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Dupla Cabal-Farah, el triunfo de una amistad

Hace una semana se convirtieron en los mejores en dobles, pero su historia comenzó cuando apenas eran unos niños.

Las raquetas los hicieron familia. En el deporte blanco la pelota va y viene, pero la hermandad de Robert Farah y Juan Sebastián Cabal ganó el partido para siempre.

La gesta de los dos tenistas caleños en Wimbledon no es más que el resultado de una amistad que comenzó en la Liga Vallecaucana de Tenis y que los convirtió en una de las mejores duplas del mundo y la mejor de la historia de este deporte en el país. Por si acaso, ya han logrado 14 títulos. 

Dicen que los polos opuestos se atraen y seguramente esa frase se podría aplicar a la historia de estos dos caleños. Ni siquiera llegaban a los 5 años de edad cuando sus vidas ya habían coincidido. De hecho, inicialmente el tenis los puso como rivales. Eran tan buenos, que no había fin de semana en el que no se enfrentaran en las canchas de la Liga o en el Club Tequendama, donde también jugaban ocasionalmente. Si bien la familia Farah y la Cabal Valdés animaban a sus hijos, nunca se les pasó por la cabeza que esos dos chicos que en un comienzo se convirtieron en rivales al final iban a terminar unidos en las canchas.

“Lo curioso es que ellos eran los más pequeños siempre, por edad y por estatura, porque en cada competencia llegaban deportistas más grandes”, asegura en medio de risas Libia Valdés, madre de Juan Sebastián Cabal.

“Se podía ver fácilmente cada vez que jugaban que eran diferentes, pero bueno, eso lo tenían que confirmar con los años”, explica Patrick Farah, quien con el tiempo se convirtió en una figura importante para los dos jugadores. Patrick, gracias a sus estudios en Francia y su experiencia como semiprofesional, terminó siendo el primer entrenador de ambos.

Como era de esperarse, más temprano que tarde los entrenadores de turno se dieron cuenta de que, juntos, Juan Sebastián y Robert iban a ser un excelente equipo y le entregarían muchas victorias al tenis del Valle del Cauca.

El chontaduro se convirtió en el protagonista diario de los dos niños caleños. Esa fruta del Valle era el premio predilecto de los futuros campeones, quienes cada día comían el fruto después de terminar su jornada de entreno. Una señora morocha, con su palangana habitual y una botella llena de miel, era el objetivo de ambos chicos cuando terminaban el exigente entrenamiento al que eran sometidos para ser los mejores. 

Robert era potencia y Juan Sebastián tenía más mano, manejaba bien los ángulos. Farah era temperamental y perfeccionista, y Cabal se tomaba las cosas con más calma.

Todo parecía indicar que estaban hechos a la medida. La combinación perfecta para pulir a dos futuros jugadores.

“‘Sebas’ siempre fue aplicado y trabajador”, dice Daniel, hermano de Juan Sebastián, quien sin saberlo terminó siendo el inspirador del jugador para que se decidiera por el deporte blanco. Mientras que el amor de Robert Farah por este deporte llegó gracias a su padre, quien cuando joven quiso llegar adonde su hijo ya escaló.

El ‘desordenado’ y el ‘dicharachero’

La vida deportiva de ambos tenistas tuvo un giro importante. A los 8 años el entrenador caleño Felipe Berón conoció a los niños ‘maravillas’ del momento. Lo que no sabía es que esa relación iba a ser para toda la vida y esos chicos, que a simple vista parecían uno más de tantos que entrenaban, marcarían un futuro importante para este deporte.

El entrenador trabajó en la Liga Vallecaucana de Tenis hasta que ellos cumplieron los 13 años y llegaron a Colsánitas, donde al final terminaron desarrollando lo que hoy día son.

“No se me puede olvidar que Robert siempre estaba sucio, con la camisa chorreada de helados o gaseosa porque se arrastraba en las canchas.  Mientras que Juan Sebastián era mucho más tranquilo y mamagallista por excelencia, pero le gustaba también sacar tiempo para jugar fútbol, que fue algo que siempre le gustó”, recuerda también entre risas Berón, quien todavía hace parte del mismo equipo de Colsánitas, en el que se encuentran los dos jugadores y otros que como el mismo Santiago Giraldo hicieron parte de ese proceso. 

Aquellos muchachos llevaron una vida normal como la de cualquier niño que se puede pelear con su hermana hasta por algo muy insignificante. Y es que hay que recordar que para la misma época, Romy, hermana de Robert, también entrenaba para ser una gran tenista y no era raro ver a la pareja de hermanos juntos en la liga.

En lo que coinciden todos los que conocen a estos dos caleños es que Robert y Juan Sebastián tuvieron un carácter muy definido desde niños, no solo para encarar el juego, sino también la vida. Es de ahí que Berón y otros amigos le dicen ‘Súper Robert’ a Farah, quien siempre mostró un temperamento fuerte, que a veces parecía pataleta.

“A los dos había que repetirles mucho las cosas. Robert siempre fue muy emocional y cuando le daba rabia, terminaba llorando. ‘Sebas’ si era más relajado, pero ambos terminaban haciendo lo que hace todo niño”, aseguró Berón, quien hoy día acepta que aunque ellos hacían un gran trabajo, nunca se le pasó por la cabeza que podían llegar a lograr algo tan grande como lo que han hecho. 

El chico serio y el otro bromista rápidamente comenzaron a entregar resultados. La disciplina fue uno de los puntos que más los unió desde el comienzo. Si bien cada uno tenía su forma de ser, a la hora de entrenar eran totalmente entregados.

Amantes de la salsa, como todo caleño, de las hamburguesas y del cine, pero totalmente aplicados. Poco a poco se notó que el esfuerzo a conciencia iba a entregar muchos resultados.

Después de tanto trabajo y conocerse desde antes de los 5 años, fue cuando tenían 13 que ambos consiguieron ganar, en el Club Campestre de la ciudad de Bucaramanga, su primer torneo como doblistas. Ese fue el inicio de todo lo bueno que les ha pasado.

Cabal y Farah, únicos como doblistas

En el mundo existen muchas parejas de dobles, pero la de los dos caleños, sin duda, es única y particular. Los hermanos norteamericanos Bob y Mike Bryan son otros casos muy parecidos por el tiempo que han estado juntos en competencias. Pero, finalmente, estos dos son de un mismo hogar.

Los vallecaucanos han pasado prácticamente toda su vida entrenado juntos, Sin duda, el factor más importante para lograr todo lo que han conseguido.

“Ellos, con solo mirarse, ya saben cómo tienen que jugar. Hay una conexión grande”, asegura Patrick, padre de Robert.

La vida se encargó de reunir a dos grandes tenistas, pero, sobre todo, seres humanos. En el futuro el mundo hablará de dos jugadores, pero ellos simplemente dirán que realmente son hermanos.

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Colprensa
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Domingo, 21 de Julio de 2019
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