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Amenazas del Eln

¿Por qué lo hacen, cuál es el objetivo de esa medida estalinista y troglodita?

Nada más deplorable que intentar ir en contravía de la realidad. Así, en un país que pretende iniciar su camino en paz hacia el futuro, es lamentable que haya quien quiera cruzarse en su camino para intentar reversar la decisión popular.

Es lo que le ocurre al Eln, pero, en especial, a su veleidoso liderazgo, dedicado por estos días a infundir terror entre los colombianos que más han sufrido con los embates de esa organización armada, los del centro y nororiente del país.

Pueden los guerrilleros, como lo han demostrado muchas veces, impedir bajo amenazas de muerte que las personas se movilicen con plena libertad, e incluso pueden materializar las amenazas. Pero, ¿por qué lo hacen, cuál es el objetivo de esa medida estalinista y troglodita?

Hacerse notar, tal vez, de una sociedad que nada quiere saber ni de guerra ni de violencia, pese a la rispidez que se percibe en las redes sociales en el debate en torno del cercano plebiscito. Lo único que los colombianos esperan del Eln es la fecha en que se sentará con el gobierno a buscar el fin de su guerra particular.

Porque la guerra del Eln contra el Estado es su guerra, su problema, desde 1964, y en ella no tiene porqué involucrar a otros colombianos, solo porque viven en la zona donde históricamente se fundó y actúa esa guerrilla.

Así como no es necesario poner la mano en el fuego para saber que quema, tampoco lo es permanecer en el monte durante decenios para enterarse de que, en verdad, hay colombianos que no existen ni para el Estado ni para nadie, incluidos, desde luego, el Eln y sus veteranísimos comandantes.

Al contrario, es muy probable que en el aislamiento se pierda la perspectiva de la realidad, como parece demostrarlo la organización armada con sus radicales métodos cargados a más no poder de obsolescencia y de anacronismo.

Quizás sea por esta razón que los guerrilleros creen que la mejor manera de demostrarle al pueblo su amor y su afán de redimirlo es impidiéndole ir de un lugar a otro, porque así le evitan la posibilidad de tropezones y accidentes.

En estas situaciones siempre es más el ruido que las nueces. ¿Cuál podría ser el balance de la inmovilidad en una vía como la Carretera de la Soberanía, casi intransitable como está? Negativo, sin duda, con resultados ridículos, pues por allí no se aventura sino unos cuantos osados.

Los panfletos con la amenaza de disparar contra quien se mueva generan, obviamente, inquietud y cierta alarma. Pero resultados para mostrar la eficacia de la orden de inmovilidad de ordinario no se compadecen con el ruido causado.

¿Será que la guerrilla está apelando al manido recurso de actuar y amplificar el volumen de sus acciones, para sentarse a una eventual mesa de diálogo tratando de demostrar un poder del que carece? Como si en Colombia no se supiera cuál es la real dimensión del Eln.

Deberían los comandantes, al contrario de lo que están haciendo, dedicarse a preparar sus puntos de vista para discutir con el Gobierno, en vez de estar a la espera de cualquier eventualidad para impedirles a las personas caminar.

Martes, 13 de Septiembre de 2016
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