El ingreso a la UCI de un paciente como el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) deja al descubierto variedad de delicadas situaciones que no se pueden dejar por ahí sin al menos examinarlas y medirles las implicaciones que están acarreando.
En un país como Colombia donde el parque automotor ha tenido un crecimiento sostenido en los últimos 11 años y medio, por lo menos tiene que asegurarse que sus condiciones no disparen la accidentalidad.
Datos del RUNT muestran que en 2011 circulaban casi la misma cantidad de carros, camionetas y camiones (4.1 millones) y motos (4.3 millones), pero a partir de 2017 las motocicletas despegaron (7.7 millones) frente a los 5.8 millones de otros vehículos.
Este año, al hacer el corte a junio, las motocicletas ya son inalcanzables al sumar 10.5 millones en las calles y carreteras colombianas, frente a los 7 millones de automotores, como lo indica la estadística.
Y aquí surge una de las inquietudes al cruzar dichos datos con una advertencia de la Federación de Aseguradores Colombianos, que para ello se fundamentó en un estudio de Cesvi.
“La mayor parte de las motocicletas que se venden en Colombia, no podrían comercializarse en otros países por no reunir los requisitos mínimos de seguridad, por ejemplo, sistemas de frenado ABS”, advierte Fasecolda.
Esto es algo que el Ministerio de Transporte, la Superintendencia y la Agencia Nacional de Seguridad Vial deberían evaluar y corregir al tenor de las normas internacionales que regulan esa clase de vehículos, teniendo en cuenta que las motos registran un mercado siempre en crecimiento sostenido, como lo muestran los registros en el RUNT. El año pasado fueron de 323.865 en el primer semestre, de 417.965 en los seis meses siguientes y entre enero-junio de 2022 ya vamos en 426.341 inscritas en el Registro Único Nacional de Tránsito.
Estas piezas del rompecabezas permiten ir teniendo una claridad de como las motos que han crecido en el 118% en la última década en Colombia frente al 48% de otros vehículos, muestra proporciones semejantes cuando se traspone esta medición en los accidentes viales.
“Todas las motos, de cualquier año de antigüedad, tienen siniestralidad superior al 100%”, es la sentencia de Fasecolda que se sustenta en el análisis del SOAT, mientras que al evaluar ese mismo ítem en los demás componentes del parque automotor señala que es “moderada” en todos los modelos.
Y al seguir la profundización, los componentes estadísticos llevan a otra conclusión que preocupa: el 87% de las víctimas de accidentes de tránsito atendidas con cargo al SOAT, corresponden a casos en los que al menos una motocicleta estuvo involucrada y que el 60% de los fallecidos en 2021 y el 59% en el primer semestre de 2022 eran usuarios de motos.
Poniendo todos esos dramáticos números junto con el hecho de que 6.4 millones de motocicletas van para arriba y para abajo sin el SOAT, el panorama que se dibuja es desolador y les da la razón a los aseguradores quienes advierten que en este sentido Colombia no ha tenido una regulación definida para prevenir y disminuir accidentes en la vía.
Es el momento de actuar porque no podemos seguir viendo que los muertos y heridos en las calles y carreteras aumenten, sin que realmente se dispongan de planes que prioricen la educación al conductor, la prevención vial y que se refuercen áreas como la exigencia de equipamientos de seguridad ajustados a los estándares internacionales, y revertir cuadros como estos: las motos de hasta de tres años de antigüedad aportaron el 54% de los fallecidos en 2021, de los cuales el 38,4% son de motos nuevas.
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