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Un museo y una historia de vida

El cronista Gerardo García ha ayudado a la formación de varias generaciones.

Mantener abierto el museo 'Doctor José Jacinto Manrique', es el pretexto que tiene su fundador, Jesús Gerardo García Contreras, para hablar de lo que más le apasiona en la vida, la historia de su natal Villa del Rosario. 

El museo viene siendo la síntesis de un trabajo de muchos años en las aulas de clases como docente del colegio General Santander, así como de un proceso sistemático para rescatar la tradición oral y la memoria histórica, en este municipio cuna de Colombia. 

El profesor Gerardo García, tiene 63 años y ya está pensionado, pero no deja de trabajar, fijando su cuartel general para su trabajo de cronista en una parte de la casa donde nació el 12 de enero de 1955, ubicada en la carrera 5 No. 3-61 del barrio Fátima, antiguo barrio La Pesa, donde está su museo, que abre todas las tardes esperando que lleguen personas interesadas en conocer del pasado de esas tierras y de las gentes que le dieron gloria a la patria colombiana.

Al pensionarse, sintió la necesidad de tener un punto de encuentro y un espacio para poner al servicio de la comunidad, lo que le costó toda una vida recopilar y que no quiere que quede como testigo mudo en viejos anaqueles, sino como historia viva que se renueva cada día.

La casa museo, donde funciona también una biblioteca y que fue construida en 1900, es una herencia de su mamá Ana Francisca Contreras, quien a su vez la heredó de su progenitora Anita contreras, obra ejecutada por su hermano Antonio Contreras, oriundos de la población tachirense de El Cobre (Venezuela). 

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'La capital de la Gran Colombia'

La idea del museo nace de dar continuidad al trabajo iniciado por el historiador rosariense Luis Gabriel Castro, quien escribió con las limitaciones que habían para investigar en esa época, la importante obra 'La capital de la Gran Colombia'. 

En esa tarea Gerardo empezó a visitar a los abuelos del Rosario, casa a casa, usando para recopilar el material de sus entrevistas, una enorme grabadora de casetes, alcanzando a grabar 200 con valiosa información, material que fue transcrito por su esposa Rubiela Duarte Rodríguez, quien es como confiesa Gerardo, "quien me sigue la cuerda en este trabajo, que es un apostolado porque no se cuenta con recursos de ninguna entidad para el sostenimiento".

Las visitas a las casas de los ancianos, permitió recopilar mucha fotografía, que también fue un proceso difícil para obtenerlas, porque fue necesario hacer una inversión económica para reproducirlas.

Ente todo el material acumulado, se  tuvo la necesidad de seleccionarlo y guardarlo en algún lugar, surgió el museo que es uno de los pocos que existen en Villa del Rosario.  

Gerardo, quien era profesor de matemática, logró que lo cambiaran a la asignatura de ética y valores, oportunidad que tuvo para divulgar parte de la investigación que había hecho, logrando despertar el interés de sus estudiantes en las aulas de clase, porque ellos querían que les hablara de la historia  de Villa del Rosario. 

Trabajo de campo

 

La disposición mostrada por sus estudiantes para conocer la historia de la localidad, dio paso a que Gerardo les enviara trabajos de campo, para que en sus investigaciones pudieran producir información.

La primera tarea fue visitar a los más viejos del municipio, quienes les contaron a los muchachos lo que conocían de historia, costumbres, leyendas, mitos, viejas canciones, coplas y todo un valioso material  que hace parte de la tradición oral "que era necesario  recoger y documentar", según el historiador.  

La otra tarea fue marcar las casas más antiguas, poniendo en la fachadas unas placas en madera, donde se escribía la fecha de construcción y otros datos particulares, que sirvieron después para la elaboración del 'Plan especial de manejo  y protección de Villa del Rosario'.

Surgió a partir de esos trabajos escolares, la modalidad de recreación y turismo en el colegio General Santander, llevando la historia al colegio, porque los abuelos eran invitados especiales a los salones de clases.

Así mismo, se creó la ruta turística 'Viajando por la capital de la Gran Colombia a través de la recreación en el medio natural', que permitió producir un libro del mismo nombre, escrito por Gerardo García y la profesora  Nelcy Fuentes, quien se encargó de la parte lúdica. 

El trabajo que abarca gran parte de la historia del Rosario, mostrada mediante guías que surgieron de talleres de formación turística, que informaban de la importancia de cada sitio y rincón visitado a los turistas que provenían de varias localidades de Norte de Santander y de Venezuela.  

Eso dio pie a dramatizar mitos, leyendas y componer canciones con sentido histórico para ser llevadas a la danza, interpretadas por el grupo estable de danzas de la Corporación Cuna de Colombia, que se mantiene con participación de niños, adolescentes, adultos y ancianos, mostrando la historia, leyendas y el folclor rosariense. 

Fotografías y algo más

En el museo 'Doctor José Jacinto Rodríguez', hay fotografías de personajes que fueron artífices de la historia de Villa del Rosario, como los primos Fernando Jaimes, conocido como 'Cabeza de Hacha', quien creó la música del bambuco 'Bajo el Cielo Rosariense',  elegido como himno del municipio el 13 de marzo de 1987, y el maestro Darío Jaimes, quien después le incorporó la letra, y que en su primera estrofa dice "Es la Villa del Rosario, un pueblo de mucha historia, honra de los rosarienses, capital de la Gran Colombia".

En el museo reposa la fotografía de Zoilo Villanueva, quien fue el que empedró la mayor parte de las calles de la ciudad, uno de los atractivos que jalonaban el turismo en ese pueblo fronterizo. 

Fotografías de parteras o comadronas como María Moreno, quienes gozaban del aprecio y el respeto de la comunidad a quienes debían pedirle la bendición  los niños que traían al mundo, porque se les consideraba con sus abuelas mayores.

Están varias fotografías del general Francisco de Paula Santander, el máximo prócer del municipio, así como las fotografías del templo original donde se instaló el Congreso Constituyente de la Gran Colombia (6 de mayo de 1821-3 de octubre del mismo año), el edificio de la Bagatela original que era una edificación de dos pisos y del apacible pueblo colonial de la Villa Antigua, el templo histórico reconstruido después del Terremoto de Cúcuta de 1875 por el padre Manuel María Lizardo y la estación del ferrocarril de Cúcuta del kilómetro 14, entre otras valiosas imágenes que se han logrado conservar. 

Además de las fotografías que están en las encaladas paredes de más de un siglo, Gerardo exhibe objetos usados por los primeros habitantes del casco urbano, levantado en la aprte alta de Villa Antigua después del terremoto,.

Allí hay planchas a carbón, lámparas de Coleman, un tinajero con el filtro original de piedra, monedas, billetes antiguos y como su mayor tesoro, la máquina de coser Singer con la que trabajó su mamá y ayudó al sostenimiento de la familia. 

Un pequeño espacio del museo lo emplea para mostrar los cultivos tradicionales del municipio y que lo distinguieron en el país como el cacao, el café, la caña y la uva, rubros fundamentales de la economía fronteriza. 

El tema de los cultivos amerita toda una charla, como que en la hacienda Santa Teresa, sector El Palmar, se plantaron en 1794 las primeras 50.000 matas de café que llegaron a la Nueva Granda, traídas desde Rubio (Venezuela) por el francés Pedro Chauveau Peltier, quien se casó con Teresa Fortul, que era tía del general Pedro Fortul, una de las figuras destacadas de la emancipación en Colombia, primo hermano del general Francisco de Paula Santander.  

*Por Luis Eduardo Bautista

 

Lunes, 29 de Octubre de 2018
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