La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Solo sobrevive 15% del comercio de San Antonio y Ureña

La crisis que atraviesan el comercio y la industria en las poblaciones fronterizas se hace más severa.

Según cifras recientes de la Cámara de Comercio de San Antonio del Táchira, la crisis que atraviesan el comercio y la industria en las poblaciones de San Antonio y Ureña se hace más severa. Se estima que sólo sobrevive el 15 por ciento de los establecimientos comerciales y apenas 8 por ciento del parque industrial en todo el corredor fronterizo venezolano.
 
“La industria y el comercio se han venido a pique luego del cierre fronterizo que se extendió por más de un año, y que llevó a la quiebra a muchos comerciantes e industriales cuya principal mano de obra, proveedores y clientes venían del lado colombiano”, explicó Isabel Castillo, presidenta de la Cámara de Comercio de San Antonio.
 
Según los registros de la alcaldía del municipio Bolívar, para el año 2015 había ocho mil comercios e industrias formalmente registradas y activas, sólo en San Antonio. Hoy, entre 85 y 95 por ciento de ellas han desaparecido. Basta caminar un poco por el centro de la ciudad, o hacer un pequeño recorrido por la zona industrial de Ureña, para verificar que tales cifras no son una exageración.

Castillo agrega que de ese 15 por ciento de comercios que permanecen abiertos, la gran mayoría son atendidos por sus propios dueños, y una buena parte cuenta con apenas un mínimo de inventario disponible, bien sea por la escasez de productos que hace prácticamente imposible la reposición o porque la espiral hiperinflacionaria que atraviesa Venezuela, hace que cada vez se pueda comprar menos productos con mayor cantidad de dinero.

Las cifras recogidas por la Cámara de Comercio apuntan que no todas las empresas cerradas, necesariamente han ido a la quiebra, de ellas un 60 por ciento ha migrado hacia otros países, más de la mitad hacia Colombia y el resto hacia destinos como Argentina, Chile, Uruguay y Ecuador.
 
Muchas de las empresas y comercios que funcionaban en San Antonio y Ureña eran propiedad de personas que tenían doble nacionalidad o colombianos con residencia legal, que preferían invertir en Venezuela, porque les ofrecía mejores condiciones de competitividad en cuanto a salarios y beneficios para sus trabajadores, así como el acceso a materias primas y mercancías.

Pero en sus objetivos comerciales, los clientes, estaban principalmente en Colombia y otros países de Latinoamérica, lo que llevó a que esta zona tuviese uno de los movimientos de importación y exportación más grandes de Latinoamérica.
 
“Tras el cierre de frontera y luego la crisis que derivó de esa situación, todas esas empresas se fueron. Muchas incluso se llevaron a sus trabajadores, mano de obra colombiana muy calificada”, recordó Castillo al mencionar que hoy resulta imposible contar con esa mano de obra, pues aspiran a salarios en pesos y seguridad social colombiana, ante la devaluación cada vez mayor del bolívar y los deficientes servicios de salud y escasez de medicamentos que padece Venezuela.

Desde la percepción de quienes agrupados en la Cámara de Comercio apostaron en algún momento a invertir y producir en la frontera venezolana, San Antonio y Ureña pasaron de constituir la frontera más viva de América Latina, a  convertirse en grandes estacionamientos, donde las interminables colas para surtir combustible, la proliferación de ventas ambulantes, la multiplicación de los indigentes y la mala calidad de servicios como agua potable, electricidad e internet, han llevado a pique la calidad de vida de sus habitantes.

Image
Eilyn Cardozo
Martes, 9 de Octubre de 2018
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día