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La muerte es un nuevo nacimiento: Sacerdote Gerardo Remolina

El religioso jesuita, exrector de la Pontificia Universidad Javeriana, participó en la 'Fiesta del Libro' de Cúcuta.

Gerardo Remolina es uno de los filósofos y teólogos más importantes del país. Sacerdote jesuita, fue rector de la Pontificia Universidad Javeriana durante nueve años, tiempo en el que logró consolidar a este centro de estudios como uno de los más importantes de Colombia.

Sencillo, sereno, con un discurso cargado de sabiduría y una reflexión en torno al buen morir, estuvo la semana pasada en la 'Fiesta del Libro' de Cúcuta, espacio en el que La Opinión conversó con él sobre este y otros temas relacionados con ese paso inevitable que todos deberemos afrontar en algún momento de nuestras vidas.

En los últimos años la bioética se ha vuelto un tema recurrente para muchos pensadores. ¿De qué es lo que se habla, cuando se debate en torno a ella?

Cuando se habla de ética se está haciendo referencia a la manera correcta de proceder, cómo debemos actuar correctamente. Cuando hablamos de bioética, estamos hablando de la manera de actuar correctamente con relación al ‘bíos’, la vida en general, no solamente la vida humana sino la vida de todos los seres que nos rodean.

Un comportamiento ético con el mundo…

Así es. Estamos destruyendo la biodiversidad, estamos destruyendo nuestra ‘casa común’, como dice el papa Francisco, porque no hemos caído en la cuenta de toda la responsabilidad que tenemos con relación a la vida en general y la vida humana en particular.

En la Fiesta del Libro usted vino a hablar del ‘buen morir’, ¿qué es eso?

El ‘buen morir’ corresponde al ‘buen vivir’. Cómo debemos afrontar lo que es la realidad de nuestra muerte. Se trata de que aprendamos a enfocar ese momento tan trascendental de nuestra vida de una manera serena, tranquila, buena, en el mejor de los sentidos. Se tiene un ‘buen morir’ cuando se ha tenido una vida buena.

Vida buena entendida cómo…

Los filósofos griegos, en concreto Aristóteles, hablaba cuando se refería a la ética del buen vivir o del vivir bien, a la búsqueda de la felicidad en diversas formas, bien sea como búsqueda de la sabiduría, como búsqueda del bien común o de la satisfacción personal que se debe sentir frente a nuestra manera de proceder.

Volviendo a la muerte, es inevitable temerle, ¿no?

Temerle a la muerte es un instinto que todos llevamos dentro y que nos favorece porque nos permite afrontar las dificultades que tenemos en la vida. Sin embargo, todos debemos prepararnos para la muerte. Uno de los grandes filósofos, Martin Heidegger, decía que el ser humano es un ser para la muerte. Siempre, en toda nuestra vida, estamos amenazados o acompañados por la muerte, por eso, no debemos permitir que nos coja de improviso. Debemos llevar una vida honesta, regida por principios éticos que nos permitan, el día que nos llegue esa inevitable realidad, estar preparados porque hemos llevado una ‘vida buena’.

Y cuando la muerte está precedida por el dolor, como una enfermedad terminal, ¿se puede hablar también del ‘buen morir’?

Cuando el dolor y el sufrimiento anteceden la muerte, esta se puede afrontar a partir de la fe que se tiene. Una fe positiva, en la esperanza de encontrar a Dios; o una fe negativa, en el sentido de decir ‘esto se acabó definitivamente’, ‘voy para la nada’, ‘voy para el vacío’. El problema propiamente bioético está es en cómo puedo disponer de ese momento de la muerte, si es que es decisión mía decir ‘todo se acabó’ y proceder a una eutanasia u homicidio por piedad.

La eutanasia, en algunos casos, pareciera ser la forma más digna de morir, ¿no?

La dignidad no se pierde por el hecho de que estemos acabándonos física y sicológicamente, pues ella no es un valor biológico ni sicológico, sino que es un valor del ser humano, que siempre, en todas las circunstancias, es digno.

No es un tema fácil para una persona que está afrontando sus últimos días bajo la inclemencia de una enfermedad terminal…

Lo sé, por eso la fe aquí juega un papel fundamental. Ella es la que me puede ayudar a asumir de una manera digna, responsable, ese dolor, con la ayuda, claro, de los avances de la medicina que pueden hacer que el dolor sea mínimo en los enfermos terminales.

Finalmente, llevamos una vida buena y tenemos un ‘buen morir’ pero, ¿qué sigue?

No sabemos exactamente qué nos vamos a encontrar al morir, nadie lo sabe, nadie lo ha podido experimentar antes. Creo que la única persona que nos lo puede decir, es la persona de Cristo, desde el punto de vista de nuestra fe. Él experimentó la muerte y nos dijo que lo que nos va a esperar, de una manera metafórica y poética, es el regreso a la ‘Casa del Padre’. La muerte es un nuevo nacimiento.

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Jhon Jairo Jácome Ramírez
Lunes, 5 de Septiembre de 2016
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