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Editorial
Al fin, ¿sí o no?
Las posiciones ambiguas y confusas permiten a los demás que tomen del pelo o se burlen de quien las asume.
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Domingo, 6 de Enero de 2019

Algunos altos funcionarios del Gobierno insisten en discursos ambiguos y, realmente contradictorios, como el del actual Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, respecto del Eln y su hipotética presencia en Venezuela.

Mientras por un lado le solicita a Venezuela informar si en su territorio están varios comandantes de esa guerrilla, por otro afirma que ‘el hecho de que ese grupo subversivo armado tenga presencia de sus líderes en un país vecino’ dificulta toda aproximación a un diálogo.

La contradicción es clara: no están, y pregunta por ellos al Gobierno del otro país, y sí están, y lo ratifica como un hecho, y ante esa duda, se le está dando pie a Venezuela para que responda como no lo espera Colombia. En Caracas se saben de memoria los manuales para eludir los protocolos sin dejar de ser diplomáticos.

Usualmente, las posiciones ambiguas y confusas permiten a los demás que tomen del pelo o se burlen de quien las asume, y más en el mundo diplomático y de las relaciones internacionales con un Gobierno, como el venezolano, al que no le cuesta trabajo alguno asumir la rispidez del lenguaje como norma oficial.

Si, como dice Ceballos, es un hecho de que los guerrilleros están al otro lado de la frontera, ¿por qué mejor no exhibir las pruebas que sustentan su afirmación, y pone en evidencia, lejos de todas las dudas, al Gobierno de Nicolás Maduro?

La presencia de guerrilleros colombianos en Venezuela —también en Perú, Ecuador, Brasil, Nicaragua y Panamá— no es de ahora, y no solo ha sido del Eln; las Farc tuvieron control territorial en varias zonas de los países vecinos, y jamás los gobiernos respectivos lo admitieron.

Y Colombia ha alojado, con el conocimiento de algunos gobiernos, a líderes políticos, opositores a regímenes vecinos. Que una cosa son líderes políticos y otra guerrilleros, es parcialmente cierto: stricto sensu, estos y aquellos son opositores a sus gobiernos.

La presencia de unos y otros crispa las relaciones entre los países, pero todo cabe dentro de las llamadas razones de Estado, es decir, dentro de esas medidas que adoptan los gobernantes para salvaguardar la salud pública del Estado que le encomendaron dirigir.

Significa que, para el gobernante, el Estado está por encima de todo, y con mayor razón por sobre el Estado rival, porque, aunque haya abrazos efusivos y las declaraciones de amistad sean frecuentes, no hay Estados amigos. Cada Estado está en contradicción con los demás del mundo; cada uno busca sobrevivir de la mejor manera, y para eso son las razones de Estado y, de ordinario, cada gobierno las mantiene en absoluta reserva. De ellas puede depender su futuro…

Ante un gobierno como el de Venezuela, no se puede hablar con dudas, hay que ser contundentemente claros, concisos y precisos, y la mejor manera que hay de hacerlo es hablar sin ambigüedades, sin formular preguntas que jamás serán respondidas, a menos que la cuestión vaya acompañada por las evidencias.

Colombia tiene suficientes pruebas de la presencia, consentida oficialmente o no, de guerrilleros del Eln en Venezuela, así que, ¿por qué no mostrarlas, en vez de discursear demostrando una ingenuidad que nadie cree, ni el mismo Maduro, al que aún seguimos considerando un aprendiz y un ignorante? ¿O no las tiene?

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