La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Cultura
La vida cambia detrás de una nariz roja: ‘Gafhuchis’
Leidy Briceño lleva siete años regalando la medicina de la alegría a niños enfermos en Cúcuta.
Image
La opinión
La Opinión
Domingo, 15 de Noviembre de 2020

Las salas de hospitalización generalmente se caracterizan por el ambiente de tristeza, dolor o inconformismo debido a que quienes permanecen allí, pueden presentar cambios de ánimo por la incertidumbre que provoca estar internado.

A nadie le gusta estar enfermo, sin embargo, hay personas que dedican su tiempo para ir a estos lugares y no precisamente a ser atendidos o a medicar pacientes, quizás, lo último sí, pero con un remedio mágico: la risa.

Así transcurren los días de Leidy Briceño, una mujer que ha dedicado 7 años de su vida a llevar alegría y buenos momentos a quienes ocupan las habitaciones del tercer y cuarto piso del Hospital Universitario Erasmo Meoz, a niños y niñas que atraviesan momentos difíciles a causa de alguna enfermedad. 

Desde el 2013 se unió a la fundación MejoRía, que, por asuntos administrativos dejó de existir, a partir de allí, sus compañeros y ella decidieron crear la fundación Hospiclown para continuar contagiando de felicidad a quienes lo necesitan.

Lea además Hospiclown busca que la ciudadanía se ponga ‘en los zapatos de un héroe’

Pertenecer al mundo clown no fue fácil. Briceño recuerda que, antes de ser parte de la fundación, era muy tímida y en ocasiones amargada. Sin embargo, logró cambiar estos aspectos negativos en su vida, y ahora además de ser vicepresidente de la fundación, orienta y da clases a quienes  empiezan a integrarse al grupo.

“Ser payaso de hospital requiere una preparación ardua, quienes ya tenemos un poco de experiencia nos dedicamos a enseñarle a los nuevos voluntarios, pero lo más importante que debe tener un clown es pasión, amor por el servicio y compromiso, esos valores hay que trabajarlos cada día y tomarse esta labor seria y responsablemente”, afirmó Briceño. 

Durante la pandemia de la COVID-19 no han podido programar visitas a los hospitales debido al riesgo que esto representaría para la salud de ellos y de los pacientes, sin embargo, se han desarrollado importantes proyectos sociales, ahora en cooperación con Unicef, en el barrio El Talento. Acompañan el programa ‘Caja de Herramientas de aprender a cuidarnos’ donde cada sábado llegan más niños a las charlas informativas y a recibir kits de bioseguridad.

Adicionalmente Briceño coordina el proyecto de ‘Hospiclown Cuentacuentos’,  que tiene 59 voluntarios y consta de una serie de 78 audiocuentos desarrollados durante los cinco meses de aislamiento obligatorio. 

El objetivo es continuar en  diciembre con esta iniciativa contando historias navideñas. 

Así mismo, con el apoyo del Ministerio de Cultura, se adelantó una serie de videos de sensibilización sobre la labor del personal médico durante los últimos meses.

Le puede interesar Jóvenes combaten las enfermedades con risa

Leydi Briceño considera que cada una de estas experiencias dejan huella en su vida, además el agradecimiento no solo de los niños sino de sus padres, son para ella el certificado de que está haciendo su labor bien.

“Todos los niños te dejan algo y el momento en el que estás con ellos debes hacer que sea especial y divertido, que se olviden de que están hospitalizados y se rían mucho”, comentó.

Otro de los aportes que deja para su vida pertenecer a este proceso, son los momentos de esparcimiento y relajación durante las clases con los voluntarios.Asegura que este es el mejor trabajo que ha tenido y que espera tener durante muchos años más. “Siempre he dicho que soy ingeniera de profesión, pero payaso hospitalario por vocación”.

Esta faceta de educación, además de ser divertida, requiere enseñar con el ejemplo, guiar a través del amor por el servicio, y ayudar a las personas que lo necesiten.

Por otra parte, no todo ha sido tan fácil para esta clown, cuando era universitaria. Tenía que equilibrar sus estudios con su voluntariado, y hoy, siendo ingeniera industrial, aunque no ejerce su profesión, trabaja en una empresa familiar y debe distribuir muy bien su tiempo para continuar haciendo lo que más le gusta.

Vea también Una nueva manera de llevar la ‘medicina’ de la felicidad a los niños

“Nunca he considerado la posibilidad de dejar de asistir a la fundación, de hecho, si falto solo sería por un día, porque es muy importante para mí ser parte de esto”, resaltó.

Entre las diferentes habilidades que se requieren para ser clown, se destaca el compromiso que se asume al participar en esta fundación, a pesar de iniciar siendo voluntario, es necesario vincularse de lleno a la labor e intentar dar siempre lo mejor, así mismo.

Otro aspecto importante es tener  amor por el servicio, “el hecho de amar lo que se hace se refleja en cada acción y cada gesto y es algo que los niños perciben de ti”, enfatizó  Leydi Briceño, quien actúa como ‘Gafhuchis’.

La risa, la música del alma

‘Gafhuchis’ es el nombre de su clown, una payasa con vestuario muy colorido, varios tipos de gafas y dos moñitos a cada lado de su cabeza, reconocida entre sus compañeros porque siempre lleva algo nuevo en su traje, y sobre todo por su habilidad para continuar sonriendo a pesar de lo difícil que pueda ser alguna situación.

“Todo cambia cuando estás detrás de una nariz, y esa es la magia que quiero conservar en mi vida, es una nariz poderosa”, afirmó entre risas, Leidy Briceño.

Además, aseguró que no es un trabajo fácil, según ella, muchas personas le preguntan cómo hace para pasar de una habitación a otra, y ver situaciones tan tristes en algunos casos, a lo que responde diciendo que la sonrisa de los niños en los momentos difíciles le dan fuerza para continuar haciéndolos reír.

Karen Gallego | Practicante de periodismo

Temas del Día