La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Empresa nortesantandereana formaliza a palmicultores del país

Se trata de Trabajo Seguro, una empresa que acompaña a productores del departamento y de toda Colombia.

Maritza Camargo Pérez aprendió desde muy niña el oficio de la palmicultura, que sus padres con gran orgullo empezaron a desarrollar hace más de dos décadas en la finca La Victoria, de Tibú.

La curiosidad por conocer de dónde sacaban sus padres el dinero para los gastos, la llevó a entender el negocio y poco a poco fue empapándose  sobre los procesos que se requerían para sacar el fruto rojizo en forma de almendra.

A medida que fue creciendo, Camargo vio que no solo su familia, sino muchos vecinos que dependían de este trabajo, estaban fallando en algo: la seguridad y la formalidad.

La palmicultura, así como otras labores del campo, está expuesta a grandes riesgos y requiere de mucho cuidado, pero los productores desconocían cómo poder mejorar sus prácticas.

Fue así como nació Trabajo Seguro, la empresa con la que hoy Camargo y su equipo acompañan a los productores de Norte de Santander y de todo el país en su proceso de formalización laboral y vinculación al sistema de seguridad y salud en el trabajo (SSGT) y otros requisitos que deben tener como agroempresarios.

“Cuando a un trabajador se le ofrecen las garantías sociales, el trabajo no se le vuelve trabajo, sino algo que hace con gusto”, dice.

Vivir en carne propia las realidades del campo y la palmicultura ha hecho que la administradora en Salud Ocupacional pueda hablar con propiedad sobre el tema y convencer a cientos de productores de que la mejor alternativa es cumplir con los requisitos laborales.

“Hoy estamos convencidos de que hemos salvado muchas vidas a causa de accidentes laborales”, dice.

Lea además Palmicultores colombianos, de compradores a vendedores

Según cifras del Dane sobre el mercado laboral, el 82 % de los palmicultores está formalizado.

Casa de herrero…

Cuenta Camargo que lo más difícil de empezar con este proyecto fue convencer a su papá, que por la edad y creencias, pensaba que debía enseñarle todo a su hija y no al contrario.

“Mi papa fue mi cliente modelo, cada instrumento, cada proceso queríamos ensayarlo primero con él, porque eso nos daría credibilidad frente a los otros productores”, explica.

La tasa de accidentalidad laboral pasó del 90 % al 35 % en 121 trabajadores de Tibú gracias al acompañamiento que hizo Camargo con su empresa.

Además de enseñarles el proceso de formalización, Trabajo Seguro los capacita desde hace cinco años en cómo hacer contratos, nóminas y seguimiento y reporte a los accidentes de trabajo, entre otros temas.

El equipo está conformado por dos abogados, tres ingenieros industriales, tres profesionales en salud ocupacional y un técnico de archivo.

Los productores pueden acceder a planes desde básico a premium y la Federación Nacional de Palmicultores (Fedepalma) ha subsidado a las cuatro zonas palmeras.

Dependiendo de cada plan, los profesionales hacen una visita al mes a las fincas donde evalúan el proceso de formalización y seguridad social.

Un trabajador que gane un salario mínimo paga $230.000 en seguridad social.

Un sector con ventaja

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) el 82 % de los palmicultores está formalizado, a pesar de ser el agro uno de los sectores más informales en el país.

El compromiso de Fedepalma con este tema y su apoyo a la iniciativa nortesantanderana ha hecho que hoy en la zona central, oriental, norte y suroccidental cerca de 1.000 productores de municipios apartados del casco urbano tengan conocimiento y estén en proceso de formalización.

“Empezamos con la estrategia de contarle al productor que se podía hacer, luego les entregamos un material donde se explica el paso a paso de cómo hacerlo para luego pasar a la acción”, agrega.
Para Andrés Felipe García Azuero, director de Planeación Sectorial y Desarrollo Sostenible de Fedepalma, el productor ubicado en zonas alejadas del casco urbano, tener acceso a empresas de seguridad social es mucho más complicado.

Por eso, destaca que es necesario que desde lo estructural, las entidades regulatorias entiendan que deben hacer un régimen especial y distinto para el trabajo agropecuario

“Es diferente prender una planta para fabricar zapatos en la ciudad desde las 8:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde, a tener una producción estacional en zonas apartadas”, explica.

Uno de los principales errores que comenten los productores es creer que porque en su finca trabajan sus esposas e hijos, no deben afiliarlos.

“Todos deben tener garantías de derechos laborales, prestaciones, vacaciones, no es pagar menos, es pagar lo justo”, añade.

La meta del gremio es tratar de cambiar la mentalidad de que son solo productores, a ser agroempresarios.

Inversión y no costos

“La gran mayoría cree que la seguridad social y la formalización es un costo, pero en realidad en una inversión”, explica Camargo.

Trabajo Seguro indagó que en Tibú, por ejemplo, los 121 palmicultores pagaron solo en riesgos $180 millones, pero cuando se buscó la suma que pagaron las aseguradoras, fue cerca de $435 millones, lo que quiere decir que los productores se ahorraron cerca del 200 % de lo que invirtieron.

“Esos productores habrían tenido que pagar esa cantidad de dinero para lo que tuvieron derecho finalmente”, afirma.

En total se presentaron 12 accidentes graves y 180 de caracter leve.
Para un trabajador que gane el salario mínimo (tiempo completo), se pagan $237.000 en seguridad social, mientras que por horas el pago fluctúa de $52.000 a $100.000.

En una muestra de palmicultores de Tibú, se presentaron 12 accidentes graves y 180 accidentes leves.

Image
Katherine Villamizar Leal
Jueves, 26 de Septiembre de 2019
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día