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Constain y sus ensayos históricos

La nueva obra del payanés es ‘Ningún tiempo es pasado’.

En 226 páginas se puede hacer un profundo y entretenido recorrido por la Primera Guerra Mundial, el Día ‘D’, el asesinato de Rafael Uribe Uribe, la batalla de Waterloo, así como el apasionante viaje de Humboldt a Colombia, la locura de Syd Barrett, el fundador de Pink Floyd, entre otros temas de un pasado que aún no se ha terminado de escribir.

Esta es la propuesta de Juan Esteban Constain con su libro ‘Ningún tiempo es pasado’, una selección de sus ensayos históricos, escritos durante los últimos años sobre estos temas y que ha publicado en distintos medios de comunicación.

El escritor payanés se ha destacado por libros como ‘Los mártires’, ‘El naufrago del imperio’ y ‘¡Calcio!’, con el cual obtuvo el Premio Espartaco de Novela Histórica de la Semana Negra de Gijón (España), además de ‘El hombre que no fue jueves’, Premio Biblioteca Narrativa Colombiana (2014).

¿Por qué mirar hacia el pasado?

Cuanto más avanza y progresa la especie humana, también progresa el pasado, lo cual es interesante. Hoy sabemos mucho más del pasado que hace diez años y dentro de 30 años tendremos mucha más información para adentrarnos en el pasado con mayor rigor y precisión. Es el caso del descubrimiento de Machu Pichu a principios del siglo XX, lo que generó una distancia en el conocimiento que se tenía en el siglo XIX y lo que se empezó a saber en el XX.

¿Un pasado vivo?

El pasado tiene una gran cantidad de zonas grises que no se pueden conocer o que sólo se pueden conocer gracias al progreso, lanzando unas luces hacia atrás que nos ha permitido conocer muchas de esas zonas grises.

¿Cómo inició la creación de este libro?

Mi oficio en la vida es ser papá, de tiempo completo y el otro, el de columnista, que uno empieza por hobbie y luego se le vuelve como una amante con todas las implicaciones.

Al mismo tiempo, escribo unos ensayos más largos que una columna. Un día, revisando papeles, me di cuenta que con todos estos textos se podía hacer un libro que tuviera una unidad, donde el hilo conductor fuera la historia, con una apuesta literaria. Hablo de historia pero a través de textos literarios.

¿Cómo es esa relación entre literatura e historia?

Las novelas son ficciones que me sirvo de la historia, en cambio esto es al revés, es historia que me serví de la literatura para contarlo. Así fue este libro.

¿Un libro creado con textos escritos de manera independiente?

El azar fue generando las posibilidades de darle unidad a esa cantidad de textos. Muchos de ellos eran conmemorativos, porque en el periodismo la pasión conmemorativa alimenta el cierre de las ediciones. Por fortuna me tocó el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial y el tiempo es un instrumento conmemorativo.

¿El siglo XX, clave en la historia?

El siglo XX es un cambio exponencial con respecto a los siglos anteriores. Un hombre del siglo XVII se encuentra con un hombre del siglo XIX y salvo algunos cambios, tienen un sistema de referencias bastante común, pero entre cualquier hombre de esos siglos y un hombre del siglo XX, existe un abismo, desde la mentalidad hasta la técnica. De ahí que exista un énfasis especial, tanto en las conmemoraciones como en la introducción.

¿Qué fue lo más difícil?

Al escribir mi preocupación es literaria, es tratar de encontrar un lenguaje en el cual me sienta cómodo y en el cual creo que puedo tener una comunicación con los lectores. A diferencia de la ficción, en este libro no invento nada, todo es real, todo ocurrió y todo está documentado. Con una narrativa que le pueda llegar a todo el mundo.

¿Cómo ve la historia en el actual mundo editorial?

Hay un interés de los lectores por el pasado muy grande. Leen novela histórica, leen cronología, los libros que más se venden son de historia, entonces eso se ve en los textos o ensayos de historia periodísticos, que se comparten y se viralizan por las redes sociales.

¿Hay futuro con los jóvenes y la lectura?

Las sagas son el futuro de los libros. Mis hijas leen el Diario de Greg, que son un montón de libros y luego pasaron a Harry Potter, que es una bendición para el mundo, porque un niño que lee a Harry Potter se vuelve lector, descubre la pasión por los libros. Siempre escucho a mis colegas, cuando les preguntan por sus lecturas de infancia, que hablan de Julio Verne, yo no creo que la educación sentimental de mi generación no era eso, uno llega a Verne luego, como a los 14 años, porque antes lo que uno hacía era ver televisión.

Por eso, yo no creo que un niño de hoy tenga la posibilidad de conectarse fácilmente con la gran literatura infantil del siglo XIX y siglo XX.

¿Ahora en qué está trabajando?

Estoy tratando de hacer una novela con menos historia que las anteriores, tratando de que no se vuelva fórmula, aunque al final siempre se mete algo.

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Colprensa
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Domingo, 23 de Septiembre de 2018
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