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Cultura
Escritor colombiano hace un análisis histórico del insulto
Juan Álvarez publicó el libro Insulto, un breve recorrido que parte de los momentos previos a la Independencia.
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Colprensa
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Viernes, 23 de Marzo de 2018

Ofender, retractarse ofendiendo aún más, usar las redes sociales para este fin, siempre parecen reacciones espontáneas que surgen de una rabia casi imparable, pero históricamente el insulto ha sido una exitosa estrategia para diferentes objetivos, incluso ganar elecciones.

Durante sus estudios de doctorado en Estados Unidos, el escritor colombiano Juan Álvarez se interesó por el uso del insulto, no solo en tiempos de la comunicación e hiperconexión, sino también haciendo un análisis histórico de cómo este tipo de agresión verbal ha sido protagonista desde el inicio de la independencia.

Alejándose de la ficción, Álvarez trabajó este manuscrito que luego se convirtió en el libro ‘Insulto. Breve historia de la ofensa en Colombia’, que va desde los momentos previos a la independencia, pasa por ‘El Bogotazo’, que cumple 70 años, y termina en las secciones de comentarios que actualmente incendian las páginas web de los medios de comunicación, sin dejar de lado al polémico Fernando Vallejo.

Desde la academia

¿Cómo surgió la idea de hablar del insulto?

El manuscrito inicial es mi tesis de doctorado que luego sufre una transformación, en parte por voluntad mía. Como el tema era atractivo quería un público más allá del académico, aunque intenté moverlo por ese espacio y no fue posible.

Desde que lo abordé, lo empecé a tratar con una alta carga narrativa, con una buena dosis de escenas, dado que no es una manifestación explícita del lenguaje, sin enfocarme a ciertos insultos o palabras específicas, sino escenarios relativamente complejos con correspondencia en el archivo y en el texto.

¿Difícil lograr su divulgación?

Luego del rechazo de varios lugares académicos aquí en Colombia, decidimos encontrarnos con Editorial Planeta con el acuerdo de transformarlo sustancialmente. Ahí contamos con una editora de la generación millenials quien fue muy hábil en conservar esa sustancia analítica y profunda, hilando una comprensión de cómo los insultos no son destellos irracionales, groseros y abruptos, sino que en muchos escenarios hacen parte de una estrategia muy confeccionada.

Usos del insulto

¿Se había estudiado el insulto?

Muy poco. Hay un libro de un francés de los años 80 donde se estudia el género del panfleto que tuvo su auge en el siglo XIX, cuando las cosas en términos políticos eran mucho más calientes, cuando se estaban incorporando los sujetos políticos, donde podían votar solo hombres con ciertas rentas, tierras y mayores de 35 años.

Así, el panfleto en Francia era fundamental para esa incorporación, y en él, estaba considerado el calentamiento del lenguaje.

En Colombia encontramos practicantes muy consientes como Vargas Vila, quien hizo muchos panfletos. 

¿El insulto en tiempos violentos?

Nunca le he prestado atención a esa extraña ciencia que inventamos los colombianos que llaman ‘Violentología’, que tiene que ver con el registro de la muerte y los actores armados, pero una de las perplejidades con las cuales empecé a pensar en el libro, era esa incomodidad que me producía esa idea binaria donde en un lado está la guerra y en otro el diálogo, que son dos cosas distintas.

¿Qué busca con el libro?

El libro más que una búsqueda de insultos es una manera de pararse en ese intermedio donde la palabra tiene rasgos de fuerza y violencia pero sigue siendo palabra, no ha pasado a ser sangre.

¿Complicado el estudio del insulto?

El insulto es una cosa muy jodida. Estudiarlo implicaba una responsabilidad moral, porque tampoco el libro es una defensa de él.

Mientras lo estudiaba encontré que en el imaginario público existe una equiparación entre el insulto y el daño del lenguaje. Realmente hay muchas otras formas del lenguaje que pueden hacer daño, incluido el elogio, dependiendo las circunstancias, puede hacer mucho daño.

Época electoral

¿Cómo es el insulto en época de elecciones?

Comunicar ideas es muy complicado, es sofisticado, donde un programa serio puede tener más de 250 puntos y poder comunicar y competir lleva mucho tiempo y la democracia está diseñada para no quitarnos tiempo.

Frente a este panorama aparecen los sentimientos, que anudan una gran cantidad de información.

Los políticos lo saben muy bien y la política siempre se ha hecho con emociones.

¿Existe necesidad del uso del insulto?

El insulto está adentro de todo esto porque es un gran catalizador, un lugar en el cual se puede articular el lenguaje con todas las emociones generadas. Una buena oportunidad para observar diferentes escenarios históricos en donde este juego emocional ha operado, no porque seamos tontos, es solo que los sentimientos siempre han funcionado para concentrar un montón de información e ideas.

 

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