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Editorial
Abundan los cambuches
El manejo de los migrantes venezolanos que están retornando a su país es otro dolor de cabeza.
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La opinión
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Miércoles, 8 de Julio de 2020

Recuerda uno cuando en el pasado a Cúcuta la tenían convertida en una especie de ‘refugio a la fuerza’ de habitantes de la calle procedentes de ciudades del interior del país, quienes eran dejados abandonados a su suerte aquí, provocando de paso un grave problema de índole social con este tipo de población vulnerable.

Ese ingrato cuadro vuelve a la mente al advertir como la capital de Norte de Santander pareciera no poder sacudirse de ese estigma -en estos tiempos- agravado por la histórica crisis migratoria venezolana y las recurrentes invasiones de predios.

Ahora vemos como de un momento a otro en La Parada se levantaron cambuches con palos y plástico negro, y en La Floresta, corregimiento de Buena Esperanza, aparecieron ranchos de tela verde.

Esto es algo enormemente delicado por dos razones que de continuar así causarían dificultades urbanísticas, sanitarias, jurídicas y socio-económicas. 

El primer asunto se relaciona con el manejo del retorno de los venezolanos que ahora están en la marcha de retorno hacia su país, utilizando para ello, en su gran mayoría a la frontera entre Norte de Santander y Táchira, como punto de regreso.

Como la pandemia del coronavirus no solo es la peor amenaza de la salud en la historia sino que también golpeó la economía, cerró empresas, quebró comercios y destruyó millones de empleos, estos migrantes que  estaban no solo en Colombia, sino en Ecuador, Chile, Perú y Brasil, han decidido devolverse a su patria para estar al lado de los suyos en medio de esta emergencia.

Cali, Medellín, Bucaramanga y Bogotá son los principales puntos desde los que proceden quienes se están devolviendo, incluso haciendo extenuantes jornadas caminando hasta llegar al área metropolitana de Cúcuta, donde hay un elemento que no cuadra y que muestra que algo no funciona bien en el control de ese proceso.

Nos referimos a esos cambuches que no cumplen ninguna medida sanitaria ni de aislamiento frente a la emergencia pandémica y que más bien deteriora e impacta negativamente, porque allá en ese sitio de La Parada no hay ni baños para que los migrantes antes de ser llevados a  Tienditas, permanezcan adecuadamente. Para Migración Colombia, la Secretaría de Fronteras y Acnur es urgente que instalen una especie de lugar de paso provisional, bien acondicionado en ese sector de Villa del Rosario.

Y si eso no es posible, pues entonces el Gobierno Nacional o debe suspender esas caravanas y acabar la permisividad con los caminantes o activar algún mecanismo de comunicación por intermedio de un país amigo o la misma Organización Panamericana de la Salud o la ONU, para que Venezuela agilice el procedimiento de recepción de sus nacionales y esto no se vaya a convertir en un factor disparador de la COVID-19 en esta zona del país, ante la evidente e inocultable realidad que muestra una ‘Villa-Retorno’ improvisada y riesgosa para la salud.

Y en segundo lugar, un tema que merece ser tratado con toda la seriedad por parte de las autoridades es el de las invasiones, que ahora se desbordaron y comenzaron a apoderarse de  terrenos en la zona rural de Cúcuta, situación que comienza a sonar como un mal precedente en el evento que no haya una respuesta contundente para conjurarla, detectar a las organizaciones que se esconden detrás de esto para apoderarse de terrenos y caracterizar quienes  de los ocupantes, en realidad no tienen vivienda y entrar a plantearles solucionarles a ese problema.

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