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Fábrica de empanadas, un negocio con mucho pedido

La empanada se ha convertido en el sustento de muchas familias que se dedican al negocio.

La empanada, una las principales comidas típicas de Cúcuta, se ha convertido en el sustento de muchas familias que se dedican al negocio desde su fabricación hasta la venta.

En una ciudad con alta tasa de desempleo e informalidad laboral, montar una venta de empanadas es una solución fácil y rápida, en momentos en que la gente acostumbra a comer más en la calle que en la casa.

Sin embargo, la industria de este alimento inicia más allá de los puestos formales y ambulantes.

La producción empieza por las grandes fábricas que distribuyen al por mayor empanadas de todo tipo, desde pasteles de yuca hasta papas rellenas.

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Unos 17 proveedores en Cúcuta abastecen la demanda local y generan 85 empleos. Se estima que se venden 10.000 pasteles en un solo día.

Todos los días, estos mayoristas  se ubican en un garaje en la avenida quinta con Diagonal Santander, desde las 3:00 hasta las 7:30 de la mañana, aproximadamente.

A este mercado de pasteles llegan dueños de puestos ambulantes a abastecerse con más de 100 empanadas e iniciar sus ventas diarias en diferentes partes del área metropolitana.

Nora Martínez González, una de las mayores proveedoras, explicó que saca a la venta un promedio de 1.200 a 1.300 pasteles diarios.

La producción se hace en la noche, pero en el día los empleados alistan los alimentos y materiales para que rinda el tiempo.

Para poder ganarle a la venta, Martínez explica que deben vender en cantidad, todo es sobre pedido para evitar pérdidas.

Su fábrica está en su casa, en el barrio Motilones. Allí deja cerca de 200 pasteles que puede vender con un mayor margen de ganancia.

Cuando los vende de esta forma, le gana $300 cada uno.

¿Cuánto vale un pastel?

La mayorista explicó que elaborar un pastel cuesta alrededor de $650 y venderlos en cantidad le genera ganancias de $30, cada uno, pues los vende a $700.

“Ahora la ganancia al por mayor no es mucha porque hay muchas ventas, por eso yo prefiero dejar para vender acá mismo, porque le puedo ganar más”, dijo.

En la fábrica Doña Nora solo se producen pasteles, papas rellenas y pasteles de yuca.

Lo más rentable, según la dueña, son las papas rellenas, pues son las que más se están consumiendo en el momento, además “son más grandes y rinden más”.

González recuerda cuando Cúcuta fue bautizada la ciudad del pastel, en esa época, ella vendía casi 20.000 unidades al día.

Dice que las vacas gordas ya pasaron, pues antes mojaban hasta 7 bultos de harina de trigo, ahora solo 2 son suficientes.

Para producir esa cantidad de pasteles, además de la harina, gasta una caja y media de huevos (18 cartones).

El otro ingrediente importante es la papa, de la que compran casi 6 bultos.

De alverja son 8 o 10 kilos en promedio, 30 kilos de carne y 70 kilos de pollo.

“Todos son productos de acá porque yo trabajo con mayoristas locales y la carne, con una distribuidora conocida”, dice.

Su negocio es una tradición de más de 18 años que le dejó su mamá, dice que sigue siendo rentable porque le alcanza para “comer y mantenerse”.

Lo que gana le alcanza para pagarle a sus 6 empleados y cubrir los gastos de servicios. Diariamente le quedan libres entre $30.000 y $40.000.

A pesar de que lleva gran tiempo en el negocio, su fábrica, como la de muchos no ha logrado tecnificarse.

Ya no es lo mismo

Miryam Méndez es una proveedora que llegó desde Medellín hace 30 años y hoy es una de las más conocidas por los vendedores de pasteles cucuteños.

Sin embargo considera que la venta ya no es rentable, a pesar de que solo fabrica papas rellenas.

“Hay mucha competencia y venden muy barato, ya tengo que renunciar, ahora la mayoría hace en su casa y llegan a vender acá, no nos compran a los proveedores”, dice.

Hoy vende 1.000 papas a los carritos que llegan hasta su local.

Fabricar cada papa cuesta $800 y los vende a $900.

Johana Carrillo, administradora de Pasteles Comuneros, explicó que en su fábrica producen al día cerca de 3.000 pasteles diarios para abastecer  a dos sucursales de Jhon Pasteles en Cúcuta y otros dos puntos adicionales.

Según Carrillo, el pastel de harina de trigo es el que menos genera ganancias pues requiere de maquinaria y consumo de energía.

“El personal se desgasta más haciendo esta masa, pues requiere más trabajo”, dijo.

El margen de ganancia de este tipo de pastel es del 15 %, dijo.

El costo neto del pastel es de $800 y se vende en el punto de fábrica a $1.000.

“Vendemos precios relativos,  vendemos bastante, pero el margen de ganancia es poco, porque el precio de venta es bajito”,dijo.

En producción tienen dos empleados, dos en cocina y uno en preparación. 

Carrillo explicó que en su negocio los pasteles se refrigeran y se van fritando a medida que se van vendiendo, para ofrecer un mejor producto.

El punto de fábrica está abierto desde las 5 de la mañana hasta las 11 de la noche y siempre permanece concurrido.

Uriel Paredes, un vendedor ambulante que lleva más de 8 años en el centro de la ciudad explicó que diariamente vende 150 pasteles que compra en las fábricas.

Todos los días llega a las 5:30 de la mañana y se va a la 1:00 de la tarde.

A cada pastel le gana entre $300 y $400 pesos y solo debe invertir en el ají, las servilletas, la avena, la limonada y los vasos plásticos.

En total, se gana entre $40.000 y $50.000. Según él, le va bien porque ya tiene su clientela fija.

Antes de estar en la avenida quinta, Paredes ya había sido desalojado de donde anteriormente vendía pasteles con otros compañeros. 

En total son 20 años en el negocio.

 

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Katherine Villamizar Leal
Martes, 19 de Febrero de 2019
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