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Editorial
2020
En esta experiencia única, el tapabocas será el hilo conductor para nunca olvidar ni al 2020 ni al coronavirus ni a sus consecuencias y enseñanzas.
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Miércoles, 30 de Diciembre de 2020

"Yo no olvido al año viejo...”, comienza la canción compuesta por Crescencio Salcedo e interpretada por Tony Camargo. Eso le pasará a la humanidad con este 2020 que será difícil de olvidar, pero no porque nos haya dejado ‘una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra’, como dice la inmortal canción.

Cuando suene la última campanada, la alegría por la llegada de 2021 será incompleta porque 2020 dejó en el planeta la pandemia del coronavirus que vino a marcar para siempre a la humanidad. Razón tienen quienes afirman que ha sido un año que cambió el mundo, como ningún otro en al menos una generación, posiblemente desde la Segunda Guerra Mundial.

A Norte de Santander lo dejó sin 20 médicos que murieron como consecuencia de la COVID-19, la mayoría de ellos después de haber hecho parte de la primera línea de combate  contra el virus. Este es un aspecto muy delicado.

También se llevó la vida de más de 375 personas asesinadas en 90 masacres que se registraron en 23 departamentos, entre el nuestro, donde además ocurrieron homicidios de líderes sociales. Esa fue una epidemia que no quiso ceder, porque el accionar criminal no se frenó con el confinamiento y las medidas de bioseguridad. Asunto que muestra la letalidad de nuestra violencia.

2020 se va dejando un amargo sabor sobre la recurrente forma de actuar de los políticos: de espaldas a la realidad y solo atentos a sus intereses, en este caso, con un supersueldazo para los congresistas que en nada beneficia a las mayorías de este país. En cambio, nuestros padres de la patria le hicieron el quite a la renta básica para ayudar en esta pandemia.

Muchos no olvidarán el año viejo porque el impacto negativo de la pandemia sobre la economía, el cierre de empresas y la pérdida de empleos, los empujó a ellos y a sus familias hacia unas precarias condiciones sociales.

En esta experiencia única de los actuales habitantes de la Tierra, el tapabocas será el hilo conductor para nunca olvidar ni al 2020 ni al coronavirus ni a sus consecuencias y enseñanzas. Cuando todo pase, pero veamos en la droguería o en el hospital una mascarilla, el recuerdo se activará de inmediato.

Pero lo más grave es que no podemos bajar la guardia ni relajarnos, porque romper las reglas y caer en los comportamientos en que los abrazos, el saludo de manos y los besos resultan siendo una ‘operación peligrosa’ y pueden llevar a graves consecuencias para nuestra salud.

Es lógico que tratemos de mandar bien lejos los aterradores recuerdos de este pandémico 2020, año que no tiene la culpa de nada de lo que nos ha sucedido. En eso debemos estar claros y no equivocarnos, porque al momento  de  hacer el balance debemos empezar por admitir que nuestros comportamientos finalmente llevan a desastres como el que actualmente sacude al sistema de salud del planeta. De esta lección tenemos que sacar conclusiones y enderezar el rumbo para evitar que las pandemias por venir sean peores que esta.

Lo único que puede llevarnos a expresar sentimientos de alegría es la aparición de las vacunas y el anuncio del cercano inicio del proceso de aplicación para la región, pasos extraordinarios que abren una puerta a la esperanza, aunque no deben primar ni la relajación ni el negacionismo, sino persistir en el autocuidado hasta que la ciencia médica pueda dar un parte definitivo de victoria.

Y, mientras tanto, ¡mucha salud en 2021!

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