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Conozca a Gustavo Arévalo, precursor de la natación nortesantandereana
Él es el responsable del surgimiento de grandes nadadores en el departamento.
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Pedro Jáuregui
Sábado, 7 de Octubre de 2017

La historia de la natación nortesantandereana tiene un capítulo reservado para el profesor Gustavo Arévalo, quien nació el 24 de enero de 1945 en Ubaté (Cundinamarca), y no en la provincia de Ocaña como se pensaría por su apellido.

Una historia que comenzó hace más de medio siglo, cuando tenía 18 años y vivía en Bogotá, adonde se había trasladado con su familia, con apenas cuantos años.

Las estadísticas de la Segunda Guerra Mundial mostraron que el 80 por ciento de los soldados que murieron durante el conflicto, no fue por culpa de las balas enemigas, sino ahogados porque no sabían nadar.

Lo anterior motivó que se realizara un programa de formación técnica de seguridad acuática por parte de la Universidad Pedagógica de Bogotá, con el aval de la Cruz Roja Colombiana, del cual Arévalo fue uno de sus primeros graduados.

A Cúcuta llegó en 1967 para trabajar con el Tennis Golf Club tras llegar a un acuerdo con su presidente Alberto Ronderos; al cabo de un breve tiempo lo hizo paralelamente con el Club de Cazadores con el único propósito de conformar un grupo de competencia.

De ese esfuerzo primario salieron en el Cazadores los hermanos Clavijo y Berbesí, y las hermanas Díaz; hijas del exjugador de baloncesto Carlos Díaz Calderón.

Y en el Tennis los Abello, los Ronderos, los Luzardo, las Gómez y Álvaro Upegui fueron los primeros que se destacaron.   

Tras esta primera cosecha se dio otra  algunos años después, donde estuvieron María José Nieto, “Nani” Caicedo, la ‘Tata’ Arteaga, David y Abraham Ararat y los hermanos Peter, recientemente fallecido, y Lucero Maldonado.

Entrenador Fina

El profesor Gustavo Arévalo, uno de los cuatro entrenadores que viven en Cúcuta y tiene carnet de la Federación Internacional de Natación (FINA). Los otros son Julián Pinilla, William Correa y Samuel García.

Tiene claro que será difícil que salga un deportista de alto rendimiento de los clubes Tennis y Cazadores por los compromisos que tienen con la familia y la universidad.

Recordó que una excepción fue la tenista Fabiola Zuluaga Amado, quien al principio fue nadadora, pero que cuando llegó el momento de tomar una decisión sacrificó todo por ser tenista profesional y lo consiguió con el apoyo de sus padres.

Arévalo, tras varios años de residencia en la ciudad se casó con Martha Lucía Mantilla, con quién tuvo tres hijas: Adriana, Andrea y Alejandra.

Por ser apenas lógico, las Arévalo fueron nadadoras lo que en algunos momentos le generó momentos desagradables.

“Si ganaban era porque eran mis hijas y yo les dedicaba mayor atención y si perdían era porque no las obligaba a prepararse mejor”, dijo.

¿Por qué los nombres de sus tres hijas comienzan con A (Adriana, Andrea y Alejandra)?

Porque quería que fueran las primeras en el colegio y en la universidad.

¿Cuando llegó a Cúcuta pensó en quedarse?

No, la idea era ir a Venezuela y luego volver a Bogotá. Luego los tiempos se fueron alargando y ahora soy un cucuteño más que le gusta comer pasteles de garbanzo, mute y lengua.

¿Tuvo ofertas para irse?

Si, para Venezuela, pero no me fui por seguridad.  Aquí ganaba bien;  ahora no creo que nadie me contrate con los años que tengo.

¿Algún recuerdo de su primer día en la ciudad?

Sí, salí a buscar un teléfono público para reportar la llegada al Club y no encontré. Al fin me prestaron uno en la Droguería Guasimales.

¿Un libro?

La ciencia de la natación de James E. Counsilman.

¿Una canción?

Se me olvido tu nombre que canta Javier Solís.

¿Ha llorado mucho?

No, que me acuerde hace cuatro años, cuando falleció mi hermana Trinidad Arévalo.

¿Alumnos que se convirtieron en entrenadores?

Laureano Gómez, Paul Elze, que jugaba polo acuático pero que quería afianzar algunos conceptos técnicos y Samuel García.

¿Una máxima?

Una no, dos. La primera, “No hagas a otro, lo que no te gusta que te hagan a ti”; y la segunda, “vivir en paz con Dios para vivir en paz consigo mismo”.

¿Un nadador que pudo haber llegado lejos?

Muchos, en especial Javier Blanco, tenía todo para triunfar y se retiró cuando apenas comenzaba a ganar.

¿Él o la deportista que le dio las mayores satisfacciones?

María José Nieto.

¿El nadador del futuro?

Diego Molinares, pero solo el futuro nos dirá si se cumple o no mi vaticinio.

¿Le gusta hablar de política?

Lo normal pero no me corto las venas por ningún político.

Los deportistas lo respetan y lo aprecian ¿Por qué?

Porque para mí todos son iguales y les enseño a ser buenas personas.   

¿Le dieron en algún momento un puesto de político?

No, pero a Laureano (Gómez) sí se lo dieron en Coldeportes regional. El director Carlos Bustamante lo nombró porque él era conservador. Era el momento de la paridad política y la seccional necesita un entrenador de esa vertiente.   

¿La clave para mantenerse 50 años en el Club Tennis?

El respeto con el deportista, el socio y el haber hecho de la natación un deporte de familia. He enseñado a nadar a padres, hijos, nietos y bisnietos.

¿Cuándo piensa retirarse?

Cuando el de arriba diga. A veces me agoto por el sol pero me repongo rápidamente porque esto es lo que me gusta.

¿Va a la iglesia y a misa?

No siempre, pero creo en Dios. No me la paso dando golpes de pecho pero respeto y doy gracias a Dios por el día que pasa y el que llega.

¿Toma licor?

Muy poco; soy un bebedor social, pero no lo hago con los socios del Club, por respeto.  Si un socio me invita a un trago lo máximo que le aceptó es una botella de agua.

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