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Editorial
Censos a la medida
Si el censo de los taxis lleva cuatro años largos, surge la inquietud sobre cuántos años tardarán en contar los carros que llegan de Venezuela.
Martes, 12 de Febrero de 2019

En Cúcuta, los censos municipales son como los contratos públicos: hechos a la medida de la autoridad. Y si los resultados no son los esperados, no pasa nada: se deja pasar el tiempo, para tener la oportunidad de acomodar las cifras al gusto.

Durante las dos últimas administraciones se ha levantado un curioso censo para saber cuántos taxis hay. Pero, casi cuatro años después de iniciado, nadie ha podido establecer con precisión los resultados. Y, si nos basamos en la costumbre, vendrán nuevos alcaldes, y la situación seguirá lo mismo.

Si se tratara de contar millones de autos, podría justificarse la tardanza en cerrar el conteo. Pero son unos cuantos miles. Y, por esa razón, precisamente, son las dificultades: hay que justificar el hecho de que, pese a las prohibiciones, cada día aparecen más y más licencias, otorgadas por los alcaldes del área metropolitana.

Es como si alguien hubiera dado instrucciones: ‘levanten un censo, pero tiene que decir que hay 10.000 taxis’ (por ejemplo), y para ello, los funcionarios tuvieran que dedicarse a cuadrar cifras con deseos y con intereses. Por eso tardan tanto. 

Desde luego, todo esto es con la complacencia de los responsables del Área Metropolitana, una entidad a la que muchos ciudadanos, incluso algunos de sus funcionarios, asocian con malas prácticas…

Un problema derivado del censo está en las calles: no solo cada vez hay más taxis, sino más carros con placa venezolana, que pasan por las narices de todos los policías, que, casualmente en ese instante miran para otra parte.

Con el estruendosamente fracasado sistema semafórico y la enorme y creciente cantidad de carros, la movilidad en Cúcuta es una frustración general, que se complica en la medida en que, misteriosamente, los autos extranjeros siguen llegando y nadie, ni la Policía, se preocupa por establecer qué sucede y quienes son los responsables.

¿Las autoridades tienen, por ejemplo idea al menos aproximada de cuántos de estos carros circulan en Norte de Santander, o al menos en Cúcuta? Claro que no, es mucho pedirles en momentos en que muchos funcionarios están dedicados, en cuerpo y alma, a cuadrar alianzas para las elecciones.

Pero, aunque no lo admitan, ese censo se tiene que hacer. Es necesario que Colombia sepa, con exactitud, cuántos vehículos venezolanos hay aquí, para que cuando el proceso de internación comience, se tenga noción de la realidad. Antes de la congestión actual en las calles de Cúcuta, se decía que en el área había unos 60.000; en diciembre, 90.000, pero ahora esa cantidad es mucho mayor.

Lo del censo es, por si lo olvidaron las autoridades, una orden del Gobierno nacional, a través del ministerio de Transporte, y para ello se fijó un plazo de dos años, al término de los cuales comenzará la internación.

Sin embargo, si el censo de los taxis del área metropolitana lleva ya cuatro años largos, surge la inquietud sobre cuántos años tardarán en contar los carros que llegan de Venezuela. Si, con la frontera cerrada, pasan a raudales, ¿cómo será la situación en caso de reabrirla?

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