La velocidad con que circula hoy la información, gracias a la evolución de internet, de la tecnología y de las redes sociales, plantea una interesante paradoja: nunca antes la humanidad había tenido tantos recursos a la mano para informarse, pero a la vez, nunca como hoy las noticias falsas y las estrategias para manipular la realidad habían representado una amenaza para las democracias y para la toma de decisiones de la sociedad.
Esa vorágine de contenidos que circulan a gran velocidad a través de múltiples sistemas y plataformas, hacen que la información responsable y con calidad sea cada vez más necesaria. En Colombia, desafortunadamente, cada día son menos los departamentos que cuentan con suficiente información que permita orientar de manera adecuada a sus ciudadanos.
Según el estudio ‘Cartografías de la información’, de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), solo un departamento del país tiene suficiente información local: San Andrés y Providencia.
Los medios locales y regionales garantizan el acceso a un bien vital: la información. Pero no hablamos simplemente de noticias. Los medios son un mecanismo para entender la realidad de un contexto particular, identificar a sus actores estratégicos e identificar las dinámicas de poder, las dinámicas de violencia, y reflejar la evolución de un territorio y su comunidad.
Bajo ese precepto nació La Opinión hace 60 años. La caída de Rojas Pinilla y la creación del Frente Nacional impuso un marco de reconciliación política que permitió el restablecimiento de las garantías consagradas en la Constitución para el ejercicio político. Esto dio un nuevo aire para expresar las ideas y surgían espacios para el fortalecimiento de la democracia. En ese contexto nació La Opinión, bajo el liderazgo y la visión de Eustorgio Colmenares, Virgilio Barco, Eduardo Silva, Alirio Sánchez y León Colmenares, un grupo de cucuteños que buscaba proponer, a través de lo que fue inicialmente un semanario, debates sobre la vida política, económica, deportiva y social de la región.
Con empeño poco a poco ese proyecto editorial fue creciendo, hasta consolidarse como el medio de comunicación líder del departamento, sobreviviendo a otros medios de la época, y afrontando, en distintas etapas, golpes que pusieron a prueba el compromiso con la generación de información: el asesinato de su fundador Eustorgio Colmenares, a manos de la guerrilla del Eln en 1993, una maleta bomba dejada en sus instalaciones, un incendio que puso en jaque su operación y varias amenazas en los momentos más complejos de seguridad en el departamento, han sido algunas de ellas.
A pesar de esas dificultades, y de las que han surgido en el último lustro con la evolución de internet y con el cambio en las dinámicas de consumo de información que han planteado enormes retos para la prensa en el mundo sin excepciones, La Opinión se ha mantenido como un referente del buen periodismo en el país, convirtiéndose en vocero de los nortesantandereanos y reflejando en sus páginas las problemáticas y necesidades de la región, así como el talento y la perseverancia de su gente.
La coyuntura que enfrenta el planeta con la pandemia del coronavirus, se suma a los desafíos que se imponen sobre la prensa. La transformación digital que han explorado otros medios en el mundo se hace más necesaria que nunca, en momentos en los que el modelo de negocio tradicional bajo el que han operado los impresos por décadas, está cambiando radicalmente.
A pesar de los desafíos, la información que aporte claridad y orientación para entender lo que sucede, la información que ayude a tomar mejores decisiones, es más que nunca necesaria. Esta casa editorial sigue comprometida con los valores del periodismo de calidad y agradece a todos sus lectores, quienes han hecho posible nuestra permanencia en estos 60 años.
