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Sacha inchi le quita terreno a la coca en Norte de Santander

Esta planta se convierte en una alternativa para la sustitución de cultivos ilícitos en la región. 

La fertilidad de las tierras del Catatumbo le dio la oportunidad a una planta de la Amazonía de convertirse en una las alternativas para la sustitución de cultivos ilícitos en Norte de Santander. 

Su fruto, sacha inchi, poco a poco ha ganado extensiones de tierra en el país, debido a la gran variedad de productos que puede dar origen. 

A pesar de que a la región llegó hace poco, su potencial para entrar a nuevos mercados nacionales e internacionales ha hecho que cada vez más productores locales se interesen en el  negocio.

A través de la cooperativa Sachacolombia, se han creado asociaciones municipales en Tibú, Sardinata, Cáchira, Cúcuta y Villa del Rosario, para masificar el cultivo y apostarle a la comercialización.

Parmenio Tinoco, líder de la unidad Sachatibu, explicó que en el Catatumbo, muchos palmicultores se vincularon a la siembra del sacha inchi, porque lo consideraron como un cultivo promisorio similar al caucho y la piña oromiel.

“Nos pareció un tema novedoso, empezamos a investigar y consultar y encontramos que se estaba dando en unas regiones muy parecidas a las nuestras, por eso tomamos la decisión de impulsarla bajo el modelo de Sacha Colombia”, destacó.

Inicialmente se cultivó en parcelas pequeñas para comprobar su viabilidad en noviembre de 2017.

Para entrar al clúster de Sachacolombia, los productores firmaron un contrato y crearon esta unidad con un grupo de personas que se interesó en hacer funcionar el negocio.

“Hasta la fecha van 17 hectáreas sembradas en Tibú, donde algunos productores tienen menos de 60 plantas en sus huertas”, agregó.

En un proceso de aprendizaje, los productores se encontraron con un modelo de cooperatividad muy organizado que les permitía tener una cadena de valor establecida.

“Tenemos incluidos 30 productores y vamos en ese proceso de formación, ya conformamos la cooperativa, la cuenta y ya estamos en cosecha”.

A partir de eso, Tinoco y el grupo de palmicultores divulgaron que esta planta requería de poco tiempo para dar sus primeras cosechas y que ya contaba con buenos precios de comercialización en el mercado. 

Este panorama logró llamar la atención de agricultores que sembraban coca y estaban incluidos dentro del plan de sustitución de cultivos ilícitos.

En la actualidad, este grupo adelanta un proyecto con la Agencia de Desarrollo Rural que promueve la transferencia de tecnología y busca beneficiar a 500 familias.

Para vincularse a este negocio, se debe suscribir un contrato con la cooperativa nacional Sachacolombia, la cual asegura la compra de sus productos.

Sin embargo, Tinoco agregó que aún no cuentan con apoyo institucional, que sería fundamental para poder traer a la región los equipos y maquinaria necesaria para el procesamiento de las semillas y la elaboración de productos con valor agregado.

Las semillas se cocinan para luego ser comercializadas como snacks, similar a las almendras.

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Un paso adelante 

La siembra de sacha inchi se dio al mismo tiempo en Cúcuta, Villa del Rosario y Cáchira.

La cooperativa Diamante se posicionó como la primera en Norte de Santander, en ofrecer productos finales a partir de la semilla.

Aceite vegetal, galletas, almendras y aromáticas son algunos de los productos que están incluidos dentro de la oferta que los sachicultores cachirenses ofrecen al mercado nacional.

“Estamos sacando productos que ya tienen registro Invima, el de aceite lo obtuvimos a través de la refinería donde está la planta de extracción”, explicó Rubén Carvajal, uno de los directivos de la cooperativa Diamante Caribe.

Carvajal explicó que el aceite es prensado en frío y no se puede calentar porque pierde sus propiedades antioxidantes. 

La semilla de sachainchi tiene concentraciones de omega 3 (48%), Omega 6 (35%) y Omega 9 (17%), que lo hacen posicionarse como uno de los aceites vegetales con mayor presencia de ácidos grasos insaturados.

“En el mercado internacional es muy apetecido porque desintoxica las grasas malas del cuerpo; se usa para ensaladas o se toma en cucharadas para prevenir enfermedades como el colesterol, triglicéridos, párkinson, cálculos renales, úlceras y diabetes”, agregó Carvajal.

En el caso de las almendras, explicó que se somete a un proceso de cocción para sacarle el amargo y cambiarle el sabor, luego va al horno o se tuesta.

Además del aceite y los snacks, también se pueden elaborar productos de consumo animal.

Hoy, la cooperativa Diamante Caribe tiene capacidad de producción de 300 litros al mes, que pueden comercializarse a menor precio al por mayor.

Carvajal destacó que se enfrentan a un problema que les impide llegar a exportar.

“A nivel internacional el pedido es a gran escala y la empresa que nos está extrayendo el aceite trabaja con más productores, por eso queremos comprar la maquinaria para que nos salga más económico y podamos ofrecerlo a un mejor al precio a los clientes”, agregó.

Los productores acarrean con los costos de transporte para enviar sus producciones mensualmente a Bogotá.

La cooperativa Diamante Caribe mostró sus productos en la rueda de negocios verdes.

 Apalancamiento institucional 

Gabriel Salinas, técnico de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), explicó que es un cultivo innovador que en su estructura tiene apalancamiento institucional.

“Hoy, el Banco Agrario tiene una línea de cofinanciación directa para la siembra de sacha inchi. El Ministerio de Agricultura y la ADR también lo tiene como una línea de trabajo para los proyectos de sustitución”, apuntó.

Según Salinas, existen conglomerados empresariales que tienen convenios para desarrollar las diferentes líneas de producción. 

“El apoyo inicial financiero permite apalancar con el nombre y con la experiencia a los pequeños productores”, dijo. 

Por tener tantas propiedades de vitaminas, aminoácidos y proteínas, la almendra, el aceite y cáscara de sacha inchi tienen grandes oportunidades de comercializarse en el mercado nacional e internacional. Otra de las oportunidades de la región es que el cultivo demanda mano de obra en la instalación, porque la siembra no es solo preparación de suelo, sino requiere infraestructura con horcones.

Los agricultores ya le dieron el visto bueno a este fruto, y con este espaldarazo se proyecta como una alternativa rentable enfrentar el flagelo de los cultivos ilícitos en Norte de Santander.

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Katherine Villamizar Leal
Miércoles, 24 de Octubre de 2018
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