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¿Ahora qué?

La comunidad esperaría que en cumplimiento de las decisiones del consejo de seguridad.

Si la disidencia es responsable del atentado en Tibú, debería romperse el cese al fuego en el Catatumbo”, le dijo el ministro de Defensa, Iván Velásquez, a La Opinión, en relación con el ataque dinamitero en que murieron dos policías y una mujer y otras 11 personas quedaron heridas.


Pero no fueron las disidencias. La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (Eln) reivindicó este ataque, lo cual abre el  interrogante sobre ¿cuántos muertos más se deben sepultar y contar? en medio del tortuoso camino para la ‘Paz total’ en esta región del país.


Haciendo cuentas, por dos atentados  con explosivos perpetrados por esa organización subversiva, doce familias de soldados y policías están de luto por la muerte de sus seres queridos; diez correspondientes al bombazo contra una patrulla militar en la zona rural de El Carmen, el 29 de marzo, y dos en el hecho sucedido el miércoles pasado, en el que también falleció una mujer, en Tibú.


Entonces, la comunidad esperaría que en cumplimiento de las  decisiones del consejo de seguridad, el refuerzo de tropas con diez pelotones para Tibú y la zona de influencia, implicará que los 360 militares llegarán a perseguir, enfrentar, derrotar y llevar ante la justicia a los integrantes del Frente de Guerra Nororiental, de esa guerrilla.


Esto se supone, porque no hay una muestra real de desescalamiento de los hostigamientos por parte del Eln contra la Fuerza Pública y de hostilidades hacia la población civil, que como se observó claramente en el video de la explosión, quedó gravemente afectada, en  evidente e innegable violación de los protocolos del Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos.


Y como lo aclaró el ministro Velásquez a una pregunta de La Opinión, “contra quienes no están en el cese, las Fuerzas Militares y la Policía pueden desarrollar todas las actividades sin ningún límite, siempre respetando los Derechos Humanos y la legalidad. Pueden actuar con operaciones ofensivas”.


O sea que como no se ha pactado ningún cese con dicha guerrilla, con la cual se continúa en diálogos en medio del conflicto armado, las fuerzas del orden no tienen -interpretando al funcionario- las manos atadas para ir tras quienes persisten en usar el lenguaje de las balas, las bombas, el terrorismo y la intimidación en lugares como el territorio catatumbero.
Sin embargo, desde el punto de vista político y de reflejo ante la opinión pública, hechos como el acontecido en Tibú con un antecedente tan grave como el de El Carmen, deben tener un efecto en la mesa de diálogo y negociación con esa guerrilla, puesto que estos actos de terrorismo ‘dinamitan’ y le restan fortaleza a la estrategia planteada por el Gobierno Nacional con su ‘Paz total’.


Lo anterior se deduce de haber leído esta parte del comunicado guerrillero donde afirma que “el Eln viene desarrollando acciones para enfrentar el aparato militar estatal y paraestatal”.


Allí en esas pocas palabras  se nota el poco interés en bajar la intensidad y la manifestación de que todavía seguiría muy lejos la posibilidad de consolidarse el cese del fuego y de hostilidades.
Y mientras se esperaría una declaración más contundente por parte del Gobierno Nacional, dejan un sinsabor estas expresiones del Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda: “que el Eln se lo atribuya es un gesto de responsabilidad para aclarar la situación y ya habrá el momento y escenario judicial para que estos hechos sean sancionados”.


Rectificar no es malo. Enderezar el camino tampoco. La ‘Paz total’ en Norte de Santander no puede seguir en medio de ese fragor de violencia terrorista donde nadie está a salvo. Hay que exigir reales compromisos y persistir en golpear militarmente a quienes no dan señales de querer la paz.

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Sábado, 27 de Mayo de 2023
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