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Carambola a varias bandas

La de Trump es una carambola para desestabilizar no solo el medio Oriente, sino el mundo, porque la reacción árabe-palestina se sentirá. 

Ninguna jugada pudo ser mejor para avivar los rescoldos de la guerra que la de Donald Trump al declarar que Jerusalén es la capital de Israel, injerencia que ni los mismos judíos aceptan, pues solo ellos pueden decidir qué hacer.

Ningún país del mundo, ni el mismo Israel, habían hecho algo así. Incluso, hace 70 años, cuando surgió Israel en tierras que no eran suyas, Tel Aviv nació con ese propósito de ser la capital. Allí están todas las embajadas extranjeras.

La de Trump es, en realidad, una carambola perfecta para desestabilizar no solo el medio Oriente, sino el mundo, porque la reacción árabe-palestina se sentirá en todos los confines del planeta. De eso a nadie debe quedarle duda alguna.

Estados Unidos era el garante del proceso de paz entre israelíes y palestinos, y con la decisión de Trump mató la confianza que tal vez generaba en el mundo, que de ahora en adelante quizás no sepa en qué país confiar, pero sabrá, sin duda, en cuál no. Pero, hay otras consecuencias inmediatas de la decisión inconsulta.

El Día de la ira, por ejemplo, que será, en realidad, muchos días, sacó de sus casas a millares de palestinos y otros árabes que protestaron de manera airada con pedreas y quema de banderas de Estados Unidos, por lo que consideran un despojo de su capital por Trump.

Estas protestas, qué duda queda de que serán el comienzo de la que podría ser una nueva y sangrienta intifada de los palestinos de Gaza y Cisjordania contra Israel. Solo que esta vez podría tener respaldo del Ejército Islámico, hoy sin territorio desde cuando los rusos sacaron el último reducto de Siria.

La frase del portavoz de Hamás en gaza, Ismail Radwan, sintetiza lo que se ve venir: ‘La decisión abre las puertas del infierno para Estados Unidos en la región’, y la del ministerio de la cancillería de Irán completa el panorama: ‘La provocadora e insensata decisión de EE.UU. va a incitar a los musulmanes y va a enardecer una nueva intifada y una escalada de comportamiento radical, violento e iracundo’.

Otra consecuencia es que el proceso de paz palestino-israelí queda práctica y teóricamente en ceros, con un país garante que de manera insensata tomó partido por una de las partes.

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, tiene toda la razón cuando dice que la decisión de Trump ‘significa una demolición de todos los esfuerzos que se han hecho para alcanzar la paz’.

La situación muy probablemente obligue a Abbas a abandonar los diálogos de paz. Tendría toda la justificación. ¿De qué otra manera podría responder a esa enorme torpeza de Washington?

Torpeza que es el gran pretexto que andaba buscando Irán para radicalizar su oposición a la presencia de Estados Unidos en el medio Oriente.

Es la oportunidad que esperaba el presidente Hassan Rohani, para mostrarle a su pueblo que también tiene la capacidad de poner al mundo de cabeza en algunos aspectos, como lo hizo su antecesor Mahmud Ahmadineyad cuando se echó a todo Irán al bolsillo con el desarrollo del programa atómico.

Definitivamente, Trump puede ser un gran jugador de billar a varias bandas, pero un pésimo estadista y un aventurero del poder.

Domingo, 10 de Diciembre de 2017
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