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Editorial
Azúcar, alcohol y equidad
Si es justo o no gravar más a este sector industrial, le corresponde definirlo al Gobierno, que planteó un impuesto plurifásico.
Sábado, 24 de Noviembre de 2018

No hay discusión: el azúcar y el alcohol enferman a la gente. Lo sostienen, en un caso la lógica y la experiencia, y en ambos, la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS es incluso partidaria de imponer mayores impuestos a las bebidas azucaradas, pues ayudan a reducir el consumo y la prevalencia de la obesidad, la diabetes de tipo 2 y la caries dental.

Todo intento por desvirtuar los informes científicos no pasa de ser un vano esfuerzo por convencer de lo contrario y por eludir los gravámenes fiscales que les corresponden a quienes en vez de pensar en el bien común lo afectan.

Es fácil entender a los fabricantes, que estos días argumentan razones que pesan menos que la salud de los colombianos, para evitar que el gobierno de Iván Duque les imponga los impuestos que les corresponden y que, por razones jamás explicadas con suficiencia, en otros gobiernos no han tenido que pagar. Se trata de su negocio, lícito, por demás, y de su derecho a defenderse del espíritu impositivo.

Hasta ahora, se aplica un Impuesto al Valor Agregado (IVA) de 19 por ciento a cervezas, gaseosas, limonadas y otras aguas tratadas. Es un impuesto de fábrica o producción (monofásico, lo llaman los técnicos), que paga el productor, es decir, quienes fabrican.

La cerveza también paga 48 por ciento al consumo, que igualmente absorben los productores. Su recaudo en 40 puntos se destina a los departamentos, y en 8, a la salud. Licores y vinos pagan impuesto de 25 por al consumo departamental, y un IVA del 5 por ciento.

Si es justo o no gravar más a este sector industrial, le corresponde definirlo al Gobierno, que planteó un impuesto plurifásico, lo que significa que también será pagado por el consumidor final de las bebidas.

Parte de la oposición surge del comercio, con razones como las del presidente de Fenalco, Pedro Marún, para quien “aplicar un régimen de IVA plurifásico a las cervezas y gaseosas sería un tiro en el pie”, por cuanto significaría “un golpe directo a 700.000 tenderos y a más de un millón de familias que dependen de ellos”.

El argumento tendría algo de validez solo en el caso en que el impuesto lo pagaran los tenderos y no los consumidores, y si en las tiendas solo se vendieran cervezas y refrescos azucarados.

Se argumenta que un nuevo impuesto llevaría a subir los precios, lo cual es, precisamente, el objetivo sugerido por la OMS: encarecer los precios para que haya menos consumo. Otra razón para oponerse tiene que ver con una falacia según la cual, muchos colombianos almuerzan con una gaseosa. Quizás fue cierto en alguna época y en algunas regiones, pero hoy no es así. Quienes las consumen sin control son los niños, cuya salud es, precisamente, la mayor preocupación de la OMS.

La reforma tributaria —es eso, aunque le cambien el nombre— pretende ser, ahora sí, equitativa. Pero no parece. Imponer gravámenes superiores a 19 por ciento a algunas pensiones no solo no es equitativo, sino francamente injusto, pues las pensiones son solo ahorros de las personas que, además, ya pagaron impuestos por ese dinero.

Valdría la pena un pronunciamiento de los fabricantes de cervezas y de gaseosas en contra de esta doble tributación. ¿Lo harán?

 

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