Recordemos estos datos. En 2008, el intercambio comercial entre Colombia y Venezuela superaba los 7.200 millones de dólares en un gran flujo de mercancías y una gran dinámica en la frontera entre los dos países.
El año pasado, esa cantidad, llegó apenas 221 millones de dólares, como plena confirmación del distanciamiento y ruptura de las relaciones diplomáticas que llevaron a cero cualquier tipo de contactos entre los gobiernos de Bogotá y Caracas.
Lo que ha pasado ya es historia y en este momento hay un nuevo ambiente que va llevando hacía la anhelada reapertura del intercambio comercial por los puentes internacionales.
Lo que la lógica señala, así la ansiedad acose, es que habrá un procedimiento escalonado para la gradualidad en este procedimiento diplomático, consular y económico hasta que la normalidad retorne.
Para que todo vaya por camino seguro dentro de los tropiezos propios que se puedan presentar, resulta interesante la tarea elaborada por la Gobernación de Norte de Santander y su Secretaría de Fronteras y los gremios de la región, que elaboraron un abecé de la reapertura fronteriza con gradualidad.
Esta estructura conceptual y de sugerencias surgió de las diferentes reuniones evaluativas que condujeron las diferentes alternativas expuestas para que la normalización se produzca con los resultados esperados.
Aquí se debe entender que esto no se trata de un ‘ábrete sésamo’ para que como por arte de magia todo vuelva a fluir cuando teníamos embajadores, cónsules, operaciones aduanales, convenios policiales y demás cuestiones propias de la vida en convivencia entre dos países hermanos.
Varias dudas siguen sin ser despejadas. Entre ellas se encuentra la relacionada con el paso vehicular en uno y otro sentido.
La sugerencia expuesta por la administración departamental, en ese aspecto tan sensible, planteó un pico y placa fronterizo en los municipios del área metropolitana de Cúcuta, al igual que en San Antonio y Ureña.
Y para probar que esto debe ir con calma y ajustándose a reglas precisas, figura el pedido de diseñar un sistema de registro y control de entradas y salidas para delimitar el libre tránsito de vehículos extranjeros a un perímetro definido en Norte de Santander, área metropolitana libre tránsito, y que en el resto del departamento se haga con un permiso especial de acuerdo con el Tratado de Tonchalá.
Y para contestar la pregunta: ¿y bueno, vendrán a tanquear del otro lado de la frontera y nos dejarán sin gasolina? Esa es una inquietud valedera, teniendo en cuenta que todavía la industria petrolera venezolana es débil.
“Los precios de la gasolina en territorio venezolano ya son similares a los de Norte de Santander, de manera que no se prevé un desabastecimiento que pueda ponernos en dificultad, lo que hemos visto es que el mercado de combustible ya se ha estabilizado en Venezuela, la reunión nos dejó muy tranquilos porque la idea es vender la mayor gasolina a Venezuela con precios normales”, fue la contestación del secretario de Fronteras, Víctor Bautista.
Como evidentemente el tráfico de carga hacia lado y lado del río Táchira será la primera operación que surja de todo esto, se considera urgente que para ello se estrene el puente de Tienditas que tiene toda la infraestructura adecuada para los servicios de logística y que, además, es más adecuado para que por allí fluya el comercio binacional.
Un asunto álgido es la inseguridad. La ruptura de relaciones conllevó a que la frontera esté tomada por organizaciones del crimen transnacional, cuyo combate exige una mayor capacidad de la fuerza pública en tecnología, operatividad y personal, y mejorar la comunicación con las autoridades de Venezuela para el intercambio de información.
