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Editorial
Ahora sí aparecieron
Quienes busquen reelegirse o llegar por primera vez a ostentar la credencial de congresista, deben de entender una forma de reducir esa impopularidad es luchando para que su terruño reciba el tratamiento y la importancia que merece.
Lunes, 10 de Enero de 2022

Va en el carro y se encuentra de frente con una valla política. Va caminando y los ojos tropiezan con otra. Abre las redes sociales y aparecen también los candidatos, unos bailando, otros cantando y arengando que son la salvación que el departamento y el país necesitan. Enciende la radio, la televisión y ojea los periódicos y ahí también están. 

Y van por los barrios y veredas en sus ostentosas camionetas y rodeados de sus avanzadas de aduladores. Van a las ferias. Muchos ya dieron regalos en Navidad. Ahora también alistan lápices y cuadernos para la temporada escolar.

Sus discursos van cargados de promesas de ríos de leche y miel. Asumen posiciones de impolutos apóstoles o de cuasi arcángeles, cuando en la cruda realidad colombiana muchos de los que hoy tienen credencias de congresistas han actuado contrario a lo que pregonan.

No se quisieron recortar las millonarias vacaciones ni bajarse los estratosféricos sueldos ni endurecer las sanciones contra los que no asisten a las sesiones argumentando toda serie de excusas o van y confirman y se escabullen de sus funciones legislativas que les ordena ley como senadores o representantes a la Cámara.

En la práctica, lo anterior equivale que una gran parte de congresistas está de espaldas a la realidad colombiana y no quiere autorreformar el Poder Legislativo que necesita urgentemente someterse a una reingeniería, como lo demuestran los altos índices de impopularidad que superan el 70%.

Y sobre las columnas del Capitolio también debe de estar haciendo bastante peso esa imagen negativa de los partidos políticos que ronda por los niveles del 80%, lo cual en plata blanca significa que los colombianos bien podrían darles un castigo en las urnas en las elecciones de marzo. Sin embargo, soñar no cuesta nada.

Ya sabemos que los políticos tienen miles de estratagemas para acomodarse, como camaleones, a las circunstancias y retener para ellos o sus apadrinados, las curules en el templo de las leyes, a donde llegan no a trabajar por quienes finalmente volvieron a caer seducidos por sus cantos de sirena, sino para beneficio propio y de sus castas.

Norte de Santander con su 1’491.689 habitantes necesita de una bancada congresional realmente comprometida con esta región que carga sobre sus espaldas una variedad de graves problemas económicos, sociales y de orden público, aparte de tener una complicada situación en la frontera con Venezuela.

Requerimos que por encima de ser parte del partido que se encuentre en el poder o de hacer parte de fuerzas opositoras o de estar en alianza con quienes manejan los hilos del gobierno, la región sea puesta por encima de esos intereses y nuestros congresistas se hagan sentir realmente en Bogotá, ante la administración central.

Quienes busquen reelegirse o llegar por primera vez a ostentar la credencial de congresista, deben de entender una forma de reducir esa impopularidad es luchando para que su terruño reciba el tratamiento y la importancia que merece en el Plan Nacional de Desarrollo y en el programa de inversiones y en admitir que la política internacional no debe de estar ideologizada porque mire lo que nos está pasando en esta tierra fronteriza.

Y una consideración final. Un observador desprevenido comentó para qué los señores políticos en campaña se gastan tanta plata en toda esa parafernalia, que aquí en el departamento más bien pudiera servir para enfrentar la desnutrición infantil y lanzar un gran programa para enfrentar el hambre que golpea a cientos de familia. Pero claro, eso solo se verá en sueños, porque la plata correrá en campaña para otras cosas.
 

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