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Editorial
Cada día más viejos
En Colombia, la expectativa de vida es de 78 años, lejos de los 84 de Hong Kong o de los 83 de Japón, Suiza y España.
Viernes, 15 de Septiembre de 2017

La esperanza de vida de los colombianos es de 75,4 años, y el de las colombianas, de 81,1. Significa que, poco a poco, como en los países de más alto equilibrio económico y social y con estándares de calidad de vida superiores, Colombia sigue avanzando.

En promedio, la expectativa de vida es de 78 años, lejos, por ejemplo, de los 84 de Hong Kong o de los 83 de Japón, Suiza y España, pero, también muy lejos de Sierra Leona, donde un recién nacido hoy apenas puede aspirar, en las condiciones reales de su país, a vivir 46 años, casi la mitad de un colombiano que llegue a la vida hoy.

Los datos de Colombia son del estudio sobre la Carga Mundial de la Enfermedad, una investigación de cada año coordinada por el Instituto para la Evaluación Métrica de la Salud (Ihme) de la Universidad de Washington.

De acuerdo con el estudio, en el que participaron 2.500 científicos de 130 países, un colombiano vive hoy 3,4 y una colombiana 2,8 años más que hace 10 años. Y, atrás la guerra y la violencia, que generaban múltiples enfermedades mentales y físicas, con un equilibrio social y económico cada vez más sólido y con la atención universal en salud y un mayor acceso a la educación, las expectativas de vida crecerán rápidamente.

Desde luego, la violencia ha disminuido, pero permanecen altos niveles, que por muchas razones se traducen en enfermedad y muerte. Por fortuna la guerra terminó y ya no dejará los miles de lisiados y mutilados que dejaba, lo cual, además de significar un enorme paso hacia la inserción de Colombia en el mundo civilizado, representa unos ahorros enormes de dinero que se gastaba para atender a estas víctimas.

El hecho de que más personas puedan recibir más y mejor educación se traduce, por otro lado, en más ahorro: los colombianos se alimentan mejor, y como consecuencia se registran menos muertes por males cardíacos y derivados de la obesidad, accidentes cardiovasculares y enfermedades gástricas.

De todas maneras, en Colombia todavía muchos mueren como consecuencia de violencia interpersonal, cardiopatía isquémica, lesiones en accidentes de tránsito y cardiovasculares, y defectos congénitos.

Y muchos siguen siendo víctimas frecuentes de dolores lumbares, migrañas, pérdida de audición, anemia ferropénica y trastornos depresivos mayores. Los jóvenes, por su parte, son víctimas de la violencia y, en muchos casos, de la drogadicción.

Pero, en términos generales, la investigación deja bien parada a Colombia y a sus programas preventivos de salud, claves para garantizar una mejor calidad de vida, y un factor importante para reafirmar el criterio de que se está dejando atrás el estadio del su desarrollo.

No significa, ni más faltaría, que Colombia está ya en el primer mundo, junto a los países más avanzados, pero sí, que cada vez está más cerca de llegar. Ha logrado que factores como la miseria, la guerra, la falta absoluta de atención en salud, que minaban la población, se hayan podido superar.

Desde luego, aún falta mucho por hacer, pero los resultados del estudio pueden ser el estímulo que se necesita para impulsar nuevos programas y para añadirle unos cuantos años más de esperanza a la vida de los colombianos.

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