La amenaza sobre las elecciones ahora no es solamente por la compra de votos, ya sea con hallacas y un billete de $50.000 (claro que ahora con esta inflación el billetico podría llegar a ser de $100.000) o a cambio de una beca o de un puesto. 

Ni tampoco el riesgo está presente en los hechos de violencia que por años han estado ahí, llevando a que se produzcan alertas y episodios en que es necesario cambiar de sitio algunas mesas de votación  por las intimidaciones de grupos armados.

Ahora resulta que sobre todo este de por sí enrarecido ambiente electoral se ciernen amenazas provenientes del exterior, lo cual no se puede echar en saco roto, pero sí evaluar muy bien y disipar dudas para proceder a tomar los remedios requeridos.

La que puso el dedo en la llaga sobre este asunto, fue la subsecretaria de Estado de Estados Unidos para Asuntos Políticos, Victoria Nuland.

Ella habló de la necesidad de lograr que las elecciones colombianas sean de los colombianos y que por eso hay que tener presente elementos desestabilizadores como los ataques cibernéticos, la desinformación y la propagación de noticias falsas con origen en territorios diferentes al nuestro.

La advertencia de la Casa Blanca para que las autoridades electorales colombianas, el gobierno del presidente Iván Duque y las fuerzas de seguridad tengan presente ese nuevo elemento perturbador, se hizo teniendo presente que lo mismo ha ocurrido en otras partes del mundo.

Para la Registraduría Nacional del Estado Civil se convierten todas estas consideraciones en una gran prueba de fuego para el software que adquirió para el escrutinio nacional y que de acuerdo con lo expresado reiterativamente por el titular de ese despacho, Alexander Vega, será manejado directamente por la entidad y no por ningún operador privado.

Como es mejor prevenir que lamentar, todo lo dicho por la funcionaria estadounidense es un asunto para tener en cuenta en los ajustes que se deban de efectuar, para evitar una operación fraudulenta desde el ámbito cibernético.

Los comicios de marzo y de mayo, son muy importantes para la democracia, motivo por el cual hay que resguardarlos y protegerlos de  nuevos elementos que puedan perturbarlos y distorsionar la real  decisión del electorado al marcar los tarjetones.

Importante resulta tener un apoyo para salvaguardar las elecciones y fortalecer la ciberseguridad contra los actores externos interesados en manipularlas, pero este no debe quedarse solo ahí, sino proceder a rastrear e identificar a quienes al parecer -según lo expuesto por Washington-buscan ejecutar esas maniobras.

Bueno es recordar que Estados Unidos le aplicó sanciones hasta al propio servicio de inteligencia de Rusia, por las acciones de injerencia en las pasadas elecciones presidenciales norteamericanas.

Por lo tanto, hay mucho trabajo por hacer. Porque a ninguno de esos elementos se les puede bajar la guardia, porque finalmente los resultados serían muy graves para la misma institucionalidad democrática.

Con todas esas alertas activadas, lo prudente es que la Procuraduría y la Fiscalía estén muy atentas y vigilantes para seguirles la pista a los que constriñen y corrompen al elector, asunto que tristemente se repite y poco se castiga o descubre.

A la Policía y el Ejército les compete su accionar dentro del famoso Plan Democracia, para que por ejemplo en Norte de Santander el Eln, la disidencia de las Farc o las bandas criminales no perturben el proceso.

Y los especialistas en ciberseguridad con el andamiaje que puedan contar del respaldo estadounidense pues no permitan que desde las entrañas de la internet actúen los enemigos de la democracia, sean nacionales o extranjeros.

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