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Adicción alarmante

No existen en la ciudad tratamientos sicoterapéuticos consolidados que puedan dar respuesta a la magnitud del fenómeno. 

Un reciente informe publicado por este diario sobre el incremento del consumo de heroína en la ciudad ha puesto sobre la mesa una realidad dramática que afecta a muchas familias y que crece sin control.

No se trata de un problema menor. Aunque en el estudio más reciente sobre este tema del Observatorio de Drogas del Ministerio de Justicia Cúcuta se ubica como la cuarta ciudad con mayor número de adictos, haciendo el cálculo de acuerdo al número de habitantes, la dimensión es realmente grave: mientras que en Medellín (primera en el listado) hay 150 adictos por cada 100 mil habitantes, en Cúcuta hay 310. 

Pero las estadísticas de 2015 realmente se han quedado cortas para mostrar la magnitud del problema, pues en Colombia  no existe una política de seguimiento sistemático que permita, año a año, tener estadísticas confiables para hacer evaluación y seguimiento al fenómeno de la adicción. 

Por ello, los testimonios de expertos en esta materia, de médicos que lideran programas de tratamiento y de las mismas autoridades cobran tanto peso. Y todos apuntan a que el fenómeno en Cúcuta se está creciendo de forma alarmante.  

El hecho de que uno de los centros de tratamiento más cotizados del país, ubicado en Bogotá, esté recibiendo cada días más solicitudes de ayuda para rehabilitar personas de esta ciudad, o que el hospital mental Rudesindo Soto haya recibido más adictos demandando tratamientos alternativos que el año anterior, son muestras contundentes de que el consumo de heroína en la ciudad merece atención desde muchos frentes. 

Quizás el más importante tiene que ver con la existencia de verdaderos programas de prevención y tratamiento de este tipo de adicciones, realmente inexistentes en la ciudad. 

Más allá del convenio que se tiene para suministrar kits con jeringas y metadona para quienes tengan deseo y voluntad de rehabilitarse, no existen tratamientos sicoterapéuticos consolidados que puedan dar respuesta a la magnitud del fenómeno.  

A pesar de los intentos de la secretaría departamental de salud por formar profesionales que traten este tipo de adicciones, no hay una constancia que permita tener expertos en farmacodependencia o profesionales con maestría en adicciones, realmente necesarios para crear y coordinar programas que tengan repercusión y logren contener y contrarrestar el fenómeno.

Otro de los frentes que requiere acciones inmediatas es el policivo. Testimonios recogidos por este diario dan cuenta del infierno que se vive en algunas ollas de la ciudad, en las que se presentan todo tipo de prácticas de intercambio de dinero y sexo por heroína. 

A pesar de que estas acciones por sí solas no lograrán una solución real, es importante erradicar estos focos ampliamente conocidos en los que quienes deseen iniciarse en ese mundo pueden encontrar fácil acceso. Así mismo, las autoridades deben enfocarse en erradicar las redes de distribución, con vendedores ampliamente conocidos e identificados.

Esta adicción, de la que logran recuperarse solo 3 de cada 100 que caen en ella, afecta principalmente a los jóvenes, siendo la edad promedio de consumo los 26 años. Así las cosas, autoridades y expertos están en mora de coordinar un verdadero plan de acción que permita enfrentar este enemigo silencioso, que avanza a grandes pasos afectando principalmente al futuro de esta sociedad.

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Lunes, 6 de Noviembre de 2017
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