La pandemia hizo que las personas tuvieran más en consideración los mercados en los cuales fijarse. Estados Unidos, por ejemplo, desde los últimos años ha sido un lugar atractivo para los inversionistas colombianos en bienes raíces, aún con la crisis sanitaria.

Según un estudio de National Association of Realtors (NAR), Colombia ocupó el décimo puesto entre los países con mayores extranjeros que compraron casas este año. En 2020 tuvo la quinta posición, con 1.300 millones de dólares invertidos entre abril de 2019 y marzo del año pasado.

El mercado de bienes raíces en Estados Unidos se ha convertido en uno de los más apetecidos por la cercanía entre ambos países y la facilidad entre el proceso de compra.

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Lo primero que debe tener en cuenta es el objetivo que busca con la adquisición de una vivienda en EE.UU. Según Fernando Alvarán, gerente de Investi Real Estates, empresa asesora de bienes raíces, hay que tomar en consideración que tal inversión no lo va a volver rico.

“Con la renta de una vivienda en Estados Unidos no se va a volver millonario”, aseguró. Por el contrario, uno de los motivos más comunes entre sus clientes es la opción de tener parte del patrimonio en un país con la seguridad jurídica de Estados Unidos, en la parte política y monetaria.

La alta demanda de vivienda y la subida del precio del dólar ha hecho que los inmuebles hayan aumentado de precio en el país norteamericano. No obstante, eso significa una buena estabilidad de la moneda y puede dar tranquilidad a los inversionistas a largo plazo porque habría mayor rentabilidad.

Asimismo, se debe tener claro que Estados Unidos posee un Gobierno Federal, por lo que cada estado tiene sus propias demandas y querellas. En Nueva York, por ejemplo, además del impuesto a la renta, los inversionistas deben pagar otros tres tipos de gravámenes: el de la ciudad, el del estado y el federal.

Mientras que en ciudades como Miami y Orlando, en Florida, solo se paga el impuesto federal. “Por eso es que muchos dicen que Florida es un paraíso fiscal”, manifestó Floralba Nuñez, expresidenta enlace de la NAR.

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Los interesados en invertir también deben tener en cuenta el tema de los créditos. Tanto Nuñez como Alvarán mantienen que cada vez es más difícil obtener un crédito para extranjeros de manera directa en un banco estadounidense, por lo que la mejor opción es tener a un corredor hipotecario, que trabaja como intermediario entre el banco o la entidad financiera y el prestatario. Este es un proceso completamente legal.

Las tasas de los préstamos para extranjeros, por su parte, han bajado por la pandemia y se han ubicado entre 4% y 5% en promedio, convirtiéndose en una tarifa competitiva. Esto considerando que hace unos años rondaba la cifra de 8%.

Un colombiano que quiera comprar vivienda en Estados Unidos solo necesita de su pasaporte, ni siquiera hace falta una visa americana. Esto porque tras la crisis del covid-19, ya no es obligatorio viajar a EE.UU. para hacer las inspecciones y hasta las escrituras se pueden hacer de manera digital por medio de plataformas como DocuSign.

“Ahora el cliente no tiene que viajar para nada. Por medio de videollamadas pueden conocer el inmueble y hacer las inspecciones”, aclaró Alvarán.

Dos de los factores más importantes antes de hacer un negocio son: contar con la liquidez suficiente, teniendo en cuenta que los prestamos usualmente cubren 50% del total del inmueble, y tener una buena asesoría.

“Hay que saber cómo invertir. La gente que quiere improvisar y venir sola a Estados Unidos no va a lograr los mismos beneficios”, explicó Nuñez.

Es importante apoyarse en firmas expertas o en realtors que puedan preveer cualquier contratiempo y que conozcan las legislaciones de ambos países, para así tener una asesoría completa y detallada.

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¿Qué buscan los colombianos?

“Los colombianos están buscando propiedades que permitan rentas cortas como Airbnb, que ofrecen retornos más interesantes”, explicó Susette Prada, team leader de Prada Bridger Global Team, una agencia de finca raíz con operación en Miami. La experta también aclaró que hay una tendencia al alza a la compra de proyectos no construidos, especialmente en ciudades de la Florida por un boom en las realizaciones de nuevos proyectos, tras una caída entre 2018 y 2020.