Preocupante por las implicaciones de diversa índole que una situación de esa naturaleza plantea, resulta el informe del DANE que advierte como el hambre golpea con crudeza a Cúcuta por impacto directo de la pandemia del coronavirus.
Nos referimos al estudio según el cual, antes de la cuarentena y del aislamiento preventivo el 99,3% de los hogares cucuteños consumía tres comidas al día, posteriormente esta cifra cayó hasta el 79,3%.
Poniéndole rostro a dichas estadísticas, eso equivale a que de 100 hogares en por lo menos 20 no hay los recursos económicos suficientes para que sus miembros desayunen, almuercen y coman, debiendo suprimir alguna de ellas.
Y como hay incrédulos y otros que piensan que eso es propaganda para hacer quedar mal a los gobiernos, la triste y dura realidad cucuteña por fortuna es medible y tiene en este grave asunto otro punto de comparación, como lo es la segunda encuesta Mi Voz Mi Ciudad.
En noviembre de 2020, la Red Cómo Vamos y Cúcuta Cómo Vamos, detectó mediante ese sondeo ciudadano, que por aquí no andan muy bien las cosas en materia de seguridad alimentaria para los pobladores, porque el 24, 5% encuestados relató que algún miembro del hogar pasó hambre por falta de ingresos.
Esta cruda realidad que surge de esas mediciones debe de ser un motivo suficiente para una alerta entre las autoridades municipales y departamentales, porque si a una coyuntura pandémica como la que enfrentamos se le agrega el hambre, el resultado que debemos esperar no será nada agradable desde donde se le mire o evalúe.
Es urgente que se actúe porque una vez llegue una invitada indeseable, como lo es la desnutrición, la salud de quienes hoy enfrentan ese drama se debilitará y quedará expuesta a diversos males.
Y en instantes que estamos bajo acecho del coronavirus, la aceleración del hambre en muchas comunidades servirá de caldo de cultivo para que crezca la propagación y la letalidad sea mayor que la que estamos viendo.
Tal vez algunos lo llamarán asistencialismo, pero es indudable que hay que poner manos a la obra para ayudar a esos habitantes de la ciudad que hoy están siendo visitados por el hambre.
Razón tiene Mario Zambrano, director del programa Cúcuta Cómo Vamos, cuando notificó que un tema de vital importancia en la agenda social es la seguridad alimentaria, ya que es interdependiente con otros asuntos, de ahí su complejidad.
Para dimensionar lo que está ocurriendo, hay que recordar que el 69,4% de los encuestados dice que al menos una persona de su hogar perdió el empleo y de los ingresos actuales, 5 de cada 10 dice que no alcanza para cubrir los gastos mínimos.
Luego tampoco es descabellado que detrás de esa triste realidad de no poder tener las tres comidas diarias se encuentre el hecho de que lo poco que consuman de alimentos, tampoco sean los adecuados y necesarios para una dieta al menos medianamente balanceada.
Lo grave de todo esto, y como lo ha expuesto Naciones Unidas, es que las personas que viven en la pobreza experimentan muchas privaciones que van entrelazadas como son: condiciones de trabajo peligrosas, vivienda insegura, falta de alimentos nutritivos, acceso desigual a la justicia, falta de poder político y acceso limitado a la atención médica.