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Acosa la pobreza

La capital de Norte de Santander es la tercera con mayor incidencia de pobreza en Colombia,  que según el DANE se situó en el 36,2%.

Muchos cuadros de la vida diaria tienen su reflejo en las frías estadísticas que producen y evalúan los organismos especializados para que desde los centros de poder se tomen adopten las estrategias y se tomen las medidas que conduzcan a mejorar la realidad. Desafortunadamente, en el caso de la pobreza, en Cúcuta, seguimos retrocediendo al ser portadores de las banderas de los primeros puestos.

Así lo acaban de certificar las cifras del DANE, al señalar que 36 de cada 100 habitantes de la capital de Norte de Santander enfrentan severas dificultades para atender sus necesidades básicas. Y aquí entonces el mundo real muestra las invasiones que se levantan en sectores como el Cerro Nazareno, detrás de Antonia Santos. 

Y también están las familias cucuteñas que no cuentan con los ingresos para garantizar una alimentación adecuada a sus miembros, razón por la cual comienzan a entrar también en el conteo de quienes son golpeados por la desnutrición y el hambre.

Lo que ocurre en los semáforos, en los parques, en los andenes, en los separadores, copados de personas en búsqueda del rebusque, en una competencia entre cucuteños y venezolanos, es la otra gran materialización de eso que dice el DANE, que la capital de Norte de Santander es la tercera con mayor incidencia de pobreza que se situó en 36,2%.

Aunque hace pocos días el mismo organismo estadístico informó que la ciudad ya no está en los primeros lugares de desempleo en Colombia, el impacto de la desocupación sí continúa manteniendo dentro de los niveles de pobreza a miles de personas que no han tenido la oportunidad de contar con un puesto de trabajo, porque aquí esa es otra especie exótica. El empleo formal no es tan fácil de conseguir, porque es igualmente difícil de crear.

En medio de esta dramática situación social cobra trascendencia lo expuesto por Mario Zambrano, director del programa ‘Cúcuta cómo vamos’ cuando afirmó: “Es necesario que tanto la administración pública como las instituciones del territorio elaboren una verdadera agenda con los temas sociales que se convierta en una prioridad en la hoja de ruta municipal”.

Y la migración venezolana también le pasó factura en ese campo al país, como lo reconoció el mismo director del DANE, Juan Daniel Oviedo, cuando al entrar en detalles se refirió a las regiones oriental (donde está Norte de Santander) y a la caribe, como las “más impactadas” por ese fenómeno en los frentes de la pobreza, la desigualdad y la desmejora de la calidad de vida.

La siguiente afirmación del titular del DANE trae a la memoria lo que en alguna ocasión dijo en Cúcuta la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, en el sentido de que la solidaridad que ha tenido el Gobierno Nacional con la situación de Venezuela, “ha tenido un costo enorme para los nortesantandereanos”.

Para dar una idea de la incidencia migratoria, el DANE expuso que en 2016, en Colombia, había 165.000 personas venezolanas en hogares pobres, y en 2018 esa cantidad se disparó para llegar a 758.000 personas en hogares pobres. “La mayoría están en el caribe y en la región oriental. Y esto incide en la desmejora de la calidad de vida en el 2018”, fue la frase que dejó sonando el funcionario, y que debe servir de insumo para empezar a barajar las mejores alternativas con el fin de salir de ese grave problema social, que requiere de medidas económicas y estructurales urgentes.

Domingo, 5 de Mayo de 2019
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