como arma contra la depresión en los jóvenes

Juventudes Literarias hace un aporte social en Cúcuta, desde el 23 de agosto de 2013.

La presión social que ejerce la sociedad, incluso los parientes, quienes a diario hacen preguntas como: ¿Tiene pareja? ¿Esa carrera si da para vivir? ¿Cómo va la universidad?, pueden producir en los jóvenes una tendencia a baja autoestima y desencadenan en enfermedades como la depresión.

Tal es la historia de Víctor Monteverde, de 21 años. Él, para contrarrestar esa presión, lleva una vida entre libros y el hábito lo ayuda a convivir con recuerdos amargos como los que tuvo con su mamá, debido a una compleja situación económica que lo obligó a vender frutas en las calles.

“A los conductores les decía mentiras, que no tenía familia y esa era mi única forma de sustento”, explicó Víctor mientras terminaba de leer un texto con sus amigos de Juventudes Literarias.

Se trata de un colectivo juvenil cucuteño al que acuden todos los viernes jóvenes de diferentes estratos sociales, buscando desahogarse de sus problemas al tiempo que se adentran en los libros de autores como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y del Marqués de Sade, con su poético erotismo.

(Al tiempo que leen comparten experiencias de vida y se crean amistades.)

El colectivo empezó sus labores el 23 de agosto de 2013, en Cúcuta, con el objetivo de reunir a jóvenes lectores y no lectores entorno a un libro y a una taza de café caliente. 

Esta meta se vio interrumpida por un objetivo aún mayor, ser un espacio terapéutico en el que los adolescentes podían pasar desde dos horas hasta toda una tarde dialogando sobre sus problemas y hacer una pausa con la lectura.

Javier Vargas, de 18 años, explicó que Juventudes Literarias es un espacio emocionante debido a que “se lee, por ejemplo, el Diario de Ana Frank y se conoce la historia que se vivió en un campo de concentración nazi, durante la Segunda Guerra Mundial”.

Luego la conversación giraba en torno al por qué de la férrea y monótona relación de algunos padres con sus hijos. 

“Muchos aportábamos nuestros testimonios, llegábamos a llorar y así comenzaba a entretejerse la confianza, a la vez que se sanaban heridas que nunca fueron mencionadas”.

Vargas añadió que tras merodear entre varios colectivos juveniles, su paso por Juventudes Literarias le mostró que sus problemas se podían disipar con algo tan sencillo como tomar una taza de café y concentrarse en la lectura.

Literatura como terapia

(Los jóvenes se reúnen en la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero.)

Aunque el imaginario colectivo apunta a que para tratar problemas o dificultades es necesario consumir antidepresivos o asistir a terapias en las que muchos, como Javier, piensan que no hay un resultado favorecedor, la lectura es una estrategia de meditación válida y recomendada por profesionales en el campo de la salud mental. 

“Si las personas supieran la importancia que tiene la lectura para aliviar los problemas que los aquejan, las librerías no darían abasto para la demanda de clientes”, explicó Aura Sierra, psicopedagoga con más de diez años de experiencia.

Para Sierra, el caso de Juventudes Literarias constituye un ejemplo claro de la estrategia que se maneja con actividades como tejer, bailar e incluso cocinar: hábitos de meditación que relajan la mente y mitigan los pensamientos recurrentes que pueden volver loco a cualquiera. 

La lectura se ha convertido en una actividad que ha logrado potencializar la vida de los integrantes de Juventudes Literarias, quienes desde que tuvieron contacto con las primeras líneas de un libro, ingresaron a un oasis en medio del desierto.

Kevin Beltrán | Practicante de periodismo

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Viernes, 15 de Noviembre de 2019
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