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El gran aporte de Alberto Donadío al periodismo investigativo en Colombia

Ha escrito cerca de 20 obras sobre hechos y personajes relevantes de la nación.

Con los resultados de sus trabajos de investigación, con sus libros publicados, que tienen el alcance de documentos de consulta, con ese ejercicio de su conocimiento aplicado a la interpretación y el análisis de hechos específicos, de interés público, Alberto Donadío le ha aportado al periodismo en Colombia un valor sustantivo. Le ha puesto la fortaleza de la revelación de asuntos que de haber permanecido ocultos equivaldrían a una trampa de desinformación.

Donadío nació en Cúcuta en 1953. Son sus padres María Teresa Copello y Fausto Donadío. Este llegó a la ciudad en 1938, procedente de Italia. Se vinculó al comercio y fundó el almacén La Corona, en la avenida 5 con calle 11, el cual estuvo abierto durante 60 años con mucho movimiento. Actualmente, con 94 años de edad, vive en Medellín.

Egresado de la Universidad de los Andes, con título de profesional del derecho, Alberto Donadío se vinculó a la redacción de El Tiempo entre 1972 y 1987. En este periódico pone en marcha la Unidad Investigativa, en compañía de Daniel Samper Pizano, con quien se identifica en la búsqueda de nuevas dinámicas para el periodismo  en Colombia. Los dos abren ese camino, a través del cual  se hicieron visibles muchos casos que han generado detrimento al patrimonio público o afectado intereses de la nación.

Donadío es un escritor constante sobre temas que hacen parte de la historia política del país en sus diferentes vertientes. Algunas de sus obras tocan temas financieros, cuyos manejos cruciales se han convertido en piedra de escándalo y han puesto a sus actores en el ojo de la tormenta o en el banquillo de los acusados.

Son numerosas las columnas de opinión que ha publicado en medios impresos. Ahora escribe en El Espectador. Sus libros son cerca de 20, todos relacionados con acontecimientos y personajes relevantes. Estos son los títulos de sus obras: Banqueros en el banquillo (1983), Por qué cayó Jaime Michelsen (1984), El espejismo del subsidio familiar (1985), Los hermanos del Presidente (1993),  La guerra con el Perú (1995), Yo, el Fiscal (1996), La mente descarrilada (1997), El uñilargo, la corrupción del régimen de Rojas Pinilla (2003), Los farsantes (2003), Galvis Galvis o el carácter: cartas privadas de un hombre público (2007), El montaje (2008), Que cese el fuego: homenaje a Alfonso Reyes Echandía (2010), Guillermo Cano, el periodista, y su libreta (2011), La llave de la transparencia: el periodismo contra el secreto oficial (2012), El cartel de Interbolsa (2013), Los italianos de Cúcuta (2014).

Conjuntamente con Silvia Galvis escribió, Colombia nazi (1986) y El Jefe Supremo (1988).

Invitado especial a la reciente Fiesta del Libro de Cúcuta, Alberto Donadío volvió a la ciudad para hablar de su libro Los italianos de Cúcuta y, en general, de su obra y el periodismo.

¿Con qué rastros de sus italianos se reencontró en Cúcuta en su reciente visita a la ciudad?

-Aparte de encontrarme con primos como Lulú Reyes Copello, Teresita Morelli, Marco Aurelio Morelli, Eduardo Morelli, toda visita a Cúcuta es gloriosa para quienes nacimos aquí y añoramos el masato, los pasteles de garbanzo, los cortados y los arrastrados del Circo. Caminar por las calles del centro de Cúcuta es revivir el trayecto que yo hacía hace medio siglo con mi nono Antonio Copello de su casa en la avenida 2 número 10-73 hasta su oficina en la séptima con séptima. Cuando uno tiene muertos enterrados en el suelo de Cúcuta, sigue siendo de Cúcuta aunque esté viviendo lejos.

¿Cómo vio a la Cúcuta del siglo XXI?

La ciudad está muy agradable, el centro es caminable, no hay la congestión de tráfico de otras partes. Me dijeron que el cantante Marc Anthony estuvo hace poco y dijo que le había gustado más que Medellín. Ahora soy fan absoluto de Marc Anthony.

Usted ha puesto mucho énfasis en el periodismo investigativo. ¿Cree que los medios colombianos lo están haciendo bien en ese campo, en asuntos que tienen tanta incidencia en la vida nacional?

Sí, el periodismo investigativo que iniciamos como pioneros en los años 70 con Daniel Samper Pizano, y después con mi primo cucuteño Gerardo Reyes Copello, está hoy muy difundido y muchos periodistas lo ejercen muy bien. Lo que pasa es que Colombia se volvió una narco-corruptocracia y los lectores se fatigan de ver que todo está podrido. Llevo treinta años diciendo que en cualquier parte donde se ponga el dedo, sale pus. La frase hasta me la robó el presidente Santos, que la ha usado en discursos.

¿Qué calificación tiene para el periodismo de Colombia?

Brilla más por el esfuerzo individual de muchos periodistas que por el de los medios. Tenemos grandes periodistas como Germán Castro, María Jimena Duzán, Gonzalo Guillén, Juan David Laverde de El Espectador y muchos otros. Gerardo Reyes es el único latinoamericano que ha ganado el Premio Pulitzer, el Premio Maria Moors Cabot y el Premio Peabody.

¿A cuáles temas está dedicado?

Voy a publicar un libro sobre el asesinato de Rodrigo Lara Bonilla en 1984 con revelaciones totalmente inéditas.

¿Qué le falta por hacer?

Escribir la historia de la Unidad Investigativa de El Tiempo, que fundamos en 1972 con Daniel Samper Pizano.

¿Cree posible la paz en Colombia?

Claro que sería bueno que se firme un acuerdo con las Farc, pero el principal problema de Colombia es que los gobernantes elegidos se roban el presupuesto. La subversión en las alcaldías y gobernación es más peligrosa que la guerrilla.

¿Qué otros problemas del país le preocupan?

El narcotráfico. Será imposible la paz si hay un negocio criminal que opera a sus anchas en todo el país.

¿Cuál es su percepción de la crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela?

No es culpa de Venezuela que Cúcuta no esté integrada a Colombia. Todos los dirigentes del departamento y todos los gobiernos nacionales son responsables del aislamiento de Cúcuta, que siempre ha estado a merced de autoridades caprichosas o dictatoriales en Venezuela.

¿Cómo ve a Norte Santander en el conjunto de la nación?

Apartada y alejada. Colombia tiene 200 años y no existe una carretera que comunique a Cúcuta en tres horas con las vías troncales del país. Una verguenza.

Domingo, 27 de Septiembre de 2015
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