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Editorial
Alarma educativa
Demasiados niños no han podido regresar a la escuela a tiempo completo.
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Viernes, 24 de Junio de 2022

Aparte de que la pandemia del coronavirus acabó con la vida seres queridos, desnudó graves problemas sociales y económicos, enfermó a miles de personas, infectó la economía y golpeó el empleo, acaba de advertirse que a América Latina le dejará un grave legado relativo a la pérdida de capacidad de aprendizaje de sus niños.

¡Ojo! Eso nos incluye a los colombianos, nortesantandereanos y cucuteños, porque así como el virus que sigue por ahí al acecho y causando graves inconvenientes, no se ha ido, ahora tendremos que lidiar con este nefasto impacto. La advertencia nació del Banco Mundial y de la Unicef que hicieron la siguiente notificación que no debe dejarse por ahí sin atenderla adecuadamente: Los niños de Latinoamérica y el Caribe han caído en la pobreza de aprendizaje más rápido que los de cualquier otra región desde 2019, al aumentar al 79%.

Este par de advertencias hechas por ambas instituciones deben de encender las alertas, de forma inmediata, en nuestro sistema educativo regional, porque las consecuencias a futuro encierran hechos muy graves.

-Debido al cierre de las escuelas para evitar la propagación del virus, toda una generación de estudiantes, esto es, unos 170 millones de niños y niñas en América Latina, perdieron en promedio entre uno y casi dos años de aprendizaje.

-Como consecuencia, se prevé que cuatro de cada cinco alumnos de sexto grado no alcanzarán el nivel mínimo de comprensión lectora para su edad, cayendo a niveles de hace más de diez años, algo que podría costarles a los alumnos actuales una reducción en sus ingresos del 12% a lo largo de su vida.

Y, siendo sinceros, de eso nadie habla en las secretarías de Educación ni en las organizaciones que tienen que ver con la enseñanza de quienes han llegado a las aulas a recibir el aprendizaje.

Por tal motivo, en Colombia y en esta región, se hace indispensable que el nuevo gobierno y las entidades locales emprendan cruzadas para enfrentar tan delicado fenómeno que tiene que ver con la propia capacidad de formación a futuro de los nuevos profesionales y a ahondar las brechas de la desigualdad social.

“Millones de esos niños abandonarán activamente la escuela y simplemente decidirán hacer otra cosa porque están demasiado atrasados en términos de aprendizaje y sus familias enfrentan desafíos económicos”, dijo Emanuela Di Gropello, gerente de práctica de educación del Banco Mundial en Latinoamérica y el Caribe.

¿Las secretarías de Educación departamental y Municipal en Norte de Santander y Cúcuta ya hicieron una medición sobre este efecto pandémico? ¿Lo van a hacer? ¿Van a plantearle alguna estrategia al Ministerio de Educación?

No olvidemos que el departamento ha tenido siempre complicaciones y bajas mediciones en cuanto a la calidad de la educación, motivo por el cual es indispensable evidenciar cómo nos dejó la pandemia en ese asunto y en la deserción para proceder a desarrollar las tareas para tratar de equilibrar el rumbo.

Y no es tan de poca monta lo que nos ha sucedido porque dentro de los mecanismos de medición aplicados por el Banco Mundial y la Unicef se descubrió que el retroceso en las aulas fue muy severo.

Y veamos por qué: cuatro de cada cinco estudiantes de sexto grado en la región no pueden comprender un texto básico al nivel de su grado. Están perdidos, no están aprendiendo.

Ojalá las entidades locales y el mismo gobernador Silvano Serrano a quien se le escuchan sus preocupaciones por mejorar la cobertura y calidad educativa tengan presente este mensaje: “Estamos ante una verdadera catástrofe educativa que nos obliga a actuar de manera urgente”, según Carlos Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para Latinoamérica y el Caribe. 

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